Entre el 17 y el 20 de septiembre se celebró en La Habana el Primer Simposio Internacional de Investigación Cultural, auspiciado por el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (ICIC). El evento es conclusión de cuatro simposios nacionales que sirven como antecedentes y que tuvieron lugar desde 2013, todos ellos enfocados en la investigación en el campo cultural. Esta sesión estuvo dedicada al intelectual revolucionario Fernando Martínez Heredia, quien dirigiera el ICIC entre 2009 y 2017. Entre las 232 ponencias presentadas se incluyeron participantes de nueve países.
Poster promocional del evento (2024) / Imagen: Facebook / ICIC.
Destinado a ofrecer un balance de la investigación cultural actual, el evento “abre puertas para la reflexión sobre el papel de la ciencia en la elaboración e implementación nnnnde las políticas culturales y en la transformación de la sociedad”.[1]Entre los principales temas abordados se encontraron el consumo cultural, las identidades, las industrias culturales, la enseñanza artística, el marxismo, el pensamiento cubano y latinoamericano, los estudios sobre la Revolución Cubana, las políticas culturales, el patrimonio y la cultura popular tradicional.
Uno de los eventos principales que hospedó el Simposio fue la presentación del sitio web del Atlas etnográfico de Cuba, plataforma que brinda acceso a la producción del Centro de Antropología y el Centro Juan Marinello en los años noventa, digitalizada por el entonces Centro de Informática y Sistemas Aplicados a la Cultura (Ceisic). Entre otras actividades se cuentan la presentación del número 32 de la revista científica digital Perfiles de la Cultura Cubana y del sitio web del Observatorio de Participación y Desarrollo Cultural, ambos proyectos del ICIC, así como el lanzamiento en formato digital del libro Cultura popular tradicional cubana.
El programa del foro también anunció conferencias magistrales de intelectuales oficialistas como Miguel Barnet, Tania García Lorenzo, Virgilio López Lemus, Víctor Fowler y Mildred de la Torre Molina. La conferencia de clausura estuvo a cargo de Lizette Martínez, viceministra de Cultura, y Helmo Hernández, presidente del Consejo Técnico Asesor del Ministerio de Cultura.
Conferencia magistral de Miguel Barnet “Fernando Ortiz: Un pionero de la Antropología Social en Cuba” (2024) / Foto: Facebook / ICIC.
¿Investigación científica sin libertad académica?
El papel de las ciencias sociales y la investigación sociocultural es inequívocamente un terreno recíproco de crecimiento en el contexto cultural de cada nación. Pero ¿qué ocurre si la academia doméstica se encuentra coartada por el designio autoritario, mientras que la extranjera es conducida y vigilada dentro del país? El terreno investigativo en Cuba es una expresión típica de la academia en contextos cerrados, donde los estudios que no refrenden estadísticas y testimonios concomitantes con el discurso oficial son censurados y criminalizados, con graves repercusiones para los intelectuales que resulten por ello “incómodos”.
En Cuba, la falta de libertad académica suele ser camuflada con estructuras de aparente funcionamiento democrático, a partir de una supuesta exigencia universitaria, canon que el discurso oficial ha mantenido a pesar de que la Universidad de La Habana (UH) cayera, según el QS World University Rankings, del ya cuestionable puesto número 497 al 691. Otra estrategia que le permite mostrarse competitiva a la autocracia caribeña es el diseño de coloquios y simposios internacionales, aunando los socios que el régimen tiene en la región.
Un ejemplo de la dependencia ideológica de la academia y el producto que hoy analizamos es que los simposios comentados tuvieron como antecedentes el taller “Vivir la Revolución a 50 años de su triunfo”, entre otros programas de similar organicidad con el mensaje de promoción político del Gobierno cubano.
En el ámbito estrictamente académico se complejiza elegir para cita algún cónclave en específico, todos los esfuerzos institucionales supeditan el rigor científico al cometido político. Debe partirse de la abolición de la autonomía universitaria, y con ella de la libertad académica en el sentido más amplio, desde la implementación, en 1962, de la Reforma de la Enseñanza Superior en Cuba.[2] No obstante, en esta ocasión valen citarse evidencias impactantes de la instrumentación de los centros de pensamiento en función del imperativo político.
El propio homenajeado del evento encarna el arquetipo de intelectual domesticado en los claustros del totalitarismo. Aún después del paso demoledor del buldócer por la sede del antiguo Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, sobrevive el terror de la cacería contra quienes apostaron a la honestidad intelectual desconociendo el contexto real.[3]
Más cercano en el tiempo, en noviembre pasado, fue defendida una tesis de grado en la Facultad de Comunicación de la UH, titulada “11J, una prueba de fuego para la prensa nacional”. La investigación, aunque se permite alguna licencia al juzgar el desempeño de la prensa en los sucesos de marras, devino en otro ejercicio de reescritura de la historia con el objetivo de generar una memoria oficial distorsionadora de los hechos.[4]
El resto del sistema de educación superior cubano, incluidos los centros de investigación que se le supeditan oficialmente, participa de los mismos presupuestos tendenciosos. Es axiomático el estado de adoctrinamiento perpetuo en las universidades del país, donde resulta impensable cualquier disquisición filosófica al margen del marxismo. La reedición del dogma se verifica asiduamente. Por ejemplo, en mayo de 2023 fue reglamentario el II Taller Nacional de Historia, Marxismo Leninismo y Educación para la Vida Ciudadana, derivado de las dieciséis directrices dictadas en el Tercer Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.[5]
Destaca, en toda esta urdimbre de coaptación de las libertades académicas de cara a la vida cultural del país, la validación de organismos que rigen el funcionamiento del sistema cultural a nivel global, puntualmente la Unesco y sus adscritos.
Tal fue el caso de la presencia del director del Instituto Superior de América Latina y el Caribe, Unesco-IESALC (Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe), en el XIV Congreso Internacional de Educación Superior Universidad 2024: “Educación superior del futuro: transformación social, calidad, pertinencia y sostenibilidad”.[6]
No menos cuestionable resultó el recorrido que, en el marco del Mes de Europa, realizara una delegación de la Unión Europea a la Universidad de las Artes (ISA), plantel administrado por el Ministerio de Cultura, donde se han practicado incontables incidentes de acoso contra artistas e intelectuales que cursan estudios o ejercen la docencia en sus aulas.
La academia superior de la enseñanza artística en el país se lució en el acoso a la profesora Anamely Ramos, investigadora en ciencias sobre el arte que participó del movimiento intelectual contra la implementación del Decreto-Ley 349, principal normativa censora de la creación cultural en Cuba. El asedio culminó con la expulsión de la antropóloga y crítica de artes visuales en 2019, después de numerosos incidentes represivos orientados por el Mincult y ejecutados por la directiva del ISA.
La artista visual Camila Lobón y la académica Anamely Ramos durante uno de los eventos de la confrontación al Decreto-Ley 349, Museo Nacional de Bellas Artes (2018) / Foto (captura): Cortesía de Leandro Feal.
Solamente estos casos, entre muchos otros vinculados a estas dos universidades, referentes oficiales en cuanto a vanguardia investigativa en la esfera comunicacional y de la cultura artística, invalidan el supuesto de la libertad académica en los predios de la investigación cultural. Las cotas son muy claras: comienzan y terminan con el encargo político gubernamental.
¿Investigación cultural sin libertad artística e intelectual?
Las políticas culturales en autocracias operan como un canal de normalización y promoción iliberales tanto domésticos como hacia el exterior. La investigación, diseño o promoción de políticas culturales bajo estas estructuras de poder no aseguran necesariamente una cultura democrática. Varios estudios cifran esta relación: de acuerdo al tipo y naturaleza del régimen político es la naturaleza y el tipo de política cultural de un país, así como su análisis y producción.[7] Sin diálogo plural, resignificación de procesos patrimoniales y de la memoria colectiva, ni procesos participativos a diferentes niveles, la política cultural no puede ser equiparable, como se asegura en Cuba, a una política democrática.
Al contrario, el secuestro de los términos democráticos para una propia reinvención de la cultura política en autocracia —como ya hemos visto en el desplazamiento de poderes hegemónicos en pos de una “cultura unida”—[8] inmuniza al régimen cubano del propio avance democratizador de una cultura autónoma. ¿Cuán sana puede ser una política cultural sujeta a los designios iliberales de los autoritarismos?
- sin un modelo representativo fundamental para la existencia de sociedades libres;
- sin circulación de información que contraste y revise las administraciones públicas;
- sin un diálogo que evite la polarización y el extremismo político.
Panel: Cine, audiovisuales y documental (2024) / Foto: Facebook / ICIC.
¿Cómo hablar de humanismo desde la cultura si su administración ha partido de la exclusión de artistas, intelectuales y ciudadanos en general? Vale hacer mención del hecho de que varios de los exponentes oficiales en el Simposio han sido partícipes, ya sea por consentimiento o por silenciamiento, de actos de censura y criminalización de artistas e intelectuales cubanos que han emitido alguna vez su crítica a la política procedimental de la administración cultural:
- Lizette Martínez, por ejemplo, fue una de las funcionarias que salió a hacer frente a los participantes en la protesta pacífica frente al Ministerio de Cultura en enero de 2021. Además, se encargó de tergiversar los hechos ocurridos ese día, justificar y legitimar en televisión nacional la represión ejercida por los funcionarios, y realizar asesinato de la reputación contra los artistas implicados.[9]
- Helmo Hernández, por su parte, es reconocido entre artistas jóvenes cubanos como uno de los mayores censores del arte contemporáneo cubano, ejerciendo como director de la Fundación Ludwig de Cuba, y actualmente como presidente del Consejo Asesor del Ministerio de Cultura. Uno de sus episodios como represor, de conjunto con los órganos de la Seguridad del Estado, fue la amenaza directa a la curadora surcoreana Yu Yeon Kim en 2009, incluso amedrentándola con eliminar su visado al país. Evitó que esta expusiera, como había acordado, en galerías independientes como Espacio Aglutinador, fundado y gestionado por la artista Sandra Ceballos.
Cierre del evento a cargo de Luis Emilio Aybar, Teresa Viera y Helmo Hernández (2024) / Foto: Facebook / ICIC.
El ODC recuerda que, si bien la política cultural conforma un entramado de instituciones que generalmente son entendidas como un programa de intervenciones realizadas por el Estado, este es un “núcleo cultural” mucho más diverso. La construcción y crecimiento de la política cultural de un país no puede venir “a dedo”, sino que debe ser repensada activamente por instituciones civiles, entidades privadas y grupos comunitarios por igual. En su defecto, el ODC condena la promoción unilateral que el Gobierno cubano realiza sobre las representaciones simbólicas que le competen al pueblo cubano, haciendo del espacio diverso y contrastante de la cultura una extensión de la narrativa oficialista, su agenda ideológica y su historiografía politizada.
El ODC lamenta que, en Cuba, el conjunto de iniciativas para promover la producción, la distribución y el uso de la cultura, el desarrollo y la divulgación científica, así como la preservación del patrimonio histórico se encuentren monopolizadas y bajo estrecho control de agentes tecnoburócratas en contubernio con los órganos de la Seguridad del Estado, respondiendo únicamente a la preservación del Estado autoritario.
En Cuba, la política cultural es vista e instrumentalizada como una extensión de la administración social, como objeto para el mantenimiento del orden político, así como fachada para evitar la transición democrática. Es así como festivales, acuerdos y simposios como el que hoy nos ocupa buscan, más que el avance libre de la investigación cultural, la legitimación del statu quo sobre el sufrimiento, las carencias y la violación de los derechos culturales y académicos de los cubanos.
El ODC apuesta por políticas de democratización cultural que se basen en la cultura, su investigación y coaliciones, como fuerzas de interés colectivo que no pueden estar únicamente subordinadas ni a las disposiciones ocasionales del mercado, ni al predominio de modelos políticos.
El OLA califica de no factible desde el punto de vista científico la pretendida honestidad intelectual de la investigación cultural en Cuba, toda vez que está claramente regida por los resortes de un sistema autocrático compacto, cuyas fisuras se corrigen con la cancelación. Academia y cultura son meras apoyaturas coadyuvantes al control político, infantería institucional en la representación escénica del constructo social cubano.
Notas:
[1] https://www.lajiribilla.cu/sesionara-en-la-habana-primer-simposio-internacional-de-investigacion-cultural/
[2] Ver en: https://www.olacademica.org/_files/ugd/84f2e5_4037036264244e8aa51a1dc2c71cc67e.pdf
[3] Ver en: https://www.olacademica.org/_files/ugd/07be42_f1c5c2d1f1834e6b9f2cda99f2265e7f.pdf
[4] Ver nota en: https://www.olacademica.org/nota-de-prensa-161
[5] Ver nota en: https://www.olacademica.org/nota-de-prensa-90
[6] Ver nota en: https://www.olacademica.org/nota-de-prensa-170
[7] Fonseca, Eudoro. “Hacia un modelo democrático de Política Cultural”, Lecturas del sistema nacional de capacitación de promotores y gestores culturales, Conaculta, México, 2001, p. 48.
[8] Ver nota en: https://hypermediamagazine.com/sociedad/cuba-aliada-de-la-hegemonia-cultural-rusa/
[9] Ver nota en: https://hypermediamagazine.com/sociedad/sobre-nuevas-designaciones-en-el-ministerio-de-cultura-cubano/
Saluden a la princesa
Leo ‘Tía buena. Una investigación filosófica’ (Círculo de Tiza, 2023), de Alberto Olmos.