La peligrosa búsqueda de la libertad de los balseros cubanos

En 1994, una serie de acontecimientos culminaron en lo que se conoce como la “Crisis de las Balsas Cubanas”. Más de 35 000 cubanos se embarcaron en balsas improvisadas para huir a Estados Unidos en medio de la creciente agitación civil, la desesperación económica y la opresión del gobierno. Este momento crucial en la historia de Cuba fue el resultado de las graves condiciones económicas que siguieron a la disolución de la Unión Soviética, patrocinadora de Cuba durante mucho tiempo, en 1991, y la consiguiente tensión social y política. 


Preludio de la crisis

La crisis económica de Cuba comenzó con la desaparición de la Unión Soviética, su principal patrocinador durante décadas. Con la caída de la URSS, la nación insular perdió una importante fuente de ayuda, que había apuntalado su economía. El PIB se desplomó un 50% en un año, lo que redujo drásticamente el nivel de vida de los cubanos y provocó escasez y hambre. 

El gobierno cubano se refirió eufemísticamente a esta crisis como el “periodo especial” para evitar reconocer el fracaso del sistema. A los factores económicos externos se sumó la decidida postura del gobierno cubano contra la actividad económica privada, lo que dificultó aún más la capacidad de la población para hacer frente a sus problemas de subsistencia. 

Para agravar las cosas, el gobierno también prohibió a los cubanos emigrar, privándoles de esta vía de escape de la crisis. La intensificación del descontento acabó desencadenando protestas populares, secuestros de barcos e incluso asesinatos. 


Acontecimientos

El 28 de mayo, 124 cubanos ocuparon la embajada belga en La Habana en busca de asilo y emigración a Estados Unidos. El gobierno cubano acusó a Estados Unidos de instigar el acto y negó la salida del país a los ocupantes. Hechos similares se produjeron en la embajada alemana, donde 23 cubanos solicitaron refugio.

El 13 de julio, las autoridades cubanas hundieron el remolcador “13 de Marzo” cuando intentaba escapar de Cuba. Con 71 personas a bordo, 41, entre ellas 12 niños, murieron cuando la embarcación fue embestida intencionadamente por otros dos remolcadores. El gobierno mantuvo inicialmente silencio sobre el incidente a pesar de la indignación internacional. Más tarde, el presidente cubano Fidel Castro calificó la actuación de los implicados de “esfuerzo verdaderamente patriótico”, insistiendo en que el suceso había sido un accidente.

A lo largo de la crisis, varios barcos fueron secuestrados, y muchos cubanos lograron llegar a Estados Unidos y solicitar asilo. Sin embargo, la rebelión del Maleconazo, una importante protesta contra el gobierno de Castro, tuvo lugar el 5 de agosto en medio de la escalada de acontecimientos. Ese día, Castro declaró que, si Estados Unidos no tomaba medidas rápidas y eficaces para detener las salidas ilegales del país, daría instrucciones a los guardias fronterizos para que no obstruyeran las embarcaciones procedentes de Estados Unidos que pretendieran recoger a ciudadanos cubanos o a sus familiares.

Personas de todas las clases sociales se unieron a la protesta, expresando su frustración por el deterioro de las condiciones económicas y sociales de Cuba. 

La manifestación comenzó con un grupo de cubanos enfrentándose airadamente a la policía, pero pronto se convirtió en una gran multitud que coreaba consignas antigubernamentales. A pesar del rápido despliegue de la policía antidisturbios y del personal militar, que reprimió duramente las protestas, este acontecimiento simbolizó un raro acto de rebelión abierta contra el gobierno cubano.

La semana siguiente se produjeron aún más secuestros de embarcaciones y un número récord de cubanos interceptados en el mar por la Guardia Costera estadounidense. La creciente presión llevó al gobernador de Florida, Lawton Chiles, a declarar el estado de emergencia migratoria. La administración Clinton anunció que los cubanos que llegaran a Florida en barcos serían detenidos antes de entrar en la comunidad. Posteriormente, Estados Unidos trasladó a estos balseros a puertos seguros fuera del país, incluida la base naval estadounidense de Guantánamo (Cuba). 

Como respuesta a la creciente crisis migratoria, el presidente Bill Clinton anunció la prohibición de enviar dinero a Cuba y una reducción de los vuelos entre Estados Unidos y Cuba. A finales de mes, los guardacostas estadounidenses habían recogido a más de 10.190 cubanos, más que en toda la década de 1983 a 1993.

El 10 de septiembre, Estados Unidos anunció un acuerdo con Cuba para aumentar la inmigración legal. A cambio, Cuba accedió a cerrar sus costas una vez más, poniendo fin al éxodo masivo. 


Las secuelas

El gobierno cubano, reconociendo que sus restricciones habían alcanzado un punto de inflexión más allá del cual la población no podría soportar, abrió lentamente sus puertas a la actividad económica de sus ciudadanos, mejorando así la situación. 

Tras esta crisis, Cuba y Estados Unidos empezaron a negociar nuevos acuerdos de inmigración, firmados en 1994 y 1995. A pesar de los desacuerdos sobre las cuotas de inmigración, el número de emigrantes legales procedentes de Cuba aumentó significativamente. 

En 1996, un nuevo acuerdo sobre inmigración ilegal dio lugar a la política de “pies secos, pies mojados”, según la cual los cubanos que alcanzaran suelo estadounidense podían quedarse, pero los que fueran interceptados en el mar, incluso cerca de la costa, serían devueltos a la isla.

Finalmente, el presidente Clinton autorizó la entrada en Estados Unidos de los cubanos detenidos en la base naval de Guantánamo. Sin embargo, aproximadamente 500 cubanos con antecedentes penales fueron devueltos a la isla. Entre 1995 y 2004, unos 230.000 cubanos emigraron a Estados Unidos.

La Crisis de los Balseros, aunque cargada de peligro y desesperación, marcó un punto de inflexión crucial en la política económica cubana y en los procedimientos migratorios entre Estados Unidos y Cuba. Sus repercusiones se dejaron sentir en todo el panorama social y político, configurando la futura relación entre ambas naciones.




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El naufragio del Remolcador 13 de Marzo: Un intento desesperado por la libertad

Nieves Roger

El hundimiento del remolcador 13 de Marzo en 1994, que resultó en la muerte de 41 cubanos que intentaban huir hacia los Estados Unidos, sigue siendo un símbolo de lucha por la libertad.






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