Durante la década de 1960, las guerrillas venezolanas, armadas y entrenadas por la Cuba de Fidel Castro, eran motivo de preocupación, especialmente a lo largo de la frontera oriental venezolana. Era una época en la que los líderes anticoloniales de la entonces Guayana Británica abogaban por la independencia.
La situación dio un giro crítico cuando Rómulo Betancourt, entonces presidente de Venezuela y anticomunista acérrimo, revivió una antigua reclamación ante las Naciones Unidas. Su gobierno reivindicó la soberanía sobre más de la mitad del territorio guyanés, una estrategia destinada a frenar el impulso independentista.
En la actualidad, la disputa territorial sobre el Esequibo, una región escasamente poblada y rica en petróleo, casi del tamaño de Florida, ha resurgido. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha presentado recientemente nuevos mapas en los que la región aparece como parte de Venezuela, ha nombrado a un general de división como única autoridad provisional y ha empezado a expedir documentos de identidad venezolanos a los residentes de la zona.
Este resurgimiento revela los cambios dinámicos en Sudamérica desde la época de la Guerra Fría, pero también pone de relieve algunas realidades persistentes.
En la década de 1960, la lucha de Venezuela contra el comunismo alineó a Betancourt con Estados Unidos. Hoy, sin embargo, Venezuela está dirigida por un gobierno autoritario de inspiración socialista, aliado con Cuba e Irán. En medio de un colapso económico, Venezuela se ha convertido en un desafío para Washington.
Por el contrario, Guyana, antaño uno de los países más pobres de Sudamérica, cuenta ahora con una de las economías de más rápido crecimiento del mundo, impulsada por los importantes descubrimientos de petróleo de Exxon Mobil. Este auge está convirtiendo a una pequeña nación en una potencia energética mundial, eclipsando a la industria petrolera venezolana, antaño próspera pero ahora en declive.
A medida que Guyana se prepara para superar a Venezuela en producción de petróleo, el panorama geopolítico de Sudamérica se prepara para un cambio drástico, comparando la influencia potencial de Guyana con la de Qatar en Oriente Medio.
Los vastos recursos naturales del Esequibo son un factor fundamental en la disputa territorial. Venezuela ha intensificado las acusaciones contra ExxonMobil y está impulsando sus propios procesos de subasta de petróleo.
En medio de la escalada de tensiones, Estados Unidos ha incrementado la cooperación militar con Guyana para mejorar la preparación en materia de seguridad. Sin embargo, parece improbable un enfrentamiento militar directo entre Venezuela, con un importante ejército activo, y la fuerza guyanesa, significativamente más pequeña. Los analistas sugieren que Maduro está utilizando la disputa para obtener apoyo de cara a las elecciones del próximo año.
Recientemente, Maduro y su homólogo guyanés, el presidente Irfaan Ali, se reunieron y acordaron evitar la fuerza y mantener el diálogo, aunque Maduro mantuvo la reclamación territorial. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, subrayó que Estados Unidos sigue de cerca la disputa, abogando por el respeto del acuerdo de 1899 que estableció la frontera entre Venezuela y la Guayana Británica.
Esta disputa territorial complica los esfuerzos de la administración Biden por suavizar las relaciones con Venezuela, incluida la reciente relajación de las sanciones al petróleo venezolano para impulsar su economía. Sin embargo, las renovadas reclamaciones territoriales de Maduro han provocado llamamientos para que se restablezcan las sanciones. Lo que parece que no va a suceder, pues Washington está intentando una política de mano tendida con Venezuela, como demuestra el intercambio de prisioneros ocurrido el pasado 20 de diciembre.
En este intercambio, Estados Unidos devolvió a Venezuela al arquitecto financiero del régimen de Nicolás Madura, el colombiano Alex Saab, a cambio del prófugo y defraudador de origen malasio, Leonard Francis, fugado del país en vísperas de una condena. Cada lado entregó una pieza de alta valía.
Ahora, en la disputa por la región del Esequibo, ¿qué está dispuesta a entregar la administración Biden, por la tranquilidad empresarial de ExxonMobil, la cooperación sin reservas de Guyana y el olvido de Nicolás Maduro?
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