En una reciente declaración que ha puesto en el punto de mira las intenciones a largo plazo de Israel para Gaza, el primer ministro Benjamín Netanyahu anunció en ABC News que Israel mantendría “la responsabilidad general de la seguridad” en Gaza indefinidamente. Esta revelación se produce tras una importante escalada del conflicto después de los ataques de Hamás del 7 de octubre, que catalizaron la guerra actual y provocaron un endurecimiento de la política israelí hacia el enclave costero.
Las fuerzas israelíes han intensificado su campaña militar, centrándose especialmente en el norte de Gaza —conocido como el epicentro de las actividades de Hamás— con una estrategia que abarca tanto ataques aéreos como operaciones terrestres destinadas a paralizar la capacidad de gobierno y las infraestructuras del grupo militante. Estas operaciones han tenido graves repercusiones humanitarias, con miles de civiles palestinos muertos y una parte sustancial de la población de Gaza desplazada.
A pesar de la gravedad de la situación, las autoridades israelíes han impuesto rigurosos bloqueos a Gaza, restringiendo la entrada de suministros esenciales como alimentos, agua y medicinas, y han rechazado los llamamientos internacionales, incluidos los de Estados Unidos, para un alto el fuego humanitario. Esto ha agravado la crisis, dejando a los hospitales y otros servicios críticos sin el combustible necesario para su funcionamiento desde que comenzó la guerra.
El presidente Joe Biden ha expresado su apoyo al derecho de Israel a la autodefensa, pero también ha manifestado su preocupación ante la perspectiva de una ocupación total de Gaza, advirtiendo de las implicaciones que podría tener una acción de este tipo.
La complejidad de la situación se ve subrayada por el contexto histórico: Israel lleva más de década y media lidiando con el gobierno de Hamás en Gaza, tratándolo a menudo como una presencia inevitable en su frontera, al tiempo que teme la posible aparición de una entidad aún más hostil si se eliminara a Hamás. Sin embargo, los devastadores atentados del 7 de octubre, que se saldaron con numerosas víctimas mortales, han modificado aparentemente la postura de Israel, indicando un posible avance hacia un control más asertivo del territorio.
Pero, la ocupación plantea importantes retos y riesgos para Israel. La imposición de un gobierno militar sobre una población hostil podría avivar aún más las tensiones y la condena internacional. Los intentos del ejército israelí de mitigar las bajas civiles, por ejemplo, permitiendo el paso seguro por rutas clave, se yuxtaponen a la reticencia de muchos palestinos a abandonar sus hogares, entre temores de desplazamiento permanente.
La comunidad internacional, y en particular las organizaciones de derechos humanos, han expresado su preocupación por la situación. Shawan Jabarin, director de Al Haq, subrayó la inquietud que sienten muchos palestinos, que perciben la posibilidad de otro desplazamiento masivo como una amenaza mayor que los peligros inmediatos de guerra.
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Un nuevo episodio, de este, tu podcast, La pastilla.