Las 10 mejores películas cubanas de la década 2010-2019

Asumo el riesgo de ser acusado de frívolo y superficial por varios de mis colegas cubanos, que se niegan a naturalizar el útil mecanismo periodístico de las listas estilo Best Movies of… al seleccionar las que a mi juicio, son las 10 mejores películas cubanas de la década 2010-2019.

Basten como justificaciones innecesarias dos evidencias: es inherente a la condición de crítico la selección y jerarquización de las obras producidas en su área de estudio y, además, el conjunto de filmes seleccionados solo pretende, más allá del morbo de comprobar si Fulano está por encima o por debajo de Mengano, congratular una década que ha sido difícil para el cine cubano, y en la que, sin embargo, a pesar de todo, los realizadores se las arreglaron para entregarnos dos puñados de películas memorables.


1. La obra del siglo (2015, Carlos M. Quintela). 

Los paroxismos de la utopía termonuclear caribeña se relatan, en paralelo, con las más esenciales soledades de tres hombres que viven juntos en un fantasmagórico edificio de microbrigada. 

Las imágenes alternan el blanco y negro con el color, la cercanía intimista con las distantes panorámicas de luminosos espacios abiertos. Una estructura dramatúrgica muy abierta permite comentar pasado y presente nacional, a la luz de una ficción que deconstruye el sacrosanto patriarcado, ungido por sempiternos ciclos de arbitrariedad y pérdida. 

Quintela se apropia afectuosamente de las estéticas del cine imperfecto, de la ironía que jamás renuncia a la objetividad —tal y como la entendía Nicolás Guillén Landrián— y también de los experimentos de Sara Gómez en cuanto a la vinculación entre testimonio y puesta en escena. 


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2. Memorias del desarrollo (2011, Miguel Coyula).

En tanto gurú del cine experimental e independiente cubano, Coyula fusiona detenimiento contextual y perspicacia introspectiva a través de un collage fotográfico y sonoro que moviliza la reflexión del espectador sobre la identidad cubana trasplantada.

A través de un personaje que es alter ego del realizador, y posible símbolo de miles de cubanos nostálgicos o resentidos, se observa el exilio desde la pasividad cuestionadora, pues el protagonista es aquel mismo cínico, saludablemente inconforme, pero más gastado y taciturno, que hace más de cuarenta años nos presentaron Tomás Gutiérrez Alea y Edmundo Desnoes en Memorias del subdesarrollo


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3. Conducta (2014, Ernesto Daranas). 

Un aula de primaria, y la maestra Carmela devienen alegorías de un patrimonio intangible de elevación y decoro que contrasta con el caos demoledor que domina la calle y el barrio. 

La historia trasciende la retórica del deterioro, llega mucho más allá del muestreo de cuarterías y derrumbes, porque el realizador y guionista apostó por un entramado de acciones, diálogos y personajes representativos de un entorno complejo, donde a veces resulta imposible distinguir qué es lo correcto, completamente invisible entre la oscuridad impuesta por el instinto de supervivencia o por el imperativo de adaptarse. 


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4. La música de las esferas (2017, Marcel Beltrán).

Con motivo del viaje por Cuba que emprenden Regina y Mauricio, una pareja interracial progenitora del realizador, se rememora, o más bien ambos personajes recuerdan, cuándo y cómo se conocieron, enamoraron y vencieron mil prejuicios; de modo que Beltrán constata la respiración del tiempo y percibe siempre, a través de hermosas composiciones, el tenue horizonte de apremios éticos y sociológicos. 

Múltiples trazos, voces, sugerencias y lecturas trascienden la autocomplacencia habitual de esa suerte de documentales que suelen consagrar al retorno a la semilla. 


5. José Martí, el ojo del canario (2010, Fernando Pérez). 

El más reconocido de los cineastas cubanos vivos enfrenta un tipo de cine biográfico e histórico que se distancia del didactismo, la afectación y los excesos librescos o teatrales, en tanto se reinterpreta la infancia y adolescencia del prócer a la luz de lo cotidiano y lo doméstico. 

Este filme, como todo el cine de Fernando Pérez, se dedica a colocar la espiritualidad del protagonista como valor primordial dentro de una narrativa clásica, cronológica, y de un realismo distante del pulimento inherente al llamado filme de época. La espléndida puesta en escena y las actuaciones refuerzan una trama plena de resonancias esenciales para todos los cubanos. 


6. Venecia (2014, Enrique “Kiki” Álvarez).

Típica producción independiente cubana, que relata la tarde-noche-madrugada de tres mujeres jóvenes, empleadas de un salón de belleza, que intentan romper sus rutinas con una dosis de fiesta, excitación y placer. 

Tres actrices en estado de gracia recomponen, desde el más estricto sentido realista, lo que significa la improvisación, mientras se describe un mundo de anhelos y frustraciones que rodea, en particular, a las mujeres cubanas, sin dejar de aludir, delicadamente, a situaciones y personajes de presencia bastante universal.


7. El acompañante (2016, Pavel Giroud). 

Cine revisionista, que combina suspense, melodrama, tragedia y alivios humorísticos mientras reescribe con sombras y luces temblorosas el pasado de una nación con asombrosa vocación para superar sus propios errores y desafueros. Este es también el retrato de la vida interna del sanatorio Los Cocos, donde recluían a los enfermos de sida en los años ochenta para tratar de controlar la enfermedad. 

Por encima de todo ello, sobresale la amistad entre dos hombres muy distintos, uno boxeador y el otro combatiente internacionalista; uno negro, de procedencia humilde, introvertido, conformista y prejuiciado, el otro blanco y rubio, “hijo de papá”, extrovertido, ácrata y conflictivo. Ambos se ven atrapados en un círculo de exclusión, castigo e intolerancia. 


8. Santa y Andrés (2016, Carlos Lechuga).

Típico melodrama social, con personajes victimizados por el poder y la autoridad, este filme puede verse como una especie de vuelta de tuerca respecto a Fresa y chocolate, en tanto se describe y se comenta, emotivamente, la hermosa relación entre dos personajes colocados por la circunstancias en posiciones contrapuestas. 

Una hermosa película sobre el encuentro, al fin y al cabo amoroso, solidario, comprensivo, entre dos soledades, en un medio totalmente adverso.


9. La película de Ana (2012, Daniel Díaz Torres). 

Al igual que en sus filmes anteriores Alicia en el pueblo de Maravillas o Kleines Tropicana, Daniel Díaz Torres explora las claves del costumbrismo corrosivo, que deviene absurdo cotidiano, para retratar sardónicamente protagonistas humildes, inteligentes y honestos, capaces de desplegar un esfuerzo estoico por sobrevolar la inercia coercitiva.

Siempre preocupado por la franqueza y la cubanía, el director quiso cumplir con las tres expectativas siempre latentes en cualquier aficionado al cine cubano: combinación dosificada de melodrama y comedia de costumbres, fuerte contenido contextual contemporáneo, y capacidad de seducción de los personajes. 

10. Brouwer, el origen de la sombra (2019, Katherine T. Gavilán y Lisandra López Fabé).

Un sentido inmanente de la belleza, del misterio ilimitado que asiste a los genios, destilan la hora y diez minutos de este insólito documental conscientemente desdeñoso de la hagiografía, lo cronológico, la entrevista consabida, y la narración causal. 

La deslumbrante fotografía de Alejandro Alonso (cuyos documentales El proyecto o Home, pudieron figurar en esta lista) se recrea en planos detalles de filiación simbólica, angulaciones bizarras, iluminación expresionista, primerísimos planos, o encuadres anti convencionales, que le proveen a la obra fortísima componente experimental, a veces contemplativa.


Menciones de honor:

  1. A media voz (2019, Heidi Hassán y Patricia Pérez)
  2. La piscina (2012, Carlos M. Quintela).
  3. Últimos días en La Habana (Fernando Pérez)
  4. Juan de los Muertos (2011, Alejandro Brugués).
  5. Molina’s Ferozz (2010, Jorge Molina).
  6. El hormiguero (2018, Alan González)
  7. Cuba Libre (2015, Jorge Luis Sánchez)
  8. Casa vieja (2010, Lester Hamlet)
  9. Un traductor (2018, Hermanos Barriuso)
  10. Verde Verde (2012, Enrique Pineda Barnet)



Los recovecos de Fernando Pérez

Los recovecos de Fernando Pérez

Joel del Río

Los iconos del paisaje cotidiano habanero, con toda su erosión y mugre, reflejan las ansiedadestemores y frustraciones de un período de pesimismo y desazón, donde las escaleras suelen registrar el ascenso de los personajes, o su salida hacia la luz.