Hace años no abría un libro de más de seiscientas páginas, desde La montaña mágica o alguna otra montaña parecida. Resulta sencillo abrir algo así, pero empezarlo y terminarlo ya son otros veinte pesos, otra historia. Quien eres cambia, se afecta, y a esta altura del tiempo cambiar es un lujo, y un problema.
Pero lo abrí.
Salí afuera y lo abrí.
Y me afecté.
Pero no cambié.
Estoy intacta.
Estoy igualita.
Llevo cinco minutos pasándome la lengua por el paladar, como si por primera vez me la hubiera descubierto, y hubiera conocido la noción de la cosquilla. El cosquilleo.
Buscar la lengua, poesía reunida de Néstor Díaz de Villegas, NDDV, Cumanayagua, 1956, publicada bajo el sello de la Editorial Bokeh, es una lengua larga. Larga, y bífida.
Cascabel en mi cabeza, dejé el libro sobre una mesa de hierro toda la noche, afuera y solo, para que se humedeciera, como una lengua, y se enfermara, y se desnutriera, para que todo el sereno, la luna, un meteorito, hicieran mella en él, mal nacido.
Consiento en que la razón principal de escribir sobre NDDV, es una mezcla de rabia y envidia, un sentimiento honesto y deshonesto, como le dije la segunda vez en un correo electrónico, al saber que él mismo, NDDV, me enviaría su lengua.
Leo con disimulo, no me quiero vincular, me doy cuenta del veneno. En la página 111, tres números 1 seguidos, tropiezo con He borrado del mapa a Cuba entera/ ando perdido en la rebanbaramba, y me ardió aquello. Retrocedí a la página 99, dos números 9 seguidos, para ver el nombre de lo que leía, un libro llamado Vicio de Miami, que según el autor, fue publicado por sus amigos ante el anuncio de su propia muerte en 1997.
Hoy es la mañana del 24 de marzo de 2016, el Presidente de EEUU, Barak Obama, está ahora en Cuba, sonriendo y hablando, pero ya Cuba no está en el mapa. Lo que me hace deducir que yo sí estoy en el mapa, porque no estoy en Cuba, como NDDV, y un millón de buscadores más. Sin embargo, no por buscar, encuentras.
Con un mocho de lápiz de Ikea, que te regalan en esa tienda para que busques furnitures, yo busco en el índice de NDDV, y encuentro una cantidad de veinte libros reunidos, algunos con fechas y otros no.
Vida nueva, fechado en 1984, página 33, dos 3 seguidos, empieza con Varadero, algo que tampoco está en el mapa. Ardores, Néstor Díaz, continuos ardores. Pero el resto del libro sí está en el mapa, como una vida nueva. Y el resto de la poesía reunida, los 19 libros restantes, número none con la V de Villegas, también están el el mapa, tiempo real.
Es el mapa de la poesía el que importa aquí y a mí. Quién sabe qué mapa importe a NDDV, lengüisucio, diablo. Poesía que me interesa solo desde el momento en que arde aquello, me muevo en la silla, contorsiono los muslos, miro atrás a ver si algún hombre extraño pasa por la acera, o alguna mujer extraña, violadores.
No disimulo nada, ni en el poema, ni en la lectura que hago al mamotreto de Bokeh. No me defiendo.
No trazo pautas, no comparo el fenómeno, no lo sitúo en generación.
No es mi idea.
Porque resulta que veo pasar los años y los lugares, desde un año y un lugar perpetuos, que conozco, y eso me relaciona con Néstor Díaz, casi salvajemente. Y lo que ocurre dos veces/ cae por su propio peso, según NDDV, en el poema Netsuke, del libro Cuna del pintor desconocido. Y de todas formas, el mal se hará sentir en todos los rincones, según NDDV, en el poema Augurio, del libro La edad de piedra. Y la cifra de los granos está en mi alma, según NDDV, en las Escrituras de Palabras a la tribu. Y es una indiferencia total: la totalidad indiferente a la parte, según NDDV, o El Che en Miami, del año 2012, un dos en cada extremo. Y si sigo así, no tendré para cuándo encontrar.
Citar a Néstor Díaz sería una deshonra. Copiar aquí un poema entero, con el deseo que tengo de hacerlo, un deseo político y sexual, abajo Donald Trump, sería una deshonra y una ganga. En Miami no se fía.
Buscar la lengua, resumen poético de Néstor Díaz de Villegas, es un nido de serpientes en la poesía cubana. Poesía histórica, tradicional, experimental, contemporánea y postmoderna. Poesía geográfica. Nidaje.
Una malformación de la poesía que ni bella ni triste, ni fea ni alegre, ni propia ni ajena, como debe ser. Nidaje.
Una cronología lírica, los sucesos transversales, qué ocurrió primero. Nidaje.
Me rasco la garganta con el mocho de lápiz de Ikea y oigo como suena un cascabel.
NDDV ha creado una situación y ahí es donde estoy.
Qué me pasa:
Saber lo que me pasa (lo/ que pasa realmente) es mucho más que/ un libro dejado sobre la mesa: es un abismo,/ y nada, absolutamente nada, lo expresa.
Qué me pasa.
Estoy bien
Estoy intacta.
Estoy igualita.
Miami, Florida, 24 de marzo de 2016
11:17 am
Librería
«Sólo así vale la pena escribir de cine. Desde, en, el cine». Iván de la Nuez
Iván de la Nuez: Vanguardia + Retaguardia
¿Qué significa ser contemporáneo? ¿Se puede seguir siendo contemporáneo? ¿Se puede seguir siendo contemporáneo en un mundo desbordado por lo efímero? El libro Teoría de la retaguardia: como sobrevivir al arte contemporáneo (y a casi todo lo demás), de Iván de la Nuez, gravita sobre estas cuestiones.