Los Trazos en los márgenes de Ernesto Menéndez-Conde

Trazos en los márgenes (Arte abstracto e ideologías estéticas en Cuba) [Ediciones Dador, 2019], de Ernesto Menéndez-Conde, es un estudio sobre las discusiones estéticas en torno al arte no figurativo en Cuba

El primer tomo comprende desde los inicios de la abstracción en la Isla hasta 1958. El segundo volumen se concentra en la década de los 60. El tercero, todavía en preparación, analiza desde los años 70 hasta la época actual. 

¿Qué conceptos expresa la no figuración? 

¿Puede la ausencia de contenidos referenciales de un cuadro llenarse de múltiples y contradictorios valores ideológicos? 

¿Puede la forma pura constituir una síntesis y una esencia del lenguaje eminentemente pictórico? 

¿Puede un proyecto estético que ambicionó cifrar y descifrar la plasticidad de las formas justificar su valor social? 

Estas son algunos planteamientos que guían la tesis de Trazos en los márgenes.

En su búsqueda de cómo ha sido recepcionada la pintura abstracta en Cuba, este estudio moviliza una variedad de campos como la historia, la política, los medios de comunicación masiva, los discursos intelectuales y el papel de las instituciones. 

Un esquema general del estudio podría trazarse así: 

La primera parte del siglo XX lleva al autor a pensar temas como la asimilación de las vanguardias europeas en Cuba, el lugar de la Academia, las búsquedas de una expresión propiamente cubana (como resultado de los nacionalismos emergentes por aquel entonces), la iconografía o clichés de los motivos cubanos en la pintura; en la segunda mitad del siglo XX, después de la Revolución castrista, los temas analizados son la radicalización de la ideología en Cuba, las políticas culturales del gobierno, el realismo socialista, la función social del arte, el compromiso social del artista.

El estudio del arte abstracto en la Revolución de Fidel Castro abre una serie de preguntas sobre la política cultural del gobierno, la lucha de ideas, la función del arte en la construcción de un nuevo modelo de sociedad, el compromiso social del artista. El papel de los funcionarios, las pugnas ideológicas y el rol de las instituciones, son estudiados en esta parte del libro. 

En este momento histórico vemos que la estética termina siendo una dependencia de la ideología política y los críticos marxistas como Juan Marinello, José Antonio Portuondo, Mirta Aguirre, así como el discurso de Fidel Castro a los intelectuales son, entre otros, documentos de referencia fundamentales en la argumentación.

Tanto en la primera parte del libro, en la que se muestran las primeras manifestaciones del arte abstracto en Cuba en la década de 1930, como en el segundo volumen, dedicado a los primeros años de la revolución, a partir de 1959, el autor va siguiendo las pistas de cómo la pintura abstracta fue adquiriendo distintos valores, unas veces cargando el estigma de una expresión individualista y ajena a los conflictos históricos-sociales y otras, siendo asimilada como la expresión más acabada de la modernidad. 

En cualquier caso, esa ausencia de contenidos referenciales de la abstracción es un arma de doble filo: por una parte, le confiere autonomía como expresión estética y le permite constituirse como bastión de lo moderno, y, por otra parte, le permite adaptarse a una serie de aplicaciones prácticas como el diseño editorial o convertirse en una opción ideal como objeto decorativo.

Las relaciones de oposición abundan en el libro. Abstracción versus academicismo, abstracción versus vanguardias, abstracción versus realismo socialista, abstracción versus muralismo mexicano. 

Como substrato detrás de cada uno de esos enunciados que describen la parábola de lo abstracto en Cuba, el inconstitucional gobierno de Fulgencio Batista primero, el totalitario de Fidel Castro después, ensayan sus dádivas y sus vanidades, sus miserias y sus utopías, su permisibilidad o su censura.

En la introducción, el autor declara su propósito: “seguir los debates estéticos en torno al arte abstracto en Cuba, como parte de los entresijos institucionales, que incluyen la fortuna crítica de las obras, los circuitos de distribución del arte, las políticas culturales y las relaciones internacionales”.

Seguir esos debates es la amplia tarea investigativa y documental que encara el libro. Trazos en los márgenes expone las vicisitudes del arte abstracto apoyándose en la documentación escrita y en exposiciones definitorias de cada periodo. Ciertas referencias, ciertos textos críticos, así como ciertas exposiciones y artículos son guías en la construcción de la tesis. 

La lista sería larga, pero será suficiente decir que las revistas especializadas y exposiciones abstractas más importantes del siglo xx cubano, así como artistas, debates intelectuales y políticas culturales son documentados en Trazos en los márgenes. El presupuesto de Terry Eagleton de que “los problemas estéticos no pueden disociarse del horizonte ideológico dentro del cual se discuten” es el gran telón de fondo en el cual Ernesto Menéndez-Conde sitúa sus enunciados. 

Siguiendo la vertiente de un marxismo enriquecido por filósofos como Frederic Jameson y Pierre Bourdieu, el objeto de estudio resulta un leitmotiv que conducirá a Menéndez-Conde por varios circuitos de “poderes”, de “instituciones”, de “discursos”, de “políticas culturales”. 

El relato sobre el arte abstracto activa los conflictos estéticos e ideológicos que ocuparon a los artistas e intelectuales cubanos en el siglo XX tales como la disputa sobre un arte nacional, la discusión sobre lo cubano, lo universal, la asimilación creativa de los ismos, la precariedad o la excelencia de lo académico, el compromiso social del arte.

Utilizar la tensión de los debates en el desarrollo de su tesis, le aporta una dinámica particular al enfoque, ya que las áreas de investigación en torno al arte abstracto se expanden más allá de la estética y el tema estudiado se inserta en el vórtice de los conflictos históricos y políticos. La praxis y la problemática del arte abstracto es vista en el amplio espectro de sus contradicciones, hallazgos y valencias. La abstracción es originariamente una propuesta de ruptura y una radical voluntad de renovación del lenguaje plástico, más adelante representa el signo de la modernidad en los edificios de los años 50, y finalmente va a replegarse o expandirse, según se mire, en quehaceres más utilitarios y prácticos y mercantiles.

La lectura de Trazos en los márgenes nos dice que la abstracción opera una ruptura doble: rompe con la tradición figurativa y por tanto se sitúa en el polo opuesto al academicismo, y rompe a su vez con las vanguardias porque no pretende, como estas, transformar al espectador, ni criticar al statu quo. 

El resultado es que siendo un no-cuerpo, una no figuración, paradójicamente es capaz de: 1) construirse como lenguaje pictórico autónomo a finales de la década de 1940, 2) expresar el capitalismo moderno en Cuba en la década de 1950, 3) ser la contrapartida del realismo socialista en los años 60, y 4) convertirse en la más adaptable de las formas a la hora de aportar soluciones decorativas.

La ambivalencia de la abstracción es su poder secreto y es también su talón de Aquiles. La abstracción es un lenguaje que persigue la plasticidad intrínseca de las formas. Lenguaje plástico en sí, su ausencia de contenido humano y social es solo relativo ya que su mensaje, sin referentes, denota la crisis de los valores tradicionales y las exploraciones del artista en un mundo deshumanizado.

En Trazos en los Márgenes, Ernesto Menéndez-Conde analiza los altibajos del arte abstracto y desvela esa cuestión ambigua de la forma, en la cual los enunciados ideológicos pueden denotarse o suprimirse y donde la ausencia de referencialidad objetual se reconstruye en nuevos conceptos. 

Por la diversidad y amplitud de los márgenes (o contextos) donde estos trazos (o planteamientos) se insertan, el estudio emprendido por Ernesto Menéndez-Conde aporta nuevas visiones y reflexiones del arte cubano en el siglo XX. He presentado aquí un esbozo muy resumido de algunas de sus principales ideas. Este estudio le ha llevado más de dos décadas de investigación a su autor; en él comprende alrededor de 90 años del arte abstracto en Cuba. 

Sirvan estas palabras para presentar una investigación novedosa y abarcadora, y sean mi agradecimiento por su lectura.




La Maleza, una editorial para la mala yerba

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Katherine Bisquet

Las editoriales independientes son turbinas de accióndemasiado ruidosas para el egocentrismo de este sistema totalitario, un animal que podría resultar demasiado vivo; y en caso de ser legalizadas¿podrían publicar libremente?