“Nuestra arma es un gladiolo en las manos”

Mi nombre es María Cristina Labrada Varona y pertenezco al Consejo de Dirección de las Damas de Blanco. Vivo en La Habana, en el reparto Santos Suárez, municipio 10 de Octubre; pero me crie y me siento camagüeyana, me encanta Camagüey, donde tuve mis dos hijos, mi familia. 

Vine para La Habana con el objetivo de integrarme a un movimiento donde yo pudiera ejercer mis derechos y mis libertades. Comencé en el movimiento Damas de Blanco, donde aún continúo.

En marzo de 2003, el régimen cubano apresó a 75 hombres y una mujer por querer ejercer sus libertades; muchos eran periodistas, otros, escritores. Todos estos hombres fueron presos injustamente. Ahí es cuando comienza el movimiento Damas de Blanco.

En el 2008 es que comienzo en el movimiento porque mi esposo, Heberto Ángel Escobedo Morales, preso político en aquel entonces, continuaba detenido. Detenido no, continuaba preso; detenido es cuando estás en una estación de policía, pero en este caso él estaba preso. Él estaba exigiendo su libertad y no se la daban. Tuvo que acudir a una huelga de hambre, por 76 días. Ya se había deteriorado mucho; a raíz de eso lo trasladan para La Habana, al hospital Ameijeiras, y yo vengo de Camagüey para acá. 

En aquel entonces no había Wi-Fi, Internet. Era muy poca la información que podía salir al mundo; no como ahora, que cualquier cosa pasa y se puede subir por Internet, cualquiera hoy en día puede ser periodista porque sube una noticia por Internet y se sabe lo que está pasando. En aquel entonces no; había mucho silencio. 

Gracias a las Damas de Blanco y a las Mujeres de Apoyo se exige la libertad de estos hombres, presos injustamente por la dictadura. Eran mujeres que habían sido tocadas por la dictadura y querían apoyar, aparte de las mujeres de los 75 que eran esposas, hermanas, que querían exigir la libertad de su familiar. 

Yo comienzo en el movimiento por Martha Beatriz Roque Cabello, la única mujer que estuvo presa con los 75; por mediación de ella es que llego a la sede de las Damas de Blanco, cuando estaba en Neptuno. Conocí a Laura Pollán, quien me aceptó desde un principio como Dama de Blanco.

Nosotras somos mujeres pacíficas, no violentas. Yo soy de las que digo que nuestra arma es un gladiolo en las manos. Simplemente reclamamos la libertad de todos los presos políticos, de hombres y mujeres presas injustamente por la dictadura. 

Se ha dado el caso de mujeres que han estado en el ciclo de menstruación y le han quitado su almohadilla sanitaria, se la han registrado.

Somos detenidas arbitrariamente por el hecho de querer exigir lo que por derecho propio, como ser humano, se debe tener, como es la libertad de prensa, de expresión, de lo que tú quieras decir, hablar. También somos detenidas por ir a la iglesia. Es indignante. ¿Tú sabes lo que es que tengamos que, para ir a una iglesia, salir a escondidas, para poder pedirle a Dios, para pedirle a Cristo? No solamente por los presos políticos, sino para el mundo entero que está sufriendo injustamente todo lo que está pasando el pueblo cubano, las necesidades, las injusticias que se cometen a diario. 

Y nosotras somos detenidas, así de sencillo. Te esperan en una esquina, te ponen un carro de patrulla, dos mujeres con dos hombres policías, un oficial de la Seguridad del Estado; como yo digo, un peón. Porque ni siquiera vestido de policía, de uniforme, está.

Sinceramente, nosotras las Damas de Blanco tratamos siempre de que no sea una detención violenta, por parte nuestra, porque somos pacíficas. Los violentos son ellos, los que dan golpes son ellos, los que encarcelan son ellos, los que te llevan a calabozos injustamente son ellos. Igual que las multas arbitrarias. Sencilla y llanamente, por salir de su casa te ponen una multa que no tiene nada que ver inclusive con el Código Penal. Multas que ni tienen que ver nada con los decretos, ni con nada. Son arbitrarias, impuestas por ellos porque no cometemos ningún delito como para que nos pongan una multa.

Somos llevadas a calabozos. Eso da grima ahí. Hay de todo: chinchas, ratones, cucarachas. Los colchones con una peste que aquello es horrible. Lo que nosotras pasamos, nadie se lo puede imaginar.

Nadie sabe lo que nosotras, las Damas de Blanco, hemos sufrido. Y me refiero a nosotras porque, para mí, yo no soy sola; no solamente he sufrido, han sufrido mis hermanas. En estos momentos tenemos a Martha Sánchez, a Aimara Nieto Muñoz, ambas detenidas y llevadas a prisión injustamente, por querer ejercer sus libertades. Están presas, han sufrido maltratos físicos y psicológicos.

Yo he sufrido maltratos físicos, psicológicos. A mí me han llevado a un calabozo y me han registrado todas mis ropas. He sido víctima de vejación moral, donde las guardias me tocan y no me parece que una mujer venga a tocar así a otra mujer para registrarte; te hacen hacer cuclillas. Eres obligada a eso. ¡Y cuidado no te estén grabando en el lugar donde te llevan para hacerte la requisa!

Se ha dado el caso de mujeres que han estado en el ciclo de menstruación y le han quitado su almohadilla sanitaria, se la han registrado. Eso es vergonzoso. Hemos sufrido, nuestras familias han sido también llevadas a un punto de tener miedo; le echan miedo a la familia, te echan miedo con tus hijos, que son amenazados. Una tiene miedo de que los hijos salgan a la calle y te les pongan algo, les inventen algo. 

Ellos te inventan una causa; al enemigo no se puede subestimar. Verdaderamente ellos hacen muchísimas cosas para amedrentar, para que desistamos de la lucha, en este caso de las Damas de Blanco.

Yo voy para la calle. ¿Qué tú puedes hacerme?, ¿detenerme? Detenme. ¿Golpearme? Golpéame.

Yo siempre he pertenecido a las Damas de Blanco. Ahí me siento realizada porque tenemos un trabajo completo; en primer lugar, somos mujeres, que sufrimos. 

Muchas de nosotras sufren llevar a sus hijos a prisión, ser multadas, llevadas a prisión, golpeadas brutalmente. También muchas personas son víctimas de ofensas como “tú eres una negra churrosa”. Eso deja mucho que desear, da la medida de la dictadura en que estamos viviendo. Es como tratar de amedrentar a la persona, de abochornarla. Una tiene que ser fuerte; si usted no es fuerte para esta lucha, mejor se queda en su casa. Porque esto es una lucha dura que nosotras las mujeres hemos pasado.

No digo que los hombres no la hayan pasado; pero me refiero a las mujeres, porque somos un grupo de mujeres y yo soy parte de ellas. Soy parte del dolor de todas ellas. Es impresionante, también, el hecho de salir a las calles y enfrentarte a una dictadura; todo el que conoce lo que es una dictadura, enfrentarte a una, sabe que hay que sinceramente tener los pantalones bien puesto.

Los hombres mismos a veces te dicen en la calle: “Ustedes son las mujeres valientes de Cuba, ustedes son las heroínas de Cuba”. Porque lo que hemos pasado es duro, lo que pasamos dan ganas de llorar. Yo he sufrido mucho. Ver a mis hermanas llevadas a prisión por gusto, simplemente por querer ejercer tus libertades…, una tiene sentimientos.

Aparte de que nosotras somos fuertes, hay que ser decidida. Hay que ser una mujer verdaderamente y decir: “Yo voy para la calle, pueden estar ellos ahí, yo voy para la calle”. El yo no tengo miedo no es el hecho de decir: “no, no, yo no tengo miedo”. Todos sentimos miedo; pero ese miedo tienes que guardarlo y decir: “Yo voy para afuera porque mi casa no es calabozo”. Mi casa es mi casa, es mi hogar, es mi refugio. 

Pero el hecho de que mi casa sea mi hogar, mi refugio, no quiere decir que yo no salga a la calle porque ellos están ahí. Yo voy para la calle. ¿Qué tú puedes hacerme?, ¿detenerme? Detenme. ¿Golpearme? Golpéame. Yo no te voy a golpear, porque yo no tengo la fuerza ni tengo los medios. Los medios los tienen ellos y abusan de que tienen la fuerza. Ellos actúan para reprimir, golpear, para quererte humillar, quererte denigrar.

Se da el caso de que te quieren chantajear con fotos que tienes en tu teléfono y que te quitan. Lo mismo pueden editar que inventar cualquier cosa para querer dividir a tu familia; si estás casada, querer dividir tu matrimonio, que termine. Yo he sido víctima de eso.

He sido víctima de lo que la Seguridad del Estado ha sacado por un blog llamado Teo Pereira, que todo el mundo sabe que es de la Seguridad del Estado, para quererme separar de mi esposo. Lo que pasa es que mi esposo ha estado consciente de quiénes son ellos, igual que yo. A mí, lo que quieran, que lo saquen, porque yo soy una mujer de moral, de principios. 

He estado detenida muchas, muchísimas veces.

Tú puedes inventar cualquier cosa, pero al final todo el que te conoce sabe que todo eso es invento. Y todo el que conoce al departamento de la Seguridad del Estado sabe que ellos tienen equipos para eso, para querer dividir. Lo que no podemos es permitir que nos dividan; no podemos permitir que te hablen de ningún hermano opositor.

Hemos sido víctimas de actos de repudio ordenados por la Seguridad del Estado, por la dirección del país, en la sede nacional de las Damas de Blanco, en algunas casas de algunas. Las Damas de Blanco siempre hemos sido mujeres con nuestro objetivo de la libertad de los presos políticos. Pero es en las calles de Cuba, reclamando la libertad de estos hombres y mujeres presos.

Ellos llevan niños, sin pedirle permiso a los padres, los sacan de las escuelas, sacan a los trabajadores de los centros de trabajo y no puedes negarte; si te niegas, te sacan del trabajo. He conocido a personas que me han dicho: “A mi trabajo, María Cristina, han ido a buscar a gente en una guagua. Muchos hemos inventado que no podemos, que tenemos esto, lo otro; pero otros sí han ido porque trabajan y están cuidando su salario”.

Yo no cuestiono a nadie, pero a mí me parece que no me podrían coger nunca para ir a hacer un acto de repudio a una mujer o a un hombre, yo no me prestaría para eso. Pero bueno, no todo el mundo es igual, unos sentimos más miedo que otros. Porque el miedo existe, lo tenemos. Tenemos miedo, es verdad, es una realidad. Lo que sí, por el miedo, tú no puedes quedarte con los brazos cruzados. Con el miedo tú tienes que coger tu flor, que es tu arma, y es para la calle, que es donde le duele a la dictadura.

Las cosas que nos gritan en los actos de repudio es desde malas palabras…, nos tiran aguacates, nos tiran huevos que no hay, nos tiran escupidas. Mandan a los niños a que tiren palos. Nos gritan mercenarias, contrarrevolucionarias. 

En un acto de repudio llevan a personas que a veces no tienen ningún tipo de nivel y son las personas que lamentablemente las utilizan. Personas hasta con problemas mentales. Tenemos videos, testimonios, en cámara tenemos personas con problemas mentales que los llevan a los actos de repudio. ¿Qué puede hacer una persona con problemas mentales en un acto de repudio? Cualquier cosa; inclusive, tenemos videos de hombres que se han sacado hasta las partes en los actos de repudio.

Yo nunca he estado presa, gracias a Dios, porque presa es cuando estás en una prisión, seis meses, un año dos años, cinco. Si me toca, voy a ir con mi moral bien alta, como una presa política. Pero no quisiera nunca estar presa. Mis hermanas sí muchas han sufrido prisión. Mi esposo estuvo preso y sé lo que es eso; no directamente, pero sé lo que se sufre en una prisión. He oído muchos testimonios de mujeres y de hombres presos políticos.

Pero he estado detenida muchas, muchísimas veces. No te puedo ni siquiera decir la cantidad de veces que he estado detenida hasta 92 horas sin ingerir ningún alimento. Yo no apruebo la huelga de hambre, pero tampoco la critico. Por cuestiones mías de seguridad, cuando he estado 92 horas, 24 horas, no como ningún alimento en los calabozos porque tengo miedo de que me echen algo, porque se lo han hecho a muchas personas. El agua que me tomo es la mía; si me quitan el agua que yo llevo, no tomo, por cuestiones mías de seguridad. Pero tampoco critico al que reclame por mediación de una huelga de hambre; es un reclamo, tenemos que ayudarnos y apoyarnos como opositores, como activistas de derechos humanos.

A mí me han puesto en el Vivac. Yo no he querido que me toquen, que me registren.

Yo he recibido, por parte del departamento de Seguridad del Estado, violencia. A mí me han ripiado la ropa que he traído puesta. Me la han ripiado, por órdenes de Camilo, un esbirro de la Seguridad del Estado. Me han querido regada, botada en lugares inhóspitos y yo me he negado a eso. Me han ripiado la ropa para sacarme de un carro de patrulla. Me han tirado al piso. 

Pero no solamente eso. Mi hijo tiene 20 años en estos momentos; pero cuando tenía 18 años, me amenazaban con que lo iban a llevar a prisión para que yo abandonara mi activismo político. Yo les dije que lo llevaran, que yo como madre iba a asumir; pero que se abstuvieron a las consecuencias también, porque yo no me iba a quedar callada. Seguro que no me iba a quedar callada. Ellos tendrían que matarme. 

Te hacen eso para que dejes tu activismo político. Mi hijo ha salido de la casa a botar la basura y la policía ha estado allá abajo con la Seguridad del Estado, y le ha pedido el carnet de identidad. Por supuesto, mi hijo me lo va a decir. Es para darme un mensaje. 

Pero mi mensaje es hazlo, que yo voy a asumir, yo no me voy a quedar callada ni con las manos cruzadas, para nada. Yo voy a continuar mi lucha pacífica, no violenta. Pero voy a reclamar mis derechos y voy a reclamar mis libertades, y la libertad de mi hijo, si algún día en la vida a ellos se les ocurriera prepararle algo a mi familia. 

Nosotras hemos sido torturadas. A la vez que te encierran en un carro patrulla, por horas, cinco o seis, bajo el sol, eso es tortura. Dentro de un carro patrulla el calor es horrible, el sol te da directamente, porque Cuba todo el mundo sabe que es un eterno verano, que el sol es muy fuerte. Y te ponen allí a sudar.

Muchas veces te niegan el agua, en otras no, tenemos que ser sinceros. Como nosotras sabemos que están en las esquinas y que nos están esperando, de todas formas, vamos preparadas con agua, con algún bocadito. Unas veces te los dejan comer; muchas, no. Eso lo hacen ellos, para dividir. Por qué a María Cristina no y por qué a Marieta sí, por qué a Marita sí y a Micaela no. Pero nosotras estamos preparadas. Siempre hablamos con las mujeres. La mayoría o todas saben los métodos que ellos utilizan para querer dividir, para querer fracturar, que haya conflicto, las torturas… 

A mí me han puesto en el Vivac. Yo no he querido que me toquen, que me registren. Me he puesto rebelde, porque yo de por sí soy rebelde, tengo muchos sentimientos. Me han llevado a un calabozo, que es una celda de castigo, donde la cama es bien bajita, y ahí he estado por horas, para que coja miedo. He sentido miedo, pero el miedo hay que enfrentarlo. Cuando uno quiere algo, tiene que ser fuerte y decir: “yo quiero la libertad de mi país, de mis hermanos”. Es lo que a nosotros nos hace fuerte. 

Mientras más fuertes son ellos, más fuerte me pongo yo, más fuerte nos ponemos nosotras. Porque lo que no podemos permitir es que nos avasallen. Este pueblo tiene mucho miedo y si tú también vas a sentir el miedo y no te vas a enfrentar, qué va a ser de nuestra isla, de nuestro país.

He tenido que tomar pastillas para los nervios porque es demasiado muy duro esto.

Cuando tú sabes que estás luchando, que estás exigiendo algo que verdaderamente es necesario, no solo para ti, para tu país, el miedo lo apartas y tienes que ir, que salir, que enfrentarlo. El miedo existe, no solamente a enfrentarte, a enfermarte, a perder una familia, a todo.

He sido víctima en mi vivienda de robos. Me han efectuado dos registros en mi vivienda. Sencillamente para robarme los juguetes, porque nosotras las Damas de Blanco tenemos proyectos para ayudar a los niños, a personas necesitadas. 

No solo salimos a las calles a exigir la libertad de los presos políticos. También tenemos diferentes proyectos para atender a las familias necesitadas, a embarazadas, a presos políticos. No podemos abarcarlo todo porque son muchos presos, muchas familias, muchos niños necesitados. Pero sí tenemos familias y presos que atendemos para ayudarlos de una forma o de otra. Tenemos esos proyectos que son muy bonitos y verdaderamente necesarios.

La violencia de por sí afecta mucho al ser humano. El hecho de que sean violentos, de que te repriman, de que tú sepas que te están amenazando, que vas a ser llevada a prisión, que tu familia está en peligro, ya forma parte de una violencia psicológica. Yo muchas veces he perdido hasta el sueño por las preocupaciones de lo que me pueda pasar a mí, que le pueda pasar a mi hijo, a mi familia, qué consecuencias pueda traer que a mi hijo le pase algo. 

Está claro que ellos son un grupo de asesinos. Ellos hacen de todo y la gente dirá: “Bueno, las manos de ellos no se ven”. Nunca se van a ver. Pero de lo que sí pueden estar seguros y convencidos es de que son capaces de cualquier cosa. Eso me afecta a mí muchísimo: muchas veces pierdo el sueño, me pongo nerviosa, me altero, hablo rápido.

Después de 24 horas, que una sale de un calabozo, de 90 horas sin poder dormir, no sabes cómo está tu familia, sabes que tú estás detenido arbitrariamente. Todo el que comete un delito tiene que cumplir, tiene que pagar; pero sabes que tú estás detenida por gusto, llevada a prisión por gusto, a un calabozo por gusto, multada por gusto. A mí me ha afectado muchísimo y me ha alterado de los nervios; a veces he tenido que tomar pastillas para los nervios porque es demasiado muy duro esto.

He estado invitada a un viaje, un derecho que tiene cada ciudadano, cada persona, a viajar. Y si quisiera emigrar, igual es respetado. Está en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que toda persona tiene derecho a viajar, a emigrar, a donde usted quiera ir. Yo he tenido una visa y he querido viajar, o he sido invitada a viajar, y me han llevado detenida con maletas y todo. Del aeropuerto, luego de estar ya lista para abordar, han llegado y me han llevado detenida, porque ellos quieren.

Las Damas de Blanco somos el blanco de la Seguridad del Estado, porque estamos en las calles y eso es lo que les duele a ellos: que las personas reclamen en las calles, respetando siempre los proyectos de cada cual. Lo que más le duele a la Seguridad del Estado es que los activistas cojan las calles, porque, al usted coger las calles, el pueblo, que está tan disgustado, en un momento determinado se te puede unir y eso es lo que ellos quieren evitar. Ellos le tienen un miedo a que la gente coja las calles que es horrible.

Si hubiera algo que quisiera cambiar en mi país, sería el Gobierno.

Yo he estado sitiada aquí a cada rato; en la esquina se paran ellos. Para ir a la iglesia, yo, que soy católica, los domingos no puedo ir a la iglesia porque ellos no quieren. Eso es una violación.

El opositor o activista de derechos humanos sabe que, cuando entra a un movimiento, cuando se enfrenta a la dictadura, su familia está en peligro. Le hacen de todo a tu familia, la utilizan. Y muchas familias se prestan también. Ellos siempre andan vestidos de civil, no usan uniforme; tienen su uniforme de gala para sus cosas, pero cuando van a detenerte, van vestidos de civil. Quien siempre anda vestida de uniforme es la policía nacional revolucionaria, que ellos utilizan para actos represivos. La policía nacional revolucionaria es parte de la represión contra activistas de derechos humanos.

Con todo lo que he sufrido, desde el 2008 que ingresé en las Damas de Blanco, en la oposición, si yo volviera a nacer, con toda la mala experiencia que he adquirido, con todos los sufrimientos que he tenido, volviera a ser una Dama de Blanco. Porque verdaderamente, aunque no soy libre, me siento libre. Porque al poder expresar lo que yo quiero, me siento una mujer libre. Siguiera este camino, siguiera la lucha por la libertad de Cuba, la lucha por la libertad de todos los presos políticos en Cuba.

Si hubiera algo que quisiera cambiar en mi país, sería el Gobierno. El Gobierno es quien tiene a este pueblo hundido en el hambre y la miseria. Al cambiar el Gobierno hay elecciones libres, hay libertad. No tengo por qué salir a las calles escondida. No tengo por qué tener miedo. Puedo ejercer mis derechos y puedo ejercer mis libertades. Si pudiera cambiar, cambiaría al Gobierno, la mal llamada Revolución.

Mi mensaje para el pueblo de Cuba, para mis hermanos de lucha, sería que debemos todos respetarnos, respetar el proyecto de cada cual. Tenemos todos que tratar de unirnos porque en la unidad está la fuerza. En la unidad, respetando el proyecto de cada cual, podemos lograr mucho. Y el pueblo puede unirse. A la vez que nos vean unidos, juntos, en la libertad del pueblo, Cuba será libre. Es lo que más deseo en este mundo. 

La libertad de Cuba es la libertad mía, la libertad de todos los cubanos y los niños de este país.




Micaela Roge Bell

“De las Damas de Blanco nadie me quita”

Micaela Roge Bell

Esta dictadura tenemos que tumbarla, al precio que sea necesario. Nada de armas, ni de brutalidades; solamente con nuestras ideas, con un cartel, con un girasol, vamos a triunfar”.