Niño, niño:
si es amarga esta copa de verdades
que sin querer derramo aquí,
¡échame la culpa a mí!
Si ignoras que en la lluvia, el sol y el viento
cuaja el futuro para ti,
que eres dueño del cielo y de la tierra,
que se encienden y paren para ti,
¡échame la culpa a mí!
Si no supieras distinguir entre una gota
de sangre y un rubí,
¡échame la culpa a mí!
Si te dije que hay pobres en el mundo
porque siempre fue así,
que el girasol que cuida tu vecino
es más flor que tu mínimo alelí,
y que está hecha de perdón y olvido
la rosa blanca de José Martí,
¡échame la culpa a mí!
Si crees que es toda la victoria
la que a caballo conquistó el mambí;
que esos héroes que adornan las paredes
sólo flores esperan desde ahí,
¡échame la culpa a mí!
Por todo lo que ignoro. Sí.
Por todo lo que ignoro
y por lo que, sabiendo, no te di.
Aunque mamá te diga que perdones,
¡échame la culpa a mí!
(1957)
Oriki para las negras viejas de antes
Georgina Herrera
Permanecemos silenciosas, / parecemos tristes / cotorras mudas.