Cada una de estas banderas cuenta una historia de identidad, lucha y unidad.

Cada una de estas banderas cuenta una historia de identidad, lucha y unidad.
El mejor “statement” para lo que hago es: “El que entienda, bien. Y, si no, que me mire las tetas”.
Una mujer que quiere dejarse mirar, atisbar, y también acariciar, interrogar. Proponerle y ofrecerle al hombre lo que ella es primariamente. Y averiguar si puede o no seducirlo.
El actor Matthew Perry murió por los efectos agudos de la ketamina, un fármaco del que ingirió la última dosis una semana antes.
A pesar de la presión internacional, las autoridades israelíes siguen resueltas en su misión de neutralizar a Hamás, en represalia por el atentado del 7 de octubre.
Los líderes de la UE no aprueban un paquete de ayuda crucial de 50 000 millones de euros, obstaculizado por el veto del primer ministro húngaro, Viktor Orban.
Mientras Occidente duda sobre el apoyo a Ucrania, Putin promete continuar la guerra, citando la resistencia económica de Rusia y sus objetivos inalterados.
Los republicanos autorizan la apertura de un procedimiento de impeachment contra el presidente, por presunto abuso de poder vinculado a los negocios de su hijo Hunter.
Basta ya de seguir creyendo en la Utopía. ¿Qué clase de martirio inútil es ese?
“El arte cubano es como la perra que amamanta a un gato”, escribió Néstor Díaz de Villegas en su libro De donde son los gusanos. Como consecuencia de la lectura de ese libro, tengo enquistado en mi cabeza el gusano de la locura. Cuando cruzo el umbral de cualquier galería de arte, la voz de ese gusano no para de repetirme…
Sueño siempre con un restaurante al extremo de un centro comercial. Sirven la comida por libras, dependiendo del número de comensales. Uno se para junto a un mostrador y pide así, por libras.
Por estos días se está estrenando Mientras dure la guerra, la nueva película de Alejandro Amenábar. Una historia que habla de la España de ayer, pero también de la situación actual y el peligro de la vuelta del fascismo. El guionista de esta película es un cubano sencillo y generoso llamado Alejandro Hernández.
Desde 1959 no han faltado en Cuba funcionarios tocados por la soberbia, ensombrecidos por el ejercicio del desprecio, y, al cabo, por una confusión épica consagrada a la “corrección política” y a las tonterías de la idea del compromiso social inmediato de la literatura.