Hay que aprender a vivir con el dolor. Nos toca. Si los hombres ovularan, menstruaran, parieran, San Google me daría, otra respuesta.

Hay que aprender a vivir con el dolor. Nos toca. Si los hombres ovularan, menstruaran, parieran, San Google me daría, otra respuesta.
Hace mucho tiempo dejé de sentirme triste. En México he aprendido que o se vive con miedo o se vive en la tristeza. Yo he decidido vivir con miedo porque decir tengo miedo no es tan difícil como decir estoy triste.
Luis Manuel Otero Alcántara es un rehén de un gobierno que actúa con impunidad.
Carta al gobierno cubano
Los líderes mundiales, encabezados por el presidente francés Macron, se manifiestan en apoyo a Israel, al tiempo que subrayan la necesidad urgente de proteger a los civiles.
Los cruces de la frontera sur de Estados Unidos alcanzan máximos históricos. Las entradas legales se disparan, mientras los cruces ilegales no experimentan un aumento significativo.
Obama señaló: “Ya han muerto miles de palestinos en los bombardeos de Gaza, muchos de ellos niños. Cientos de miles han sido desplazados de sus hogares”.
El éxodo como escaramuza fútil de una mente atormentada contra sí misma. Como un placebo triste, un autoengaño.
Israel intensifica su asalto a Hamás en Gaza, mientras se agrava la crisis humanitaria. Estados Unidos insiste en la importancia de la ayuda continua y la liberación de rehenes.
John Doe es más que un nombre para los no identificados. Este apelativo, que se remonta a la Carta Magna de 1215, cuenta con un legado jurídico de 800 años.
Ernesto Pérez Chang y Jorge Ángel Pérez, dos escritores cubanos que han ido desapareciendo del campo literario nacional, al tiempo que han ganado espacio en el campo de batalla de la prensa independiente.
Nunca debes empezar tu relato escribiendo: “Había una vez un puñetero régimen totalitario…”, puesto que no se trata de imponer juicios, sino de contar historias.
Entrevista a Ena Lucía Portela
Esa es otra “gratuidad” de una política cultural férrea, maleable y corrupta, pues mediante contactos personales y amorosos, y también a través de sobornos, metecabezas penetran los medios de difusión masiva, virtualmente convencidos de que el consenso popular logrará redimirlos ante una fantasiosa posteridad.