Para el Kremlin, las revoluciones de colores representan el ejemplo por excelencia del soft power occidental empleado con fines geopolíticos.
Para el Kremlin, las revoluciones de colores representan el ejemplo por excelencia del soft power occidental empleado con fines geopolíticos.
Adiós, Centurión. Mártir de la ajenidad. No dejaste ni quince minutos de fama en YouTube.
Diré que —como mucha gente— yo nací en La Habana. Aclararé, además, que la ciudad donde vine al mundo ya no existe.
Con esos estereotipos se fabrica la ‘identidad nacional’, como una máscara o una camisa de fuerza.
‘Tardes de soledad’ es más drag que La Plexy. ¿Qué digo? Es más drag que la Puppi Poison.
Podríamos estar al borde de una nueva era en la lucha contra el VIH.
El presidente de EE.UU. y sus seguidores están entrando en un territorio nuevo y peligroso.
¿Qué están buscando, pues, los médicos? ¿Sospechan que la leucemia de monsieur Cortázar no es exactamente una leucemia sino esa nueva enfermedad que ataca al organismo con una crueldad desconocida?
Esa chica sería yo en los sesenta, una piedra rasposa y contestataria. Lástima que nací en el lugar equivocado.
Al interior de las celdas continúan ocurriendo sucesos criminales a los que nadie presta atención: la necesidad sexual habrá de ser satisfecha contra todo precepto.
Leyendo a James Ellroy, el autoproclamado “perro rabioso de las letras norteamericanas”.
La Dra. Claudia Goldin, se convierte en la primera mujer en recibir en solitario el Premio Nobel de Economía, galardonada por su investigación pionera sobre las diferencias salariales entre hombres y mujeres.
Exorcizar los demonios que atormentan a Cuba y su arte, y que no sean enterradas en una tumba coronada por un epitafio hipócrita.
En el centro de la cuestión hay una pregunta fundamental: ¿Cómo es posible que Israel, una nación conocida por su destreza en materia de inteligencia, fuera cogida por sorpresa?
Tú los duermes en público, Fidel, del malecón para afuera. Que, del malecón para adentro, yo te los meto en cintura, Fidel.
“Al voltear las obras, pervirtiendo así su frontalidad convencional, insertamos experiencias contemplativas que reivindican ese lado de la pintura al que no llega la luz”.
Es más fácil relacionarlo todo con Estados Unidos, “nuestro enemigo histórico”, y aunque muchos jóvenes sabemos que nada de eso es cierto, ese cuento se lo han embutido a nuestros padres y abuelos como polluelo en nido, y algunos son hasta capaces de picarnos la cara por defender el absurdo establishment.
El enfermero de guardia (Reynier Morales) en la Sala-R, se encuentra en una encrucijada: La delgada línea entre cordura y locura. Su condición social lo presiona a no equivocarse.