Global Policy: “Robert H. Wade explica por qué las repetidas predicciones sobre el fin de la hegemonía del dólar son, una vez más, probablemente demasiado prematuras”.

Global Policy: “Robert H. Wade explica por qué las repetidas predicciones sobre el fin de la hegemonía del dólar son, una vez más, probablemente demasiado prematuras”.
No es verdad que cortaron el cordón cuando me separaron del útero de mi madre. Ni cuando a mi madre la separaron del útero de su madre. Ni cuando a mi padre lo separaron del útero de la suya.
Al parecer, mártires o músicos, éramos personas entonces. Darnos cuenta de ese hecho tan simple nos humilla y amarga. En ocasiones, nos hace rabiar.
La protesta de Aaron Bushnell pone de relieve la historia de la autoinmolación como forma de disidencia política.
Estará Cuba en este texto, está siempre Cuba. Es cubano y/e (in)felizmente (contra)revolucionario el entorno, y extranjero y (contra)revolucionario el desglose.
La inmigración se perfila como el tema central de las elecciones estadounidenses de 2024, en medio de una alta polarización política.
Las bases de espionaje y el intercambio de inteligencia refuerzan la defensa de Kiev en el conflicto actual.
Flaco era un águila-búho eurasiática. En definitiva, una de aquellas lechuzas de nuestra infancia televisada. Su signo era Piscis.
“Pájaros de las tardes del campo o la ciudad, / no importa, repetidos están en la memoria. / Alas ansiosas atraviesan mi pecho como navajas finas. / Desvanecido el día y sus deberes, yo comienzo”.
Luis Cruz Azaceta. No exit es un libro hecho al mejor gusto de Baudelaire, quiero decir, es bueno, hermoso y robusto pero no es el libro de arte convencional.
En él, el artista Luis Cruz Azaceta y el escritor Carlos A. Aguilera, entran en el ruedo de las preguntas-respuestas como dos samuráis a un combate de honor, con solemnidad, gracia y la complicidad irónica de las mentes inquietas, esas que disfrutan de la lucha mientras saben ofrecer el mejor espectáculo.
Sentada en una habitación sin ventanas, leo una novela que dispone, desde la crueldad doméstica, la violencia primitiva de los sistemas afectivos y políticos. ‘Clausewitz y yo’, de Carlos A. Aguilera, suena como si existiera una banda punk astrohúngara que actualizara la obra de Edmund Burke.
Mientras se aceleran los niveles de desigualdad racial en un contexto de crisis económica, el gobierno encabezado por Díaz-Canel ha iniciado una dinámica que no se había observado antes: reflejar sin tapujos, en la esfera pública, lo que siempre había estado presente en la esfera privada: un racismo arraigado y profundo.
“Soy un artista de constantes cambios. Creo que lo que hago ahora es mejor que lo que hice el año pasado o lo que pinté hace veinte años. Si no cambiara, me aburriría. Mis ideas sobre el arte cambian al leer un buen texto o al visitar un museo o simplemente al ver el Instagram”.
No te preocupes, lector, que yo no te podría contar ‘DAU. Degeneration’ aunque quisiera. La exposición in extenso del universo totalitario que es ‘DAU’ no admite el encapsulamiento en una sinopsis. Y después, lectora, está también el problema de los mimos, los que ‘DAU’ nos prodiga a los supervivientes.