América 2024 o el gran desafío

No es secreto que este gran país, Estados Unidos de América, se encuentra atravesando por tiempos en extremo riesgosos para su supervivencia como faro universal de las libertades democráticas, el libre mercado, el Estado de derecho y los derechos humanos. 

Este complicado contexto se evidencia a partir de los resultados de las elecciones de mitad de período (mid-term), los que muestran la polarización política actualmente existente en el país. Esta realidad marca el fin de una época signada por la anuencia bipartidista, así como el inicio de un nuevo período caracterizado por la lucha de las élites de la antigua política para mantener su poder hegemónico detrás del trono.

Este enfrentamiento resulta más evidente hacia el interior del Partido Republicano. En particular, a partir de la irrupción en 2016 de Donald J. Trump en el escenario político nacional, cuando fue electo como el presidente número 45 de la mayor democracia del mundo.

Resulta significativo destacar que la política de “América Primero” impulsada por Trump se fundamentó en 10 principios básicos:

  • Hacer que la economía funcione para todos los estadounidenses.
  • Reformar el sistema de salud.
  • Restaurar el compromiso de Estados Unidos con la libertad, la igualdad y la autonomía gubernamental.
  • Otorgar a padres y madres más control sobre la educación de sus hijos.
  • Combatir la trata de personas y derrotar los cárteles de la droga.
  • Asegurar la paz a través de la fortaleza y el liderazgo estadounidense.
  • Hacer que Estados Unidos sea energéticamente independiente.
  • Dificultar el fraude electoral.
  • Establecer comunidades seguras para que todos los estadounidenses puedan vivir en paz.
  • “Drenar el pantano” de la política profesionalizada.

    Tiempos en extremo riesgosos para la supervivencia de las libertades democráticas, el libre mercado, el Estado de derecho y los derechos humanos.

    La nueva agenda de Trump, además de romper con el consenso bipartidista ante un mundo globalizante, permitió también visibilizar dos hechos muy preocupantes: la infiltración de la extrema izquierda en las instituciones estadounidenses y el enfrentamiento entre la élite del Partido Republicano o GOP (Grand Old Party) y la nueva generación patriótica emergente del movimiento MAGA (Make America Great Again).

    Los decepcionantes resultados obtenidos por los candidatos republicanos en las recientes elecciones de mitad de período, sumado al anuncio del expresidente Trump de aspirar a la presidencia en 2024, arrojan serias dudas sobre lo que podrá ocurrir en las próximas elecciones presidenciales. En especial, si se tiene en cuenta que el movimiento MAGA habrá de enfrentar no solo a los candidatos demócratas, sino al propio establishment republicano: una élite de poder reacia a admitir el liderazgo de Trump para “drenar el pantano” en Washington. Por esta razón, no pocos analistas prevén que ocurra una reforma profunda en la visión y misión del Partido Republicano.

    Otro aspecto a considerar es el control que recién ha obtenido el Partido Republicano en la Cámara de Representantes, lo cual podría abrir las puertas legales para que sus congresistas inicien investigaciones imparciales sobre temas tan sensibles como los fraudes electorales, los sucesos en el Capitolio Nacional el 6 de enero de 2021 y los escándalos de corrupción de Hunter Biden (hijo del actual mandatario) y Anthony Fauci (asesor-jefe médico de la Casa Blanca).

    Pero la gran pregunta es, ante la inevitable salida de Nancy Pelosi, ¿quién presidirá la Cámara de Representantes? El candidato natural sería el líder de la minoría republicana: Kevin McCarthy. No obstante, no se pueden descartar otras opciones para renovar este cargo clave. 

    ¿Quién presidirá la Cámara de Representantes?

    En cualquier caso, la administración Biden tendrá que lidiar en breve con un escenario político muy complejo que se extenderá por los próximos dos años, en los que lograr un acuerdo bipartidista pudiera parecer un objetivo inalcanzable.

    Por otra parte, una realidad parecida pudiera ocurrir al interior del Partido Demócrata, con la diferencia de que son los candidatos que representan a la extrema izquierda quienes ahora desafían el poder de las élites tradicionales. Esto se potenció tras la inesperada derrota de la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, en las presidenciales de 2016 —un golpe propinado por la inesperada popularidad de Donald J. Trump, lo cual a su vez redundó en la activación y ocupación de espacios por parte de los candidatos radicalizados del Partido Demócrata, apoyados en los movimientos sociales de años recientes, como ANTIFA y Black Lives Matter, entre otros. 

    En ambos casos, los radicales proclaman agendas supuestamente centradas en la defensa de los servicios públicos y en la lucha contra las desigualdades sociales. Sin embargo, a la postre son plataformas contrapuestas a los principios políticos y económicos establecidos por los Padres Fundadores de la independencia y democracia estadounidenses.

    Los radicales proclaman agendas contrapuestas a los principios políticos y económicos de los Padres Fundadores.

    Respecto a los resultados de la próxima elección presidencial, si bien es cierto que se puede presumir la existencia de algunos desacuerdos ―y hasta álgidas controversias― al interior del Partido Demócrata —por ejemplo, en la implementación de medidas de impacto sociopolítico durante los dos años restantes de la actual administración Biden—, la izquierda también prioriza mantener la imagen de una fuerte cohesión política en tiempos decisivos para su subsistencia y afianzamiento en el poder.

    Lamentablemente, el establishment republicano parecer encontrarse bastante desconectado de sus nuevas y crecientes bases populares; así como de los peligros reales por los que atraviesa la sociedad estadounidense a corto y mediano plazo.

    En estos tiempos en los que se evidencia el declive de la influencia estadounidense en el ámbito mundial y la polarización política al interior de esta sociedad ―inmersa hace años en una profunda crisis de valores―, me atrevo a aseverar que Donald J. Trump y su postulación para 2024 continúan siendo la única opción posible para que Estados Unidos retome el liderazgo mundial, y se logre entonces la estabilidad interna necesaria para garantizar los principios, valores y tradiciones que los Padres Fundadores legaron para todos los ciudadanos que creen en las libertades individuales.




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    No estás obligado a decir de qué color es tu sexo

    María Cristina Fernández

    Disidencia que se ha tornado carnaval, agenda política, una nueva forma de homogeneidad a la que es más fácil controlar.






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    27 Comentarios
      1. Tu comentario es una falta de respeto y contiene faltas de ortografía. Se escribe «fascista». Es importante visibilizar esos ataques rabiosos como el tuyo, Sebastián, para recordarles a todos los cubanos que la lucha es sin cuartel por la libertad y contra las izquierdas intolerantes.

    1. Mi primera reacción al texto fue de sorpresa: ¿cómo es posible que a estas alturas – con toda la información que hay sobre Trump y los fundamentos falsos que lo llevaron a ganar una elección en los Estados Unidos (y que cuestionase también con fundamentos falsos haber perdido una segunda) – se repitan los mismos argumentos probadamente cuestionables, y que ademas se publiquen en un medio serio como este?.

      La respuesta lógica sería simple: porque la gente que simpatiza con el trumpismo tiene derecho a justificar, teorizar, defender, o exponer los principios que rigen su creencia en un movimiento que ha modificado profundamente el sistema democrático norteamericano (para mal en mi opinión).

      Ahora, esta respuesta lógica bien podría usarse para justificar la publicación de textos en revistas científicas serias sobre temas probadamente falsos, como el que la tierra es plana, y que aunque sea difícil de creer, es popular entre mucha gente. Sus preconizadores – muy activos en redes- se quejan históricamente de que su teoría – y los defensores de esta – no reciben espacio alguno en publicaciones científicas serias, ni siquiera en las de simple divulgación científica. Y hay una razón de peso para ello: el tema no se veta por el planteamiento en sí, sino por la falta de evidencia científica, empírica, objetiva, que valide lo que teorizan. En otras palabras, no logran publicar nada porque lo que dicen es pseudo ciencia falsa y disparatada, sin manera de probarse científicamente.

      Lo mismo ha pasado con los pocos trumpistas politólogos con credenciales académicas que defienden los fundamentos del movimiento. Ningún medio académico, de divulgación politológica o informativa seria publica apologías del trumpismo porque en su mayoria los basamentos teóricos que fundamentan su esencia son falsos: que los Estados Unidos han dejado de ser la potencia hegemónica mundial; que ha dejado de ser una democracia; que está en vias de destrución; y está controlado totalmente por una élite secreta mayoritariamente demócrata de izquierda (el pantano) con una agenda de destrucción de la sociedad norteamericana “clásica” (la blanca, heterosexual, religiosa, y políticamente conservadora).

      Estas premisas falaces condujeron a la elección de Trump (contradiciendo su propio fundamento de que la democracia había muerto cuando él fue elegido por la democracia que quería “drenar”), y propiciaron su no reelección ante lo que una mayoría de ciudadanos consideraron como incoherente, falso, y peligroso para un sistema democrático no perfecto, pero funcional desde lo político y legal.

      La información que se posee sobre los intentos de Trump y el trumpismo (que no debe confundirse con lo conservador) para revertir la democracia, de ponerse por encima del sagrado imperio de la ley norteamericano, y sus reiteradas mentiras que rayan en lo patológico, han disminuido de una manera clara al trumpismo como movimiento viable para retomar el poder, y han puesto en el centro de la estrategia republicana un regreso a los valores conservadores serios del pasado pre trumpista.

      Por eso sorprende que se publique aquí a estas alturas este alegato poco serio que repite falacias ampliamente desacreditadas de un trumpismo básico, poco estructurado, que logró y aún logra convencer a una buena parte del electorado conservador, pero que se basan en lo mitológico como sistema de fe, sin base real en lo histórico, sociológico o político. Se impone entonces la publicación aquí en Hypermedia- uno de los mejores medios políticos y culturales cubanos – de un análisis serio y objetivo sobre las causalidades objetivas y subjetivas que expliquen la esencia de trumpismo, y su prevalencia, que incluso implique una defensa seria y objetiva del trumpismo como movimiento. Este texto no va por ahí, mas bien va por lo mítico, casi cuasi religioso, con basamentos falsos, y de carácter propagandista proselitista. No pasaría filtros editoriales en cualquier medio. Por algo no se publica nada en medios importantes sobre la teoría de tierra plana: pesa la evidencia y no el mito. Aqui lo segundo esta en demasía.

      No es el tema o la ideología, son los argumentos….

    2. Querido Oscar Grandío Moráguez:
      Tu comentario se emite desde un agenciamiento muy autoritario.
      Entre 2016 y 2020 Donald J. Trump ha recibido más de 137 millones de votos libres y democráticos. Lo primero es respetar eso.
      Hypermedia Magazine ha publicado reiterados cuestionamientos y ataques contra Trump.
      Esta, además de la tuya, es la casa de Gustavo Pardo, un cubano noble tanto dentro como fuera de Cuba.
      Orlando Luis Pardo Lazo.

      1. Estimado Orlando Luis, no concuerdo con su caracterización de mi análisis como autoritario. Es sólo una crítica común para textos de opinión de carácter político, donde no se emite juicio alguno sobre el autor, al no tener información alguna sobre su persona, que dadas sus referencias debe ser una persona proba, tampoco se emite juicio sobre la obra anterior a esta del señor Pardo (que desconozco).

        Mi crítica se ha enfocado exclusivamente en este texto acá, y se ofrece de manera objetiva (aunque breve tomado en cuenta el espacio limitado de palabras de este formato en que nos comunicamos ahora), centrándose en la esencia de los argumentos del autor, los que en mi criterio no se basan en evidencia real, dura, y no figurada, que explique por qué Trump obtuvo la cantidad de votos que obtuvo, o por qué deba ser el trumpismo la opción mas viable y positiva para el desarrollo democrático de los Estados Unidos.

        Lo que se reseña y se da como válido por el Sr. Pardo es una concatenación de mitos fabricados por Trump, que primero elaborados de una manera desordenada y anárquica en los principios de su primera campaña presidencial, fueron tomando una forma mas o menos organizada y coherente, y que hallaron tierra fértil en los impulsos autoritarios de cierto sector de los votantes estadounidenses, pero también entre fuerzas políticas articuladas dentro y fuera del partido republicano que se han alimentado históricamente de este descontento lógico entre gente que siempre se muestra desafecta con el sistema democrático estadounidense.

        El texto entonces repite de una manera acrítica estos mitos falaces, que han sido probados y recontra probados como tal por toda la academia seria y relevante dedicada a investigar y analizar el fenómeno Trump.

        Y creo que la pregunta aquí seria cómo entender este proceso de construcción de narrativas falaces, divisorias, y en última instancia conducentes a violencias que amenazan el sistema político estadounidense (que se repiten punto por punto en argumentos dados por el autor aquí), que llevaron a lo que usted plantea como la epopeya de haber obtenido mas de 130 millones de votos (perdiendo el voto popular por cierto dos veces, primero contra una candidata mediocre, impopular en impuesta por el P. Demócrata, y la segunda vez contra el peor candidato de podía presentase contra él; y que en un sistema bipartidista es una cifra normal y lógica de votos).

        Coincido con usted en que es importante, y necesario, discutir el tema, debatirlo, pero de una manera seria, sin mistificaciones del fenómeno, donde las falacias que llevaron a Trump a la presidencia no sean repetidas como verdades de carácter místico cuasi religioso. No se trata de imponer silencios ni vetos hacia el tema Trump y sus adherentes, sino de analizar el desarrollo del trumpismo objetivamente, incluso en sus aciertos, porque nada es en blanco y negro.

        También coincido que la casa Hypermedia debe ser de todos y todas los que escriben en el medio, pero siempre debe estar abierta a la crítica, y por sobre todo, ser fiel a principios de calidad, apego a la verdad, a la objetividad, a las evidencias, y a una metodología impecable. Creo sinceramente que este texto del señor Pardo no cumple con estos criterios, y repito, se apega a lo propagandístico proselitista, que cae en el ámbito de otro tipo de plataforma. No ha debido ser publicado aquí por ello, y no por el tema o la agenda que defiende, que repito siempre debe ser plural en cualquier medio que se respete. Creo que Hypermedia lo es. Va un saludo afectuoso porque no coincidir en un tema no implica obviar en lo que se coincide.

        1. Discrepo de ese «probado» y «recontraprobado» que tú le inventas, desde un país enemigo de USA, al ex presidente de USA. Tal como se lo inventan aquí. Aprendan a vivir con Trump. Trump es parte de la historia de USA, antes de 2016 y después de 2020. Aprendan a no ser negacionistas de la realidad democrática norteamericana. Un abrazo. Orlando

      1. Sr. Pardo, ¿en serio, «izquierda radical?, ¿me conoce usted?. ¿Un ataque personal infundado e infantil es la mejor respuesta a mí crítica a su texto? Por favor, esperaba más de usted dada las referencias recibidas de su persona. Su réplica irrespetuosa y su pésimo texto reafirman mi creencia que usted no debió tener espacio en una plataforma donde el debate objetivo, serio y respetuoso ha sido generalmente la norma. No se trata de agendas, ideologías, o puntos de vista, se trata de estándares mínimos para el ejercicio intelectual que evidentemente usted no cumple. Ya no quiero dilatar esto ante imposibilidad de diálogo respetuoso. ¡Que pena!

      2. Personalmente, creo que Hypermedia es uno de los poquísimas publicaciones que se atreven a tomar riesgos ideológicos, quizás -o eso parece- porque su agenda editorial no está montada sobre posiciones ideológicas, sino a partir de una premisa coral, donde cada opinión, tiene un peso y una importancia. Dicho, esto, por respeto al sitio que lo ha publicado arriesgándose a ser leído como lo que no creo que sea, debería tener la generosidad de argumentar con la soltura y la ecuanimidad y el respeto con que lo hace Oscar Grandío -un autor con el que muchas veces no estoy de acuerdo y no este el caso- que está emplazando el debate desde un nivel ético e intelectual que, solo por respeto, merece una respuesta a la altura. Que usted no lo haga, habla no solo de un error de formas, sino de un error de oportunidades. Lo menos que podemos hacer en las casas donde nos reciben acaso sin merecerlo es comportarnos a la altura de esa deferencia. Claro, siempre y cuando entendamos de qué se trata una respuesta argumentada y la decencia de un enunciado. Compórtese, señor Pardo, que Hypermedia no es Cubanet, ni ADN, ni Diario de Cuba. Saludos.

    3. Donald Trump es un político y un ciudadano legítimo de los Estados Unidos de América y sus valores fundaciones democráticos y republicanos. Nunca ha cometido ni ha sido condenado por ningún delito. Me basta con eso. No hay que estar pidiendo perdón ni permiso por publicar una sencilla op-ed trumpista.

    4. Yo acabo de entrar aquí y ví este artículo y no puedo creer que se digan tantas mentiras. Soy ingeniero, no soy especialista en letras ni en política, pero leo bastante y como lector se diferenciar buenos escritos de malos. Este es muy malo porque repite lo mismo que dicen los de QAnon y sus teorías conspiratorias. Se dicen pila de cosas en este escrito que parecen sacadas de una revista de la gente de QAnon Muy mal la verdad. Lo bueno es que cuando llegué al final ví las excelentes críticas del profesor Grandio, que es es mi autor favorito aquí junto a Lechuga, y al que sigo desde Diario de Cuba. Los directores de esta revista deben publicar mas cosas como las de Grandio y Lechuga y menos basura como esta. Yo entro cada semana a esta página a ver si sacan ellos dos algo, pero ya escriben poco aquí. Yo creo también que el tema este de Trump es importante, pero esto es ofensivo la verdad. Gracias.

    5. Alabado, que nivel de locurancia la de estos trumpistas. Para OLPL y su piquete todos los que no quieren a Trump son de extrema izquierda. Mijo, Mazorra pide locos, tómense un clorodiazepoxido. Ya les han dicho que el texto es malo porque es malo, no porque sea sobre Trump. Refresquen, salgan a tomar el fresco. Que alteración la de los amiguitos de Trump.

      1. Dr. Miguel Rodríguez, es muy irrespetuoso asociar trumpismo con problemas de salud mental, los que, en cualquier caso, no constituyen un problema moral. Trump duele, Trump aterra. Gracias por demostrarlo con su comentario. Se trata de un texto muy sencillo y moderado. Y la reacción es de intolerancia e incluso amenazas a que Hypermedia se va a devaluar por publicarlo.

    6. Estimado Orlando Luis, le repito, toda la literatura académica sería y relevante sobre el tema de trumpismo en los Estados Unidos, y fuera de este, coincide en los puntos que mencioné en mis entradas anteriores, eso es comprobable con una simple revisión online de la literatura sobre el fenómeno.

      Pero usted puede opinar lo contrario – y tiene todo su derecho a hacerlo – si observa el tema desde una posición de fe, de fanatismo cuasi religioso de carácter místico. Los temas de fe nunca pueden debatirse con sus adherentes porque la fe religiosa o la cercana a ella no se debate, se acepta como dogma. Así que en este sentido creo que sería inútil que continuemos en este circulo de intercambio. Nunca podremos llegar a un consenso mínimo, así que cerraré mis réplicas por aquí.

      Ahora, en este última réplica suya hay un tema que rebasa lo que se discute acá, donde usted me reprocha mi derecho a debatir con usted por el simple hecho de mi lugar de residencia (imagino que infiere que mi origen o lugar de residencia, o nacionalidad pasada o presente, diferente de la norteamericana me invalida). Y va más allá, dice con todas sus letras que además hacerlo desde «un país enemigo de USA» me inhabilita como sujeto de debate.

      Le confieso que en los años que llevo en la academia – más de 25 – nunca había recibido una réplica de una naturaleza tan chovinista y discriminatoria como esta que he recibido de usted ahora, donde me invalida a debatir simplemente por mi lugar de residencia. Es inaudito. Nunca me había ocurrido en ninguno de los medios, plataformas, o instituciones donde he debatido.

      El lugar de residencia, la nacionalidad, el origen nacional, la raza, el género, la orientación sexual, o cualquier condición no invalida la libertad de expresión, el derecho a debatir el tema que sea.

      Tampoco invalida si el país desde donde se emite una opinión es considerado un enemigo del país sujeto del debate. Le confieso que este planteamiento suyo me ha sorprendido sobre manera, sobre todo porque usted es un intelectual que proviene de un país considerado formalmente un país enemigo de los Estados Unidos. Realmente su posición me parece sumamente grave y preocupante.

      Pero su criterio de invalidación, además, está errado en su esencia. México no es un país enemigo de los Estados Unidos, de hecho es uno sus socios comerciales más importantes, con un nivel de relaciones políticas bilaterales muy cercanas y profundas, aún con el actual gobierno autoritario mexicano. Con un presidente mexicano que nunca pierde oportunidad para alabar y señalar su amistad y cercanía con Trump.

      Para concluir le informo que aunque resido en México soy ciudadano norteamericano desde incluso antes de que usted llegara a los Estados Unidos, lo cual lógicamente no me confiere ningún privilegio para debatir o dar mi opinión sobre el tema que me plazca.

      Cómo usted, tampoco tengo que pedir permiso o exhibir pasaporte o residencia para ejercer mi derecho a la libertad de expresión sobre el tema que sea. Como tampoco lo tienen que hacer los lectores de esta plataforma, que aunque difieran de nuestros puntos de vista, son sagrados simplemente por leernos. Merecen no ser ofendidos.

      Va otro saludo cordial.

    7. En fin, que todo el odio a Trump (incluso antes de ser electo y poder ejercer) es por amor a los Estados Unidos de América. Ya entendï.
      Bien, ya Trump no existe. Suerte a todos, espero les vaya de maravillas a los USA ahora!

      P.S.: el país de origen importa mucho. Como norteamericano nativo, Trump entiende lo que es mejor para USA mucho mejor que un extranjero o un inmigrante.
      Common sense.

    8. OSCAR GRANDÍO MORÁGUEZ, Reconozco su derecho a disentir de mis opiniones, no obstante, le recuerdo que libertad (aún este país lo es) es la facultad y el derecho de cada individuo para expresar con absoluta libertad sus opiniones.
      Le recuerdo;
      A. La Primera Enmienda a la Constitución de los EE UU garantiza las libertades de expresión, de prensa (…)
      B. Que el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) salvaguarda este derecho.
      Artículo 13.
      1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.
      Actualmente existe una polarización extrema sobre la libre expresión, situación que no tendrá solución, excepto, que prevalezca el mutuo respeto por las opiniones y los criterios de todos.

      Lamentablemente esta situación se agudizo a partir de la imposición a la sociedad estadounidense de medidas radicales, tales como la Teoría Critica de la Raza y la censura impuesta a los conservadores por las grandes tecnológicas, impulsadas desde las más altas esferas de Poder de la actual Administración

      Mi respeto a Ud. y sus opiniones.

    9. Perdonen que me meta. Gustavo Pardo tiene TODO el derecho a opinar lo que le plazca y la revista tiene TODO el derecho a publicarlo o no. Lo que sí me llama la atención y mucho, es la militancia de Oscar Grandío y esa falta de cintura para la opinión adversa. Ya lo vi en Facebook dejándose masajear la espalda. No es la primera vez que lo veo.

    10. Sr Grandío cuando una persona, que se llama a si mismo editor de este medio y el mejor escritor vivo cubano, se mete a apoyar algo que es evidentemente malo como este artículo, creo que habla por si solo del tipo de seriedad de OLPL y de los demás que trabajan en Hypermedia. Dan vergüenza de como se meten a defender esto. Tenía un nivel de más altura de todos los de este medio, del primero, al cuál no se va a mencionar, hasta el último que se cree que es alguien. Pobres.

    11. ¿Porqué los que más hablan de libertad de expresión y de la 1ra enmienda son los que menos la entienden? Hypermedia es un medio privado y los críticos a este bodrio de articulo no tienen el poder de censura del,gobierno. Nadie le va a quitar la libertad al sr. Pardo o al otro Pardo por escribir tonterías. Dejen la histeria y apréndanse las leyes del país en que viven.

      1. No son tonterías. Eso es irrespetuoso, Alex López. Entendemos a la perfección nuestros derechos. Se trata, por lo demás, de una opinión muy moderada y expresada con toda corrección formal y civismo, por parte de un autor que opina que Trump es la mejor esperanza de América.

        1. No hable demasiado OLPL que se está descubriendo el pastel usted solo. Ya, déjelo estar porque al final da mucho que pensar su acérrimo apoyo a este tal GE PARDO V.
          Para no seguir quedando mal con paupérrimos argumentos, déjese de tomarnos a los lectores como bobos, que aquí se cae de maduro lo suyo. Engaños los justos. Deje de insultarnos.

    12. Yo desde que vivía en Cuba soy lector de Hypermedia. Pasaba tremendo trabajo para entrar por un VPN pero valia la pena. Primero leía todo lo que sacaba Sierra Madero, y después lo de Grandio Moraguez, en mi opinión dos de las mejores plumas sobre política cubana. También leía las entrevistas de Salome y de otro de apellido Aguado, buenas todas. Ahora que ya ni vivo allá y no paso trabajo con el Internet ya ni entro porque casi no hay nada interesante. Hay entrevistas aburridas con gente que ni conozco, o artículos como este que parecen el Granma. A OLPL lo leía pero siempre escribe siempre las mismas provocaciones y extravagancias que dice aquí. Pregunta, ¿la revista tiene nuevos dueños o jefes? Ya no veo nada de Salome que creo era la jefa de esto.

      1. Yunel estoy de acuerdo contigo. Esta revista va cada vez peor y de los pocos que valía la pena leer algo, ya ni aparecen. Estos a quien nadie los conoce no sé de dónde los sacan. Debieron cambiar jefes o dueños seguro porque los anteriores publicaban algún artículo con un poco más de altura, la calidad bajó mucho. Las secciones y los escritores dan pena. Siguiendo esta política, durarán poco más porque perderán el interés de lectores pensantes.

    13. Aquí lo único que veo es un montón de gente con unos egos infladisimos, algunos de ellos autores de aqui mismo.
      1. Este no es un medio académico.
      2. Es una columna de opinión.
      3. Si no está de acuerdo con el articulo, escriba uno usted mismo y mandelo para establecer una discusión a nivel de ideas, en vez de parecer mujeres hablando mal las unas de las otras.
      Trump, no Trump, no le sigan facilitando la pincha a la SE, que debe estar haciendo fiesta después de haber visto como los que se dicen personas son los primeros que parecen gorilas dándose golpes en el pecho a ver quien es más macho.
      El texto, como artículo, es malo. Sin embargo, eso no significa que el medio que lo publique sea malo. No conozco al autor, pero es probable que no sea académico ni que tenga oficio de escribir. Tampoco estoy de acuerdo con el tema. Pero es cierto que es un asunto que todavía interesa a parte de la comunidad de cubanos en EEUU y que aún coletea.
      Y si tanto tiempo tienen para estar comiendo mierda en el dime que te digo, aprovenchelo cogiendo un avión para Cuba y haciendo su 11J, Que mucha guaperia intelectual por aquí, pero a la hora de la verdad no ayudan ni a Cuba ni a los cubanos que viven allá. Manada de pussycats es lo que son.

      1. Pipo, OLPL es un trumpista fanático tostao, alterao, necesitado de medicación, con un ego tremendo, pero en Cuba pitaba duro contra los comunistas, y lo sigue haciendo fuera. Mijo por eso es muy sanaco decirle que se vaya a Cuba en avión a organizar un 11J. Al socio nunca lo dejaran entrar. Pipo, tómate también un clorodiazepoxido. Refresquen, que alteración por tu madre. Que bueno que se formó el bateo aquí, yo estoy divertidisimo.

    14. Eze inflados los egos, no, ¡a punto de estallar! Porque hasta se auto apodan los mejores autores vivos. Nunca escuché a personas de verdadero peso— Hawking, Einstein, Hemingway, Tolstói, Mo Yan, Grass, Bardeen, May-Britt Moser, Greider, por nombrar algunos— decir que son los mejores. Como bien dices, esto no es un medio académico; aquí lo que les falta es un poco de humildad, como la de los realmente grandes. Y si no se está de acuerdo, esta posibilidad de dejar respuestas es lo más útil y eficaz ya que no a todos les interesa escribir artículos o no saben poner tres palabras juntas de forma coherente como para escribir.

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