Revisitar la ambigüedad después de tres décadas
Han pasado más de tres décadas desde la publicación de la primera novela de Cristina García, ‘Soñar en cubano’. El libro dejó a los lectores pensando en el destino de su protagonista, Celia del Pino, de 71 años. Atormentada por conflictos familiares y sentimentales, Celia se sumerge en el océano, abandonándose aparentemente a merced de las corrientes sin intención de volver nadando.
El ambiguo final ha sido un punto de intriga y conversación entre los lectores desde la publicación del libro. Muchos han preguntado a García, ahora residente en Greenbrae, en el condado de Marin, si Celia tenía intención de acabar con su vida. En una entrevista con ‘The Chronicle’, García reveló que lo último que esperaba era responder a esa pregunta por escrito.
Una secuela inspirada en el teatro
En un giro inesperado de los acontecimientos, la curiosidad y el espíritu creativo de García se encendieron con la puesta en escena de «Soñando en cubano» por parte de la compañía de teatro Central Works. Esta inspiración la llevó a escribir una secuela de su novela finalista del National Book Award, consolidando aún más su reputación como una de las narradoras más destacadas del país.
La nueva novela, ‘Mapas que desaparecen’, es la octava de García y recupera a los inolvidables personajes de su primera obra.
El próximo capítulo: ‘Mapas que desaparecen’
‘Mapas que desaparecen’ se desarrolla dos décadas después de ‘Soñar en cubano’, en 1999. Para alivio de los lectores, Celia sobrevivió a su aventura marítima. Sigue siendo una parte vital de la narración, al igual que otros personajes de la primera novela de García.
Con Celia regresan miembros de su ecléctica familia. Reaparece su hija Lourdes, líder de la comunidad cubanoamericana de Miami contraria a Castro. La historia también incluye a los nietos adultos de Celia, dispersos por distintos rincones del planeta. Ivanito es un artista drag en Berlín; Irina se ha establecido como magnate de la lencería en el Moscú postsoviético; y Pilar, artista plástica, vive en Los Ángeles. Azul, el hijo de 6 años de Pilar, también desempeña un papel importante, mostrando el mismo don de otro mundo que su tío Ivanito a través de sus visitas del fantasma de la difunta madre de Ivanito, Felicia.
Exploración del mundo postsoviético y controversias de la diáspora cubana
La ambientación de ‘Mapas que desaparecen’ a finales de la década de 1990 permitió a García profundizar en los cambios sísmicos que se produjeron tras la caída de la Unión Soviética. Las repercusiones de estos acontecimientos resuenan en los relatos de los personajes, sobre todo en los situados en Cuba y el Bloque del Este, que experimentaron cambios monumentales tras la caída del gobierno soviético en 1991.
Además, la cronología de la novela permite a García entretejer una trama inspirada en hechos reales en torno a una controversia dentro de la diáspora cubana. Esta narración se basa en el caso real de Elián González, un niño cubano que se convirtió en el centro de una acalorada batalla internacional por su custodia en 1999.
El influyente legado de ‘Soñar en cubano’
El regreso de Celia a la narrativa ha sido especialmente apreciado por los fans, entre ellos la escritora de Oakland Carolina De Robertis. Reconoció a Celia como un “personaje imponente y tremendo” y elogió ‘Soñando en cubano’ como una novela “increíblemente rompedora”. De Robertis destacó cómo la primera novela de García “rompió techos de cristal para las escritoras latinas en Estados Unidos” y “forjó nuevos paisajes de posibilidades”.
El viaje de vuelta a los personajes de ‘Soñar en cubano’
La decisión de García de volver a los personajes de su novela debut fue instigada por un correo electrónico de Adrian Alea en 2015. Alea, entonces un neoyorquino que recién comenzaba su carrera teatral, le propuso una versión teatral de «Soñando en cubano». Su idea desembocó en la exitosa adaptación teatral de la novela, estrenada en 2022 en Central Works. Revisitar «Soñando en cubano» a través de este proyecto impulsó a García a reconsiderar el destino de Celia y la historia de su extensa familia, culminando en la creación de ‘Mapas que desaparecen’.
La resistencia de la familia y la metáfora del Kintsugi
La secuela sigue mostrando el talento de García para crear personajes dinámicos y polifacéticos. Pilar, una madre soltera relatable, se percibe a sí misma como una «artista fracasada». Sin embargo, sus prometedores experimentos con el kintsugi, el arte japonés de arreglar cerámica rota, sirven como conmovedora metáfora de su dispersa pero resistente familia.
‘Mapas que desaparecen’ está salpicado de interludios centrados en momentos importantes de la vida de Pilar, capturados en fotografías. Estas reflexiones en primera persona evocan nostalgia y familiaridad, reflejando la estructura narrativa de ‘Soñar en cubano’, donde las cartas de Celia desempeñaban un papel similar.
La exploración que hace la novela de las complejidades del pasado y de las dificultades para capturarlo resuena profundamente en los personajes de García, cada uno de los cuales lidia con su historia compartida e individual.
Sobre la autora
Cristina García es una célebre novelista, periodista y educadora estadounidense de origen cubano. Es alabada por su intrincada narrativa, la riqueza de sus personajes y su exploración de temas políticos y culturales. Con ‘Mapas que desaparecen’, García ha demostrado una vez más su capacidad única para crear narraciones convincentes y personajes llenos de matices que cautivan a los lectores.
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