Venezuela chantajea a Estados Unidos con el petróleo y la inmigración

La situación de Venezuela bajo el régimen de Nicolás Maduro sigue siendo un foco de preocupación internacional. La dinámica política del país, profundamente entrelazada con sus enormes reservas de petróleo y la grave situación humanitaria, no son solo cuestiones regionales, sino que tienen implicaciones geopolíticas más amplias.

Ya en 2017 y 2018, durante las negociaciones en la República Dominicana, hubo un atisbo de esperanza de que el gobierno venezolano pudiera estar abierto a celebrar elecciones justas. La inminente amenaza de sanciones por parte de Estados Unidos y Europa se consideraba una palanca importante. Sin embargo, a medida que avanzaban los debates, el régimen tomó medidas para consolidar su poder ilegalizando a los partidos de la oposición y bloqueando la observación europea, alejándose de las normas democráticas y acercándose al autoritarismo.

Las elecciones unilaterales celebradas por el gobierno de Maduro tras la negativa de la oposición a firmar un acuerdo injusto marcaron un punto de inflexión. Estos acontecimientos llevaron al no reconocimiento generalizado de su régimen por parte de muchos países, aislando aún más a Venezuela en la escena internacional.

El quid de la cuestión de cara a 2024 es la persistente influencia de la ideología de la Revolución Bolivariana, a menudo comparada con la de Cuba, que desprecia los principios democráticos y los derechos humanos. Esta alineación con regímenes autoritarios como Irán, Rusia, China, e incluso Corea del Norte, plantea un desafío estratégico. Estas alianzas permiten al gobierno venezolano desafiar la democracia liberal y explotar la retórica de los derechos humanos con fines políticos, todo ello mientras mantiene las mayores reservas de petróleo del mundo como moneda de cambio.

Occidente, preocupado por los conflictos en Oriente Medio y la invasión rusa de Ucrania, podría pasar por alto la importancia de la situación en Venezuela y su posible impacto en la región latinoamericana en general. Sin embargo, este juego de ajedrez geopolítico es una cruda realidad para los venezolanos, cuyo éxodo masivo del país dice mucho de las terribles condiciones bajo el gobierno de Maduro.

Las estadísticas dibujan un panorama desolador. Incluso antes de que se impusieran importantes sanciones internacionales, Venezuela ya estaba sumida en una grave crisis económica, con millones de personas huyendo del país en busca de mejores perspectivas. La situación no ha hecho más que empeorar, con una inflación disparada y una fuerte contracción de la economía.

El año 2024 se presenta como una coyuntura crítica no sólo para Venezuela, sino para la preservación de la democracia y los derechos humanos en América Latina. Se teme que el petróleo y la migración puedan ser utilizados como palancas por los regímenes autoritarios de la región para manipular y coaccionar a Occidente. La atención de la comunidad internacional no debe centrarse únicamente en los síntomas de la migración, sino en abordar las catástrofes políticas, culturales y económicas subyacentes que la impulsan.




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