María A. Cabrera Arús (La Habana, Cuba, 1973) es socióloga. Estudia y escribe sobre los significados políticos de la moda y la cultura material, y enseña en la Universidad de Nueva York. Gestiona y dirige el archivo y colección Cuba Material.

María A. Cabrera Arús (La Habana, Cuba, 1973) es socióloga. Estudia y escribe sobre los significados políticos de la moda y la cultura material, y enseña en la Universidad de Nueva York. Gestiona y dirige el archivo y colección Cuba Material.
Primero de diciembre del cincuentaitrés, martes, / la madrugada,/ mi madre en su batón humilde saluda la llegada / del invierno a la isla / y con su mano blanca se palpa el vientre ancho / como el mundo.
¿Vivir en Miami o vivir entre jaulas? Si no fuese por los aires acondicionados, no existiría la gran ciudad de Miami sobre esta tierra profanada.
Los ataques israelíes matan a más de 90 palestinos; Biden mantiene conversaciones, pero evita presionar para un alto el fuego.
“Ernesto G. es el ‘flâneur’ que anota un registro vivencial. En el trasiego de los seres variopintos de una misma talla sociocultural, halla sus historias”.
La escalada de violencia entre Israel y Hamás se salda con más de 20 000 muertos, según cifras publicadas por el Ministerio de Sanidad de Gaza.
EE.UU. deporta al teniente Pedro Naranjo a la Venezuela de Maduro, encendiendo la polémica sobre la postura de la administración ante los solicitantes de asilo.
La Universidad Carolina se convirtió en una escena de caos, cuando David Kozak empezó a disparar en los pasillos y las aulas, dejando tras de sí 14 muertos y 25 heridos.
Hemos venido a decirles que los políticos no sólo no son Dios, sino que son la causa de nuestros problemas.
En À la recherche du temps perdu, un “Ya me duermo” o un “Buenos días” son literatura, sin que para ello tengamos que percibir el resonar del artefacto literario. Proust transforma las estructuras sintácticas sin hacer ruido, las tapiza con el mismo corcho que cubría las paredes de su cuarto.
He continuado denunciando el castigo ilegal del gobierno cubano a los profesionales, condenados a ocho años de separación familiar; así como el trabajo esclavista en las misiones médicas.
Conocí a Raúl Cordero en La Habana a mediados de los años noventa, pues viví por un tiempo frente a su apartamento en la Avenida de los Presidentes. Su personalidad y su arte me cautivaron inmediatamente. Vivía como le daba la gana, pintaba cuando quería, escuchaba buena música, sabía mucho de todas las artes y jugaba al tenis, como yo.
A pocos metros del glamur de los hoteles Manzana Kempinski y Packard, se extiende una ciudad desvencijada, con aguas pútridas en mil y un lugares, vertederos… Casi toda la capital es como un basurero enorme con vista al mar, un garbageland. Sus fronteras se han ido extendiendo con el tiempo, y ni siquiera las frena el litoral.