En los primeros 190 años de la Villa Blanca, en la antigua provincia de Las Villas.
La corrupción sobre ruedas: todas las terminales
En plena fecha conmemorativa para los caibarienenses, transcurrida sin mención ni alharaca por parte de la sordomuda Asamblea Nacional del Poder Popular, ha llegado hasta la sede municipal del pueblo nada menos que la Fiscalía Militar, en plan machetero, haciendo gala de tan olvidada zafra, para deponer del cargo a la actual intendente Leyanis Menéndez Rodríguez, nombrada en enero de este año, recluyéndola —mientras el palo va y viene con cadenciosa elasticidad— en el usual Plan Piyama diseñado por el comandante alejado.
Algo que no se ejecutó con su predecesor, Rafael Engracio Rodríguez Quesada, igualmente cuestionado por el pueblo, cuyas fechorías fueron abortadas mediando una investigación de cierta altura y quien terminó sustituido a finales de 2021 previéndose la liberación próximo-inmediata de la presidenta del gobierno: Mariela Villareal de Dios, acontecida a mediados del presente 2022 “por otras causas”.[1]
Una denuncia —anunciada previamente a la encartada por una subalterna nombrada Lidey Costales Palomino, enojada, en plan ajuste de cuentas tras su despido como directora de la Dependencia Interna del Gobierno, quien fuera sustituida por Zuleica González Herrada, una exempleada de Leyanis—,[2] pulsó las alertas en las fauces de la fiera enjaulada, alebrestada hoy en franca cruzada oficial contra el delito —véanse los últimos ditirambos de Michel Torres Cuevas, “director” de la Editorial Nuevo Milenio, en su difamador programa de TV ConFilo—, de modo que la comidilla del pueblo es ahora mismo la rampante “ilegalidad socialista” que cobra diezmos, pero esta vez a sus victimarios.
Asimismo, se percibe el retorno rápido de un neo Plan Maceta, el que ruidosamente invernaba desde 1994, a por lo suyo, pero en versión desempercudida. Caibarién, como toda Cuba, ostenta una larga lista de escandalitos semejantes a lo largo de su historia “posrevolú”, pues se entiende que no exista modo más “decente” de progresar individual e incivilmente siendo claque dirigente, que haciendo concesiones a los gratos influjos que emanan del poder. O el dinero. Ambos indisolublemente maridados y en función de satisfacer ambiciones.
Alexey Fernández Brito, un caibarienense que escaló hasta convertirse en director de la Empresa provincial de Construcción y Mantenimiento, responsable de la mayoría de los derrumbes no resueltos aquí —y que en mi primera parte de estas crónicas manifiesto que pudieron evitarse—,[3] se construyó frente a las narices de la “incomp(a)rable” policía económica y demás autoridades “al tanto del minucioso desvío” varias mansiones despampanantes, repletas con todo lo que en un primerísimo mundillo se pudiera desear.
Ni el PCC, ni Planificación Física, ni Vivienda, ni el CDR estaban enterados del asunto. Nadie vio desfilar camiones con extintos materiales, los sendos movimientos de tierra ni supo nada del exquisito montaje tecnológico. Los radares funcionan mejor en Cuba cuando de evasiones de otro tipo se trata y la policía se moviliza enseguida si se forman manifestaciones como las de julio 11 u octubre 10, así como el monitoreo del disgusto popular que se expresa en forma de mensajes “subversivos”.
A punto casi de inaugurarlas, diseñadas obviamente para explotar un turismo millonario, nueva denuncia parecida a esta activó las alarmas de las autoridades adormiladas, y terminaron siendo “decomisadas” in situ. Sin embargo —o precisamente con él— ahí continúan: cerradas al escrutinio público y pudriéndose como el dueño, lentamente.
Porque Alexey lleva año y medio trancado en la famosa “pendiente” y cada vez que la fiscalía propone al tribunal un expediente con lo que ha conseguido armarle en su contra, algún juez imparcial constitucionalmente refrendado lo rechaza por parecerle incompleto. Es evidente que Alexey “tocó con limón” —que sigue siendo a nuestro pesar la base de todo— a todo aquel jerarca o funcionario/policía que pudo interferir con fisgoneos en la culminación exitosa de tan ambicioso proyecto productivo. Pero Alexey no es la excepción en la cadena que nadie sabe dónde comienza ni termina.
La directora de Gastronomía y el gobernador de la Provincia son bastante asiduos a la playa destrozada de este pueblo. No porque les guste bañarse en semejante cochiquera, sino porque el complejo Brisas del Mar, que regentaba la depuesta intendente, se convirtió en el acto de sus respectivos ascensos siderales, en sitio predilecto para las actividades de sondeo programado del tipo “control y ayuda”, fueran políticas o culturales la apariciones sucesivas, aparte de las personales.
Existen testimonios de sonados cumpleaños obrados por ambos en las piscinas-snack-bares de esas instalaciones “del pueblo”, como justo reconocimiento a las labores ingentes que para prosperidad de todos despliegan en sus puestos laborales. Así lo hizo saber esta empleada acusadora, en una versión limitada de oyentes/testigos, y a la espera de que se reconozca el entramado torcido de semejante corruptela.
Brisas del Mar, que abarca toda el área vacacional y hospedera del municipio, además de la recreativa establecida para cobrarse en pesos cubanos —hasta que una decisión del renqueante ordenamiento otra vez la desordene— albergó durante la reciente pandemia a los enfermos del virus terminal en sus instalaciones. Se trata, pues, de las mismas sucursales sanadoras/matadoras que arrojaron luego las jeringuillas usadas al mar contiguo, como si fuera un soberano aporte al reciclaje.
Pues bien, aquella entidad fue abastecida —durante la crisis sanitaria— cuantiosamente de alimentos, medicamentos e insumos, los que evidentemente no fueron a parar en su totalidad a las manos, las bocas y los cuerpos de los enfermos allí ingresados, según se aduce.
Pero como nadie escapa a la red de interdependencias establecida con la autoridad indemne —llamada “cuchún”, según la plebe— para provecho individual, pues el esposo de la funcionaria litigante que debe estar hoy incluida en ese proceso investigativo: Lidey,[4] tiene abierto en redes sociales un servicio de —¿MiPymes, estatal, qué?— impresión de documentos y fotocopias de alto rango llamado anglosajonamente “Maranatha Casa-Digital”, suerte de “mezcla explosiva con Artex” —sociedad “anónima” adscrita al Mincult—, según expresan literalmente en una promoción vertida por ambos copropietarios en aquel sitio digital.[5]
Esta además representa el compañero Jesús a la única fábrica del Grupo Suchel Proquimia SA —obra del Grupo Empresarial de la Industria Ligera GEMPIL— en el territorio —como explico en la tercera entrega de esta misma serie sobre actuales temas teneros—, porque en febrero último desembarcó sus naves el emporio nada menos que en Cayo Santamaría para promover allí también productos de limpieza.[6] El compañero “comercial” tiene asignado, para sus funciones estatales, “un carrito cómico”, según comenta zorrunamente la ciudadanía.
Si el inversionista italiano que abasteció a la Patricio Lumumba con químicos ausentes varios años pudo establecer sin trabas el precio para sus pieles, las que sacó del país mientras la industria era peritada por una auditoria —interminable acaso, dada la ausencia de argumentos y sustratos comprobatorios del delito continuado—, ¿qué no habrán conseguido estos aprendices del latrocinio a partir de cualquier experiencia nacional o extranjera?
La denunciante de este último caso de hipotética corrupción proviene del sector turístico. Se muestra como evento sintomático que, toda vez se haya transitado por predios donde fluyan recursos y poderes, la adicción no conozca frenos ni mensuras. Fue Lidey previamente vicedirectora del Hotel Valentín Perla Blanca, en cayo Santamaría.
Más otra gerente, máster en Turismo y “camarada buena gente”, pero del Hotel Plaza La Estrella, Norgia Isabel Cedeño Torna, cuyo nombre reprodujo una vez fugada en su hostal particular[7] —con los bienes obtenidos allí para la construcción y el amueblamiento— “desertó” del Grupo Gaviota al que tributaba aun siendo diputada por a la ANPP, como lo muestra este sitio virtual desde 2019 de su elección.[8] La cuenta en Twitter que enuncia la pertenencia de la susodicha neocapitalista, coincidentemente con lo que sigue a continuación, ha desaparecido.
Ya es vox populi que la taimada combatiente, federada, militante partidista, estrecha colaboradora del MININT, ha penetrado ¿legalmente? en los mangrinos estados del norte americano, aprovechando la confusa ola migratoria, en espera de que un tribunal federal le conceda anhelada “residencia” en donde “el enemigo histórico del pueblo” se resiste a asimilar miedo suyo tan creíble, pero no a la expoliación continuada, sino al sistema político y represivo que tan jugosamente ayudaron en batallón a mantener.
El más cercano coadjutor económico y consejero personal de Leyanis, Aníbal Guerra Morales, conocido entre faranduleros como el payaso-mago-fonomímico de actividades extralaborales[9] y búsqueda monetaria asociada al grupo artístico provincial Rodrigo Prats, residente en el cercano municipio de San Juan de los Remedios, se encuentra en estos momentos “guardado en casa” tras haberse abortado un viaje “para irse a conocer los volcanes”, mientras corre la investigación paralela sobre su exjefa y el rumor que lo secunda.
Casualmente, la amiga de Leyanis y bienhechora suprema, Digna Morales Molina,[10] varias veces promovida y condecorada por el alto mando del país, es la directora del Grupo Empresarial del Comercio, la Gastronomía y los Servicios en Villa Clara, asociación con humos de moneda convertible y quien supervisaba en primera instancia el trabajo de su emplazada durante el período ocupacional bajo su tutela.
Se murmura en los pasillos del Gobierno Provincial, entre la membresía comunista y por el pueblo (chismoso) en general, que “Digna es la madrina del bautizo —¿católico, sincrético?— del actual presidente de la Isla, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez”, que desde su altura inmarcesible ha activado instrumentos en son de “reconocer el trabajo que ha pasado esta heroína para poder trabajar sin trabas”, en las obras difíciles del MINED —desarbolado—, como educanda primero y dirigente después.[11]
El acabose
A la hoy muy depauperada ciudad de Caibarién, ex estación portuaria, de viales aéreos y terrestres, llegó una avanzada desarrollista tan temprano como en 1849. Este 26 de octubre de 2022 la ciudad ha cumplido 190 años exactos de su debut oficial en los registros y archivos fundacionales de la nación cubana. Instituida administrativamente en 1832, ya concebía la posibilidad de expandirse desde 1826, en que los antiguos cuartones ganaderos y agrícolas salieron golosamente de sus estrechos perímetros para ocupar la costa virgen, lejos de la insegura octava villa remediana, vecina asaltada sin cesar por variedad de piratas insatisfechos.
Quedan registros de haberse hollado por primera vez en 1726. En subsiguientes años del ingente ajetreo, arribaron al área 160 operarios, fundamentalmente negros y chinos —comunidad asiática hoy extinta, como casi todo en “La Villa Blanca”—, para acometer las colosales obras del ferrocarril, desbrozando moderno ramal en un municipio espigado ya con cerca de 4 000 habitantes.
Desde 1842, la bahía fue frecuentada por mercantes de Nassau y tenía un fuerte militar en la boca del canal, que servía para bracear azúcares de los ingenios agregados, entre otros: Jinaguayabo y Bermejo; así como el comercio pujante por vía interior con sitios y corrales.
Según consta en papelerías aduanales, en Caibarién “entraron 59 buques y salieron 72 aquel mismo año de la consagración portuaria, exportándose 11 072 barriles de mascabado, 5 038 de miel de purga y 16 693 galones de miel de abeja. Las operaciones rindieron $539 695 pesos oro, a través de 5 muelles y 6 almacenes” que ya empleaban el “camino de hierro”, pero con tracción animal.
Los aseguramientos demuestran otra eficiencia: el 4 de abril de 1850 comenzó la construcción del enlace central ferroviario y en febrero del siguiente año llegó la primera locomotora. El 3 de marzo se hizo el ensayo general e inauguraron rieles en abril 14. Tomó justamente un año. En 1853 por fin se inauguró el tramo Caibarién-Remedios, apenas dieciséis años después del enlace Habana-Bejucal, acecido aquel histórico 19 de noviembre de 1837.
En el siglo XIX estrenábamos terminales
La principal vía de comunicación con la ciudad previa fue la marítima, tanto para el cabotaje como para el comercio de altura, con la salvedad de que los buques permanecían afuera, en Cayo Francés, a unas 2 millas de la costa, en cuyo extremo occidental está situado un faro (f. 1843) de donde partían vapores diarios a Yaguajay, Cárdenas, El Santo y La Habana; quincenales a Nuevitas, Puerto Padre, Banes, Antillas; y semanales a diversos puertos de Estados Unidos —incluido New York— y a la Isla de Providencia, en Las Bahamas.
Para ello, el municipio contaba con muelles pertenecientes a Almacenes de Vapores Herrera, S.A. y la North Atlantic & Gulf Streamship Inc. con condiciones ventajosas para los embarques de bultos y pasajeros.
Las primeras décadas del siglo XX marcaron el desarrollo más asombroso en todos los ámbitos. Fueron la prosperidad económica y cultural quizá —más las ganas de sentirse en suelo firme ofreciendo conferencias— lo que movió al poeta español Federico García Lorca (1868-1936), en pleno periplo americano y regresando de la capital del mundo en 1930, a hospedarse en el Hotel Internacional (f. 1880); a descalzarse el cansancio continental entre pisos de original tabloncillo, a respirar el aire salitroso del Mar de Las Antillas y a dejarse volar a imaginación en un pueblo fiestero que organizaba parrandas de barrios contrincantes, herederas de la ancestral tradición peninsular.[12]
Al año siguiente llegó a hospedarse también Gabriela Mistral, con idénticas razón y aspiración, tres lustros antes de merecer el Nobel, en otro de los 6 hoteles del patio: El Comercio, invitada por la filial de la Sociedad Cubano-Hispana de Cultura.
Muchos viandantes famosos venían por mar, otros por tierra, en comunión de intereses. No hacía falta demostrar que la ciudad crecía notoriamente. Los viajantes del comercio y los intelectuales pudieron dar fe de esas certezas.
Caibarién fue pionera en muchos rubros: tuvo el primer coche-bomba de América Latina, adquirido en 1908 en el Reino Unido por la Concejalía.[13] Inició, con capital estadounidense, la instalación del servicio eléctrico a pequeña escala en las postrimerías del siglo XIX (1899) y su generalización al municipio en 1910, extensible a Remedios.[14]
En 1917, Manuel Álvarez Álvarez —Manolín, como trascendió a la historia— hizo la primer trasmisión radial desde la Isla. En 1920 estrenaba su propia estación 6 EV —con una potencia de 20 watts— y en la esplendente década del 30, con mejorada señal (CMHD, 250 watts), multiplicó al éter voces importantes como las de los poetas arriba mentados y hasta las melodías del sagüero Antonio Machín o la trova tradicional del portento local Manuel Corona, previas entrevistas. La vivienda hoy destrozada, fue casualmente visitada para ofrecer una alocución pública, por el General Máximo Gómez Báez, en 1899.[15]
En 1941, el precursor insigne inauguró uno de los primeros radioteatros de Cuba, con 200 butacas y la entrada gratuita, por donde desfiló lo mejor del arte cubano. Sin embargo, este radioteatro nunca significó un negocio rentable para Manolín, quien decidió vender la planta al magnate mediático Gaspar Pumarejo, a finales de 1947. A partir de entonces, se mantuvo trabajando de forma particular con distintos equipos de comunicación, principalmente en los muchos barcos que sin cesar iban al puerto.
Continuó trasmitiendo para el mundo con una potente planta de radioaficionado hasta su muerte, ocurrida el 30 de marzo de 1986, a los 94 años. Llegó a establecer contacto con el rey Juan Carlos de España y fue considerado el emisor vivo más anciano del mundo. Un año antes, Manolín presidió, por condescendencia obvia de la dictadura y su Partido, la inauguración de la CMHS, tras un silencio radial sufrido por décadas.[16]
A final, a un pueblo también casi sin luz y con una estación demediada que solo escuchan quienes trabajan en ella le fue escamoteado aquel logro del inmigrante asturiano por la oficialidad, al otorgarle a Luis Casas Romero la primacía nacional, habiéndolo hecho aquel dos años más tarde que el nuestro, pero con una planta de mayor alcance y “peso” comercial.
Prueba ello lo enfermo que seguimos estando de tan quimérico grandiosismo, inoculado y derivado de la doctrina absurda que, al cabo, nos empequeñece.[17] Porque, ¿qué resta de aquellas frágiles empresas capitalistas —enemigas acérrimas del materialismo— dedicadas al provecho y la bonanza, que tanta repulsa inoculan hoy entre los educandos atenidos todavía a los textos “revolucionarios” vigentes, y a las que hemos vuelto cuales entes desesperados en estas “actualizaciones” hipócritas del desgobierno de facto?
La firma Cuban Central Railways Ltd., convertida en Ferrocarriles Occidentales, había tendido líneas en 1899, fecha que coincidía con la retirada de la Corona tras casi cuatro siglos de dominación española y con la primera visita aquí del distinguido general Máximo Gómez Baéz.
Ocurrió cuando ya estaban las rutas listas, desde mediados del XIX, en contubernio con la Compañía de Argüelles —precursora del coloniaje, no obstante—, y que, próximos a 1938, rodaran sobre ellas dos coches-camas diarios con destino a la capital del país y a ciudades intermedias, sustituidos después por modernos refrigerados yanquis.
Par de rutas rendían servicios bidireccionales a Sagua La Grande y Morón, y alcanzaban lugares igualmente distantes como Puerto Príncipe o Santa Clara. Hubo dos estaciones en la ciudad, simétricamente distantes, dotadas de gas-cars e idénticamente homólogas cooperativas de ómnibus con marcaje Electric Canberra Co. Ltd. & General Motors Coach. (Ingleses y norteamericanos los fabricantes, vehículos que aún ruedan sobre las desastradas carreteras cubanas.)
Se reponían en cantidades tales, que en 1950 ya partían guaguas cada dos horas con destino a La Habana, divididas en seis viajes respectivos de las compañías La Flecha de Oro y La Cubana.
Consorcios de trasportes y mudanzas de mercancías, con camiones liderados por Expreso Montero & Cía. y Casares Camiones, fueron forjados con plata isleña, más buques que servían al recreo, chalanas y goletas a la pesca, nube de remolcadores y patanas que hacían ínterin de puerto abierto a la herradura de gran calado en Cayo Francés.
Una red —terrestre y fluvial— de “trasportes seguros y eficientísimos” se sumó al par de vuelos semanales a La Florida, entre Homestead y Opa-Locka, los que salían desde un pequeño aeropuerto construido en los tardos años 40 del pasado siglo que quedó en activo para ciertos fines hasta la primera década de los 70.[18]
Tras el triunfo arrasador del ególatra en 1959, las calamidades cundieron naturalmente, cuando todo el entramado comunicacional creado se vino progresivamente abajo. Y con él se esfumó cualquier vestigio del comercio —matriz de la cultura y del desarrollo alcanzado hasta entonces— y fenecieron mansamente los agentes y las gentes.
Los convoyes
Frente al deterioro progresivo del parque tecnológico, inventaron El Mixto, suerte de trencito compuesto por una locomotora, un coche de equipajes —de madera— y dos de pasajeros llamados Pionero, los que se armaban en unos talleres locales nombrados —presuntamente en homenaje a lo taíno— Reconstructora de Coches Carahatas.
Los confortables aviones DC-4 de la inauguración aquella, fueron sustituidos después del caos involucionario por incómodos Antonov-2, pero eran aparatos exclusivos para la fumigación agrícola, aunque igualmente usados para la vigilancia militar con determinada preeminencia.
En El cubano se ofrece, un libro ochentero del pasado siglo e intitulado así, aparecen retratados pasajeros y guardafrenos lugareños, a punto de partir desde la rediviva estación ferroviaria hacia ignotos destinos.
Las fotos de Iván Cañas fueron encargo de la revista Cuba Internacional en su afán por aupar la Zafra de los 10 millones que comenzaba a naufragar a finales del 69. El reporte periodístico lo hizo Félix Contreras, otro encargado. Con rostros enmarcados sobre entornos grises, muy a tono con los negros tiempos, el autor plasmó un capítulo substancial en la fotografía cubana. El título aquel delataba las humanas formas de ofrecerse del ente nacional: ingenuo y absorto, o al cabo, ¿indiferente?
La locomotora usada para tal performance fue una TEM 4, copia exacta que hicieron los soviets de la ALCO-RSD1 estadounidense. En el vagón expreso viajaban las valijas, los periódicos y las cintas de películas “de estreno” que circulaban intermunicipalmente. Algunos coches alardeaban, acaso, en imperiosa perpetuación de las crisis energéticas por venir, de atesorar una bombilla de 40 watts sin que se la robaran.
Los destinados a pasajeros eran un híbrido de dos autobuses sobre una tosca plancha de tren. Les interponían par de puertas en el centro, e inodoro metálico al fondo. Aquella extraña guagua con ruedas ferrosas se apodaba Escambray, rememorando tal vez el profuso bandidaje en esta llana zona villaclareña que acogió por sorpresa planes movilizativos idénticos a los de la incómoda codillera de Las Villas, hoy espirituana.
Período Especial II: la debacle definitiva
Ninguna terminal local tiene hoy salidas. Hacia ninguna parte. No hay barcos en el puerto. Ni tanques con mieles. No queda tren en ningún andén. Las guaguas dan lástima, por no dar risa. El espacio, otrora súper activo y poblado, ha sido invadido por el silencio, los yerbajos y las sabandijas.
Algunos desclasados —sin casas— se han apoderado de las ex oficinas de aduanas, almacenes y hasta de garitas encomiadas a las ventas de boletos, previo desbroce donde yantar y defecar en múltiples bregares.
Solo media guagua —Yutong, como último vestigio de la China imperial— quedaba para alcanzar La Habana cada tarde-noche, compartiendo la mitad de los asientos con los vecinos revoltosos. Pero, agarrados cuales sanguijuelas de las crisis sucesivas, los bloqueos, los embargos y las pandemias también la quitaron.
Han sido cancelados todos los trayectos consignatarios, pues la ciudad misma no produce riqueza, ni pesca, ni caza. Entonces, resulta muy obvio que apenas precise moverse. Caibarién es hoy el puerto antes fragoroso que nada trasiega ya, sino absoluta mortandad, y que, como último estertor rabioso procura coartar continuas fugas —a veces devenidas masivas— con una bien pagada “penerre” (PNR), armada hasta los dientes, cual venganza última.
Faena final, pues, esta, de insumergibles dirigentes que no precisan montarse en autobuses ni trenes, mucho menos en barcos peligrosos, pues conservan modernos medios de trasporte propios, esperando en cambio a que les toque —en suerte un excelso día— algún billetico extra, pero que sea preferentemente de avión.
Pa’ lo que sea, Fidel.
Pa’ donde sea.
[1] https://www.lavillablanca.gob.cu/movimiento-de-cuadro-en-la-asamblea-municipal-de-caibarien.
[2] https://www.facebook.com/zuleica.gonzalezherrada.
[3] https://www.vanguardia.cu/villa-clara/5215-una-de-cal-otra-de-arena-y-mas-de-compromiso.
[4] https://www.facebook.com/lidey.costalespalomino.
[5] https://www.facebook.com/Maranathacasadigital.
[6]https://www.facebook.com/107413080957099/posts/pfbid0KwNZyapwTFpdRsGkHrc1pctDocNR54GFe5rnDHkJ1ALRMt2ktE6yHXhb91cov35ul/?app=fbl.
[7] https://caseparticularcubalatintravel.com/es/cps/hostal-la-estrella.
[8] https://proyectoinventario.org/?s=Norgia+Cede%C3%B1o+Torna.
[9] https://soyvillaclara.gob.cu/images/nuestra_region/programas/cultura/CATALOGO_ACTUALIZADO_2-2-18.docx.
[10] https://www.trabajadores.cu/heroe/digna-milagros-morales-molina/.
[11] https://www.trabajadores.cu/20210204/digna-enaltece-su-nombre-video/amp/#amp_tf=De%20%251%24s&aoh=16678670309847&referrer=https%3A%2F%2Fwww.google.com.
[12] https://cvc.cervantes.es/literatura/lorca_america/lorca_cuba.htm.
[13] https://www.radiocaibarien.icrt.cu/2022/04/25/carro.
[14] https://www.ecured.cu/Historia_de_la_electrificaci%C3%B3n.
[15] https://www.cubanet.org/mas-noticias/muere-portal-donde-nacio-la-radio-cubana/amp/.
[16] https://www.cafefuerte.com/culturales/dias-radio-hombre-puso-escuchar-los-cubanos/.
[17] http://www.vanguardia.cu/cultura/17972-sencillamente-la-radio.
[18] https://youtube.com/watch?v=xmD8iGUjwWM&feature=share.
De Brigitte Bardot para Power Ranger Rojo
“Un poema limpio y aseado será siempre un poema hermoso. ¿Cuánto escondemos detrás de las palabras?Quiero romper ese vínculo dictatorial entre el orden de estas líneas y tus ojos”.