Las obras de Enrique Silvestre son filigranas de sus ensoñaciones. Él es un soñador de imágenes, alguien que crea para conjurar la melancolía al suspender el tiempo.

Las obras de Enrique Silvestre son filigranas de sus ensoñaciones. Él es un soñador de imágenes, alguien que crea para conjurar la melancolía al suspender el tiempo.
“La estética lo va camuflando todo, saber que en ese justo lugar, debajo subyace la agresión, el dolor, la humillación. Hace que el tatuaje no sea solo un mero adorno”.
Fallece en La Habana la Muestra Joven [Q.E.P.D.] tras tres años de convalecencia en las oficias del Instituto de Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Ante su partida, queda un silencio que rogamos a los dolientes llenar con sus oraciones.
“Me crié en una dictadura y no quiero que lo mismo ocurra en los Estados Unidos”.
El político Alejo Vidal-Quadras en estado muy grave en el Hospital de la Princesa, tras ser disparado en la cabeza en plena calle.
La misma Norah Jones que comparte el premio Grammy con artistas como Maykel Castillo “Osorbo”, actualmente condenado a nueve años de prisión, o Yotuel Romero, quien tiene prohibida la entrada a la isla.
Benjamín Netanyahu promete un control de seguridad indefinido sobre Gaza tras la guerra, lo que hace temer una ocupación permanente.
Paul Auster publica ‘Baumgartner’, una novela profundamente humana, en medio de su batalla contra el cáncer, que resume la obra de su vida.
Edel Rodriguez publica “Worm”, unas memorias gráficas en las que contrasta su éxodo cubano y su vida en Estados Unidos, poniendo de relieve la fragilidad de la democracia.
“Worm: A Cuban American Odyssey” está disponible desde hoy en librerías y online.
“No tocar” a Fidel Castro, como ordena el mandato estatal, supone mantenerlo en un circuito público controlado donde no tiene lugar la crítica; un circuito higienizado y “securitizado”, a prueba de riesgos, atravesado por la retórica de la amenaza y el control de daños.
Recomendamos no escuchar este álbum hasta bien entrada la noche (cuán “entrada” lo dejamos a la discreción del oyente).
«¿Es santiaguero? Todo parece indicar que sí, aunque los policías de Plaza de Marte lo señalen como turista y a esta entrevistadora como jinetera».
Se llamaba Miranda. O al menos eso decía ella en su perfil en Tinder: “Miranda S. Dzhugashvili”. Tenía 20 años, según la aplicación, y se había mudado hacía muy poco a Saint Louis, Missouri.