Una ciudad donde sus habitantes se dan el lujo de soñar, porque no cuesta nada, y los más soñadores ya tienen la huida programada.

Una ciudad donde sus habitantes se dan el lujo de soñar, porque no cuesta nada, y los más soñadores ya tienen la huida programada.
Se armó toda una lucha entre figuración y abstracción. Fue una batalla lacerante, castrante y, total, para nada.
Enfrentado a tres acusaciones y una cuarta en ciernes, las batallas legales del expresidente Donald Trump se intensifican antes de la carrera electoral de 2024.
La libertad de prensa en el mundo está gravemente amenazada, y los periodistas se enfrentan a un aumento de la violencia y las detenciones.
“¿Y si digo que estabas abusando de mí? ¿Qué te parece? ¿Qué te puede pasar por engañar y abusar de una turista, eh?”.
Se calcula que en 1 de cada 25 hogares de Estados Unidos hay un miembro de la familia indocumentado.
Sin embargo, la evaluación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo señala que Gaza necesitaría “aproximadamente 80 años para restaurar todas las viviendas totalmente destruidas”.
En algunas provincias llevan meses mezclando la vieja y confiable harina de trigo con extrañas recetas: de yuca, de boniato, de calabaza. Lo que genera sabores más bien exóticos. Y no precisamente en el buen sentido de la palabra.
Por primera vez en 25 años, San Diego ocupa el primer lugar del país en cruces fronterizos de migrantes, superando a Tucson.
Legna Rodríguez Iglesias lee a Lleny Díaz.
A propósito de la publicación del poemario Se miran los caballos (Hypermedia, 2018).
Consignas diversas se dejan oír: “¡Viva Cuba Libre!”, “¡Patria y vida!”, “¡Tumba catao y pon quinqué!”, “¡Abajo el comunismo!”, “¡Bajen el precio de los cakes de nata de Galerías Paseo!”, etc., etc.
¿Quién gobierna en Cuba al fin? Los mismos blancos elitistas que dicen que luchan para y por el pueblo. Ellos sí viven como reyes y al pueblo que se lo lleve el diablo.
Disparos, sangre, piedras, consignas de un lado y verdades desgarradas del otro; la ilustración más acabada de la cubanidad inoculada por el castrismo: división y odio.
Del arte a las “políticas del arte” hay solo un paso. Siempre a favor de una mediación oportuna o finalidad oportunista.