La emergencia de una sociedad civil aún frágil pero mucho más activa y plural, unida a las decenas de miles de manifestantes en calles de más de sesenta localidades, mostraron al “pueblo” cubano como un actor protagónico, cuestionando la imagen tradicional de “apático” o “simpatizante” del régimen vigente.
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El 11J: La desobediencia como gesto de hastío
Con los gritos de “Patria y Vida”, “Abajo la dictadura”, “Libertad” o “Díaz Canel Singa’o” —de una potencia innegable— los manifestantes hablaron desde una dimensión del resentimiento que es, más bien, política.
De la leche, alergias y otros asuntos
¿Cuánto tiempo gasta una mujer cubana en comprar comida? Según ella, los tiempos de las madres no son mesurables.
Desidia, desencanto y vacío simbólico: la generación 11J
El 11J puso en perspectiva la necesidad de una nueva noción de soberanía, adquirida desde la catarsis colectiva.
Lugares comunes en la recepción intelectual del 11J
La lectura que hizo gran parte de la izquierda latinoamericana y mundial del suceso ha sido una de las más debatidas y cuestionadas. Su ceguera, sordera y parsimonia frente al 11J no sorprendió a nadie.
Un año después del 11J
Al pueblo cubano se le juntó el hambre con las ganas de comer, y después de 62 años, 6 meses y 10 días de sufrimiento dijo “¡hasta aquí las clases!”.
Feminización de la protesta: mujeres y cambio social en Cuba
En la sociedad civil cubana que recién comienza a hacerse escuchar, las mujeres no han adoptado un rol pasivo y subordinado a los hombres, sino que se han erigido como una variable fundamental en el inicio del complejo camino de vivir en la verdad.
Amelia Calzadilla: El reparto como resistencia, las uñas como guerra
¿Qué dijo exactamente Amelia Calzadilla como para provocar que ‘Cubadebate’ le otorgue su atención?
Entrenados en el arte de odiar
Cultivar el odio es clausurar las vías civilizadas para bregar con la injusticia, es —a fin de cuentas— invitar a la violencia. Toda expresión de odio es un búmeran que lanzamos, sin saberlo, contra nosotros mismos.
Azúcar prieta y aceite de coco
En el 93 tenía 11 años. En ese tiempo mi mamá era el sostén de la casa. No le he agradecido lo suficiente a esa mujer divorciada, profesora de matemáticas con un salario de trescientos pesos que fue mi madre en los 90.