Una explosión en el Hospital Árabe Al-Ahli de Gaza se cobró la vida de cientos de personas el martes, convirtiéndose en uno de los episodios de violencia más mortíferos jamás presenciados en la Franja de Gaza. Este trágico suceso arrastra importantes repercusiones políticas, sobre todo si se tiene en cuenta que se produjo pocas horas antes de la esperada visita del presidente Biden a Israel.
El suceso
La explosión causó al menos 500 víctimas, según las autoridades sanitarias de Gaza. El número de víctimas mortales incluía personal del hospital, pacientes y civiles que se habían refugiado en el centro médico tras la orden de evacuación emitida por Israel. Aunque el número exacto de víctimas seguía siendo incierto, la intensidad y el poder destructivo de la explosión ha causado una gran alarma.
Ashraf Al Qedra, portavoz del Ministerio de Sanidad palestino, calificó la explosión de “duro golpe” para el ya frágil sistema sanitario de Gaza. Con sólo una docena de instalaciones sanitarias en funcionamiento en el enclave, la destrucción del hospital Al-Ahli, que había dado cobijo a miles de personas que huían de los bombardeos israelíes, agrava aún más la crisis sanitaria de la región.
El juego de las culpas
El origen de la explosión se ha convertido en un punto polémico entre las partes implicadas. Las autoridades palestinas han señalado a Israel, acusándolo de lanzar el ataque aéreo que provocó la explosión. Por el contrario, el ejército israelí ha rebatido esta afirmación, sugiriendo que la explosión fue el resultado de un cohete lanzado por la Yihad Islámica palestina, un grupo militante con base en Gaza.
El portavoz militar israelí, Daniel Hagari, presentó un informe el miércoles por la mañana en el que afirmaba que no se había llevado a cabo ningún ataque israelí en las inmediaciones del hospital árabe Al-Ahli durante la explosión. Afirmó además que las pruebas, incluidas imágenes de drones y datos de radar, sugieren que la causa real fue un cohete mal disparado de la Yihad Islámica.
Tanto el líder de Hamás, Ismail Haniyeh, como el movimiento de la Yihad Islámica han negado vehementemente estas acusaciones, y Haniyeh ha condenado a Israel y a sus partidarios estadounidenses por la tragedia del hospital.
Además, Riyad Mansour, embajador palestino ante las Naciones Unidas, calificó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de “mentiroso” por culpar a la Yihad Islámica de la explosión.
Implicaciones internacionales
Este devastador suceso ha tenido importantes consecuencias diplomáticas, pues ha detenido las negociaciones en curso para liberar a los rehenes en manos de Hamás y ha puesto en peligro años de esfuerzos por fomentar la buena voluntad entre Israel y el mundo árabe. Arabia Saudí, que había estado considerando un acuerdo de normalización con Israel, declaró muerta cualquier perspectiva de este tipo a la luz de los recientes acontecimientos.
Las reuniones programadas por el presidente Biden con Israel y la vecina Jordania se han visto afectadas. Jordania, siguiendo al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, canceló las cumbres destinadas a abordar la crisis de Gaza.
Los líderes de la Unión Europea expresaron su consternación, condenando el acto como una violación del derecho internacional y volvieron a insistir en la necesidad de ayuda humanitaria para los palestinos. En ciudades como Bagdad y Beirut, los manifestantes mostraron su resentimiento intentando violar los parámetros de seguridad de las embajadas de Estados Unidos y Francia.
Hospital Árabe Al-Ahli: Breve historia
Fundado en la década de 1880 por misioneros anglicanos, el Hospital Al-Ahli cuenta con una larga historia. Desde que sirvió como hospital militar durante las batallas de la Primera Guerra Mundial entre británicos y otomanos hasta su transición bajo diversos liderazgos a través del control británico, egipcio e israelí, el hospital ha capeado innumerables tormentas. Gestionado por la Iglesia Episcopal, es un faro de esperanza y un santuario para los necesitados. Entre sus iniciativas más recientes figura la creación de un pabellón oncológico, financiado principalmente por los Amigos Estadounidenses de la Diócesis Episcopal de Jerusalén, en Texas.
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Eduardo López-Collazo es físico nuclear, doctor en Farmacia e investigador. ¿Su sueño? Eliminar la metástasis. Desde 2014, su nombre aparece en la lista de los gais más influyentes de España. Es colaborador habitual de este podcast.
