El arte que crea Vladimir de León Llaguno “Vlado” desde mediados de los años ochenta (empezó como diseñador con el dúo Nudo, que marcó un hito histórico en las artes gráficas cubanas), se caracteriza por la diversidad (abarca la pintura, el dibujo, el diseño, la fotografia, el video, la instalación, la performance) y por su anticonformismo, su iconoclasia, su sentido del humor, su desfachatez, su sarcasmo.
Vlado es un etnógrafo, un observador, un analista agudo y socarrón de una constelación de datos concretos que despeja de cualquier formalismo.
Para él la obra de arte solo puede ser original por la inclusión (y su disolución) de cada una de las formas de arte que esta contiene: es la materialidad de una totalidad como espacio de conservación de la memoria en un contexto determinado.
La ideología como criterio estético es esencial para entender la obra paradójica, a la vez crítica y alegórica de Vlado: un campo narrativo que conlleva perspectivas múltiples y que conduce a la liquidación de las jerarquías y a la desacralización de la obra de arte.
Antes que crear un vacío existencial, la multiplicación de las posibilidades narrativas y estéticas de Vlado produce una poética sui géneris, un espacio analítico simple y a la vez complejo que potencia el arte como lenguaje y como pensamiento o imaginario visual. A semejanza de la ficción para Marcel Broodthaers, la obra de arte para Vladimir de León Llaguno es el medio que “permite aprehender la realidad así como lo que esta oculta”.
François Vallée
Noel Morera: “Los artistas cubanos tienen miedo”
“Me botaron de San Alejandro por gusano, por falta de respeto, por contrarrevolucionario, me botaron por mi propia personalidad. Creo que en lo único en que he estado de acuerdo es por la razón por la que me botaron. Es verdad, soy un falta de respeto y un inadaptado formacional”.
