Martí es nuestro equipo de fútbol, una suerte de grandeza manejable, a falta de la real, la de todos los días de un país normal.
Martí es nuestro equipo de fútbol, una suerte de grandeza manejable, a falta de la real, la de todos los días de un país normal.
¿Qué sucedió realmente el sábado 10 de octubre de 1868, una fecha clave en la historia cubana?
“Es indudable el estrecho vínculo de la Alianza Francesa de Cuba con el comisariado cultural del patio, unidos en la pretensión de exportar una fachada de “normalidad” de la vida cultural del país“.
La esperanza y el cambio. El mensaje está claro: construir un mundo nuevo y mejor con los fragmentos del pasado.
En un tiempo donde los algoritmos persiguen tendencias y la atención se diluye, lo que sigue importando es el trabajo lento de construir una vida al servicio de la expresión.
Pongamos que el vestido le ha servido de segunda piel, aquella con la que ha podido no ya camuflarse, sino habitar desde el arte las adversidades de la emigración o el exilio.
Cuando las masas digitales comenzaron a atacar a Carlos Alberto Montaner, comprendí que algún resorte había estallado en secreto en nuestra alma nacional.
Las experiencias adquiridas durante la perestrunka le sirvieron al Estado cubano para rearticularse frente a la nueva realidad poscomunista.
“Interesa, sobre todo, fijar la imagen de ese joven poeta iconoclasta que aprovecha todas las oportunidades para hacerse visible y se mueve con libertad entre ‘los pajes, los comunistas y los sultanes’”.
La foto de este lunes de noviembre ilumina otro sentido subterráneo de esas palmas que revientan buldoceadas en un verso olvidado.
De lo que se trataba era de hacer un claro en el bosque. Una especie de patio interior. Una claraboya para visibilizar la barbarie.
En cuanto decidías lanzarte al aire, te cubrías de sudor, apretabas los dientes y cerrabas los ojos, te estremecías y murmurabas casi en silencio: ¡Timshel!
Por primera vez en 25 años, San Diego ocupa el primer lugar del país en cruces fronterizos de migrantes, superando a Tucson.
Uno vive en Cuba y el contexto horroriza. O desalienta. O estremece. O deprime.
Luis Manuel Otero Alcántara y Raychel Carrión utilizaron el teatro político orquestado por el Estado como telón de fondo para sus críticas al poder institucional.
A veces pienso que la muerte es lo único que logra conmovernos. Constituye nuestra forma de creación artística, nuestro único medio de expresión.
La protesta de Aaron Bushnell pone de relieve la historia de la autoinmolación como forma de disidencia política.
“Bohemian Rhapsody”, la icónica epopeya rock de Queen, rompió barreras en la música y la cultura. En su 45 aniversario, celebramos su legado.
La Unión Europea incumple su compromiso de entregar un millón de proyectiles de artillería para ayudar a Ucrania en el actual conflicto.
Con la excusa de “la lectura inclusiva” se intentó destacar, en las previas, el impacto cultural de los nuevos formatos que conjeturan una gran “revolución editorial”.
Crónicas desde El Carmelo, el barrio del Vedado en aislamiento ante la propagación del coronavirus: “No existe ninguna barricada donde termina el límite trazado la noche anterior: calle 21. La cuadra de 12 entre 21 y 23 no está cerrada, pero en cada senda hay un camión de policías y una patrulla. Parece un puesto de mando”.
#QuédateEnCasa, pero la gente de Cuba no puede quedarse en casa. La gente de Cuba vive del diario. Eso significa no tener ahorros, tener “pan pa’ hoy y hambre pa’ mañana”, tener la casa a medio construir. Un cubano con hambre y sin dinero es un cubano propenso a convertirse en “mercenario”.
«Mi existencia va de la Cuba castrista a la América del inframundo sadomaso, el sida, el desarraigo, la transvanguardia y el crack. Soy un sobreviviente por partida doble».
Una entrevista con Néstor Díaz de Villegas.
A film about the struggle for bodily survival, human dignity, and creative expression in the face of economic and material scarcity, government repression, and the siren song that draws Cubans to opt for exile.
Inquieto y desgarrador, apasionado, soberbio, exquisito, el arte mediático de Erik Ravelo destila magia creativa, un ojo peculiar y una visión conceptual propia y a la vez universal. Su mensaje es diverso y multifacético; genera preguntas incómodas pero necesarias, en una exploración estética que desconoce límites entre formas y medios de expresión.
“Produje mi obra al mismo tiempo que ellos, pero no creo pertenecer a la generación de los noventa. Tampoco creo ser el representante más importante en el campo de la escultura y el dibujo de esa generación, como lo escribes, no creo ser representativo de ella: los textos críticos y las exposiciones lo muestran”.