México tiene su primera mujer presidenta. Pero su gran victoria puede suponer un peligro mayor para la democracia y la seguridad.
México tiene su primera mujer presidenta. Pero su gran victoria puede suponer un peligro mayor para la democracia y la seguridad.
México sufre un auge de violencia del crimen organizado, con pueblos tomados y jóvenes desaparecidos. Un video viral subraya el horror digitalizado del país.
Celebramos 35 años de ‘Ritmo en el corazón‘, obra maestra de la salsa creada por las leyendas Celia Cruz y Ray Barretto.
Claudia Sheinbaum será la primera mujer presidenta de México, rompiendo las barreras de género en un país con altos índices de violencia contra las mujeres.
Los encuentros con inmigrantes ilegales en la frontera de Estados Unidos con Canadá se han disparado en los últimos años y no muestran signos de desaceleración, según datos oficiales.
Boris Larramendi (La Habana, 1970) es músico, cantante y compositor. Fundador del grupo Habana Abierta. Su carrera en solitario cuenta con cinco discos. Vive exiliado en Miami.
Mairav Zonszein, analista principal de Israel en el International Crisis Group, responde a la pregunta.
Zelenski reveló que lee libros sobre la historia del siglo XX, que exploran las “mentalidades” de figuras de la Guerra Fría y las relaciones entre las dos superpotencias, más Cuba.
El veredicto de culpabilidad de Trump en el juicio por el pago a la actriz porno Stormy Daniels ha supuesto un ola de apoyo republicano al expresidente.
¿Se podría justificar la comparación de la Cuba actual con la Polonia de la época de la transformación de los años noventa del siglo XX?
‘Mujercitos’ te presta cualquier cosa que ayude a liberarte: un dedo para vomitar, una idea para reventar el país, una mano para masturbarte, una garganta para gritar y unos dientes para morder. A falta de carne, pieles para canalizar la rabia.
Ha muerto una persona en una de mis películas, no lo puedo creer. Su rostro estará conmigo mañana en el rodaje, y en la edición, y en la película por siempre.
“Llegó el momento en que me animé a escribir, y era un proceso muy religioso: cada ocho días teníamos que someter un texto nuevo. Ya no solo discutíamos los libros, sino que se revisaban nuestros textos, pero en una carnicería misógina increíble”.
El desatinado comentario de Ávila me hizo hurgar en la memoria-pájara; su arenga moralista me trajo de vuelta a esos momentos en que me debatía si reconocerme gay o maricón eran cosas diferentes.