El ejército israelí ha pedido evacuaciones masivas de la ciudad meridional de Jan Yunis, intensificando su ofensiva terrestre. Esta última acción militar se produce mientras Israel pretende desmantelar a los dirigentes de Hamás en Gaza, responsables del ataque del 7 de octubre que desencadenó la violencia israelo-palestina más grave vista en décadas.
El conflicto, que ha roto un alto el fuego de una semana de duración, ya ha tenido un impacto devastador en la población palestina. Los informes indican que la guerra se ha cobrado miles de vidas palestinas y ha desplazado a una parte importante de los 2,3 millones de residentes en el territorio. Con la escalada de los ataques, los palestinos se enfrentan a una grave escasez de refugios seguros.
La agresiva estrategia militar de Israel, aparentemente dirigida a asestar un golpe demoledor a Hamás, se produce en medio de la creciente presión de su principal aliado, Estados Unidos. Esta estrategia plantea dudas sobre su viabilidad, teniendo en cuenta el profundo arraigo de Hamás en la sociedad palestina. El conflicto en curso y la ruptura de la reciente tregua han provocado un aumento de las víctimas civiles, lo que añade urgencia a los llamamientos para que se retomen las negociaciones diplomáticas.
Sin embargo, la intensificación de la ofensiva amenaza con agravar la crisis humanitaria. Amplias zonas de la región septentrional, incluidas partes significativas de la ciudad de Gaza, ya han quedado reducidas a escombros. Con cientos de miles de personas huyendo hacia el sur, existe el peligro inminente de que esta región también se enfrente a una devastación similar.
Para agravar la crisis, tanto Israel como Egipto han cerrado sus fronteras a los refugiados, dejando a los desplazados con opciones cada vez más limitadas. La situación en Gaza se deteriora rápidamente, y las continuas operaciones militares pueden hacer inhabitables amplias zonas del territorio, lo que agravaría aún más la emergencia humanitaria.
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