La pérdida de otra vida en la más absurda cotidianidad de una nación sin rumbo y sin destino.
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La pérdida de otra vida en la más absurda cotidianidad de una nación sin rumbo y sin destino.
Vanity Fair: “¿Cómo? ¿El Donald Trump que incitó una insurrección porque no pudo admitir que perdió la última elección?”.
Washington Post: “El presidente tropezó repetidamente, y el expresidente hizo afirmaciones falsas repetidamente”.
“Una protesta contra la dictadura autoritaria de un sistema anacrónico y contra el mundo libre y su demagógico discurso de ‘igualdad, libertad, fraternidad’”.
En Cuba, la política cultural es vista e instrumentalizada como una extensión de la administración social y para el mantenimiento del orden político.
Un espacio cerrado, íntimo, resumido en naturalezas muertas donde frutas y peces conviven con estilizados ornamentos coloniales.
Hilda Landrove es conocida por su notable trabajo en el estudio de la sociedad civil, destacándose como una crítica incisiva del totalitarismo cubano.
Pescar en La Habana, desde el muro del malecón o en un corcho aguas adentro, es una forma de zen.
El evangelio de un béisbol que es patrimonio de nuestra nación desaparecida.
¿Qué sabes tú, Señora / de la Gran Llave, / apoyada en tu propia apertura / a los golfos abiertos?
Esta ciudad nació de la sal del puerto / y allí creció caliente, deschavada, / el sexo abierto al mar. / El clítoris guiando a los marinos / como un faro de luz en la bahía.
Mientras Kcho se codea con la curia pontificia, en Cuba hay artistas presos por intentar ejercer su creatividad y sus derechos.
En nuestras latitudes, tales maravillas botánicas son hijas del descuido y la desidia, que no del esfuerzo mancomunado o la mano de obra esclava.
Vivimos en un limbo sin derechos legales, con condenas más duras en muchos casos que las impuestas a los asesinos.
El ex agente Derek Chauvin, condenado por el asesinato de George Floyd, resultó gravemente herido tras ser apuñalado en una prisión federal de Arizona.
Nadie escuchaba. Nadie escucha aún. Lamentablemente hoy, por lo teatral en el discurso, todos hablan, o publican, o cantan, o pronuncian.
Hoy, mejor que cualquier otro día, he comprendido ese grito que sale del alma: “En San Isidro estamos todos”. Les toca a ustedes la escalada de violencia en una expresión muy alta; a mí, en mucha menor medida. Lo peor es que mañana le puede tocar a cualquiera. No es necesario alzar la voz para ser acusado; basta, tan solo, tratar de asomar la cabeza fuera del guion.
Está claro que, por mucho que doren la píldora, Miami no es ciudad para los actores. Y menos para el tamaño de Broselianda Hernández. Lo más duro es que el cine cubano también la abandonó. Ese cine ingrato que desatiende a muchos, aun en el momento de mayor brillo. Brose se quedó sin tierra. Por eso se ahogó.
Yo dibujaba con café, con tierra. Hacía una pasta machacando pastillas de los medicamentos que son de colores, como el timerosal, el yodo, el alusil para la acidez.
“Después que te explican por primera vez qué es un ‘ready made’, llegas a un centro. No sé si un urinario pudiera ser el centro de la vida de alguien. Pero después de esta explicación, aun sin pensar en ello, nunca más meas de la misma manera”.
Ha muerto una persona en una de mis películas, no lo puedo creer. Su rostro estará conmigo mañana en el rodaje, y en la edición, y en la película por siempre.