Abel Sierra Madero

El hombre que mató su propio mito

El Comandante seguía ante las cámaras, frente a toda la nación por horas y horas, con una jerga nacionalista trasnochada, desconectada de la realidad. El traje de verde oliva y la barba desmenuzada lo hacían lucir cada vez más anacrónico. Era un hombre del siglo XX, de la Guerra Fría, aferrado al poder.

Lo más reciente

Abel Prieto

12 preguntas al Estado cubano

Si el Estado decide que un ciudadano es su enemigo, ¿pierde ese ciudadano automáticamente sus derechos? ¿No es menester demostrar su culpa antes de condenarlo? ¿Quién lo juzga? ¿Quién lo defiende? ¿No es legítimo que un ciudadano pida y obtenga respuesta a preguntas como estas?

Carlos Lechuga

Horario laboral

Estoy pensando en que esto de ser artista en el trópico es tremenda mierda, en que la culpa de todo la tiene el maldito ego. Debería haberme puesto para conseguir un trabajo estatal. Normal. De 8 a 5. Con los pies en la tierra. Sin esperar que nada caiga del cielo. Hay que tener menos boberías en la cabeza.

Alejandro Aguilar

Ningún día se parece al otro

Además de la poesía, que ha vuelto a ganar peso en lo que escribo, trabajo en esa novela que sigue siendo una indagación sobre lo que somos, qué hacemos por aquí y qué pasará cuando llegue la hora de cerrar esta historia. Ese momento que de alguna manera debe ser una consecuencia de lo que hemos vivido.

Lo + leído

Arte en La Habana: tres notas distantes

Arte en La Habana: tres notas distantes

No estuve ahí, pero dicen que Julio Llópiz Casal lamió el piso. Dos líneas: una de mayonesa, otra de kétchup, trazadas sobre el piso del salón. El artista se postró sobre sus rodillas y procedió a lamer el recorrido de las salsas. Evocaba tópicos referentes a la migración; la frontera; la humillación, humildad y esfuerzo del individuo que emprende el viaje del desarraigo borrando los límites.