Científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) han descubierto lo que creen que es el mayor cráter de impacto de asteroide del mundo, enterrado cerca de la ciudad de Deniliquin, Nueva Gales del Sur, Australia. La investigación, publicada recientemente en la revista ‘Tectonophysics’, revela un posible lugar de impacto de 323 millas de ancho, casi el doble del tamaño de la actual estructura de impacto de Vredefort, en Sudáfrica, que ostenta el récord.
Los investigadores estiman que la llamada “estructura Deniliquin” se formó hace entre 445 y 443 millones de años. El profesor adjunto de la UNSW e investigador del impacto de asteroides, Andrew Glikson, sugiere que el impacto podría haber desempeñado un papel importante en la instigación de la etapa de glaciación Hirnantiana. Este periodo fue testigo de una extinción masiva que erradicó aproximadamente el 85% de las especies de la Tierra.
Los impactos de grandes asteroides son conocidos por sus consecuencias catastróficas. Más allá de la destrucción inmediata, el campo de escombros resultante y la interferencia atmosférica pueden bloquear la luz solar, provocando enfriamientos prolongados.
Glikson señaló: “Cuando un asteroide impacta, forma un núcleo levantado similar al chapoteo que se produce cuando se deja caer un guijarro en el agua. Con el tiempo, estas cúpulas centrales, indicativas de estructuras de impacto masivo, pueden erosionarse, lo que dificulta su identificación.”
El posible descubrimiento se deriva del análisis de los datos geofísicos de la región entre 2015 y 2020. Glikson declaró que cree haber “confirmado la existencia” de la estructura de Deniliquin, mostrando un domo sísmico en su núcleo. En apoyo de sus afirmaciones, citó varios fenómenos físicos indicativos de un impacto masivo, entre ellos patrones magnéticos simétricos y fallas radiales que irradian desde el supuesto centro.
Sin embargo, aunque estos hallazgos son prometedores, la prueba definitiva del impacto del asteroide sigue siendo difícil de obtener. “Para obtener pruebas irrefutables, necesitaríamos recuperar signos físicos del choque, lo que requiere perforar profundamente la estructura”, subrayó Glikson.
Es un avance que tiene implicaciones monumentales. Sin embargo, sin planes inminentes para una operación de perforación de gran envergadura, el mundo aguarda con expectación, con la esperanza de obtener una imagen más clara del turbulento pasado de nuestro planeta.
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