El peor seísmo en más de un siglo sacude Marruecos.
A última hora de la noche del viernes, el oeste de Marruecos se vio sacudido por un devastador seísmo de magnitud 6,8 que dejó tras de sí al menos 2000 muertos confirmados y otros 2000 heridos. Se trata del seísmo más potente que ha sacudido la región en más de un siglo, y las cifras siguen aumentando mientras los equipos de rescate luchan contrarreloj.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) indicó que un suceso sísmico de estas características, aunque poco común, no era del todo inesperado. El último terremoto de magnitud superior a 6 en la zona se remonta a 1900. Este temblor reciente, calificado de somero por su profundidad de unos 18,5 kilómetros, se originó a 47 kilómetros al sureste de Marrakech. Estos seísmos poco profundos suelen ser más devastadores.
Las ondas de choque se sintieron profundamente en Marrakech y sus alrededores, con unos 300 000 residentes afectados, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.
Esfuerzos de rescate frustrados por el terreno
Caroline Holt, responsable de la coordinación de desastres de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, ha destacado los retos a los que se enfrentan los equipos de rescate. Dada la vasta zona del terremoto y el intrincado paisaje de la región afectada, muchas zonas sólo son accesibles mediante helicópteros. Además, el envío de maquinaria pesada para remover los escombros sigue siendo una tarea hercúlea debido al entorno montañoso.
La provincia de Al-Haouz, conocida por su accidentado terreno y epicentro del terremoto, ha registrado más de 1000 muertos. En el corazón de Marrakech cundieron las escenas de caos y desesperación. Mientras los muros cedían y el principal minarete de la ciudad se balanceaba amenazadoramente, unos vídeos mostraban a los habitantes corriendo para ponerse a salvo. En medio de la bruma de polvo, los residentes buscaron refugio, echándose una mano unos a otros a través de las oscuras y estrechas callejuelas.
Alrededor de 19,3 millones de personas estuvieron expuestas al seísmo, según los últimos datos del USGS. Para complicar aún más las cosas, la infraestructura de comunicaciones se colapsó bajo la fuerza del seísmo, dejando a innumerables personas sin medios para ponerse en contacto con sus seres queridos o acceder a actualizaciones.
Respuesta mundial e historias desde el terreno
El silencio del rey Mohammed VI en esta grave situación ha suscitado muchas preguntas, ya que no se ha dirigido directamente a la nación ni ha solicitado ayuda internacional. Sin embargo, las entidades mundiales se han preparado para actuar. “Sólo estamos esperando la luz verde de Marruecos”, expresó un funcionario de la Unión Europea en una conversación con The Washington Post. Mientras tanto, el Viceconsejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jon Finer, anunció la preparación de equipos estadounidenses de búsqueda y rescate para ayudar a Marruecos. Numerosos países han ofrecido su ayuda, y Argelia, a pesar de haber roto sus relaciones diplomáticas con Marruecos, se ofreció a abrir su espacio aéreo para facilitar la ayuda y las evacuaciones médicas.
Aziz Taki, de 40 años y residente en Marrakech, relató los horrores de aquella fatídica noche y compartió una desgarradora historia de pérdidas y pánico. Mientras los edificios se derrumbaban y las calles se llenaban de polvo y caos, la familia de Taki, como muchas otras, sorteó los peligros de la noche, siendo testigo de la trágica muerte de vecinos y amigos.
Mientras las réplicas de esta calamidad se extienden por todo el país, Marruecos se enfrenta a la ingente tarea de curar a sus heridos, llorar a sus pérdidas y reconstruir sus comunidades destrozadas. Entre los escombros y la angustia, la resistencia de su pueblo y la fuerza colectiva de las comunidades mundiales ofrecen un rayo de esperanza.
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