Entramos al túnel, como si una bestia mayor que el camello nos engullese.

La libertad se parece a esa sonrisa con que la muerte nos llama. Es promesa de una plenitud allende el turbio reino de este mundo.
Estos creadores se suman a los quince artistas encarcelados a lo largo de todo el país, por los que sostenemos una campaña de liberación.
El mérito mayor de ‘Lolita’ consiste en haber transformado en arte una historia que se encuentra siempre en peligro de caer en la procacidad.
Llama la atención que los académicos afroestadounidenses, defensores de los derechos civiles y de las minorías en su país, no pregunten por los presos políticos o los derechos humanos en Cuba.
Los totalitarismos son enemigos mortales del tiempo y de la dialéctica. Cada día es el mismo día.
“Hay un estar y no estar de los personajes en las escenas que fascina”.
La cultura oficialista cubana ha servido como
Magali Alabau. Poeta. Nació en Cuba y reside en Nueva York desde 1968. Estudió teatro. Ha publicado entre 1986 y 2016 nueve poemarios.
La curaduría como puesta en escena del pensamiento y un intento de diálogo con los públicos del arte contemporáneo desde lo sensual, lo espiritual y lo intelectual.
Hypermedia Magazine conversa con el Observatorio de Derechos Culturales en Cuba sobre sus objetivos y el estado de la cultura en la isla.
Una guitarra que era en sí misma una realidad alterada por la manera en que debía ser puesta contra la caja del cuerpo para disparar, en ráfagas, acordes o qué sé yo.
Si algo tienen en común las muertes y las partidas es que dejan el vacío donde hasta hace poco había vida.
Las respuestas latinoamericanas pueden clasificarse en tres posiciones principales: antiisraelí, neutral o simétrica y proisraelí. Conoce qué posición elige cada país.
La violencia política no es una preocupación para los intelectuales cubanos, complicidad nunca gratuita. Lo tácito, lo anónimo pasan a ocupar el lugar de la responsabilidad y el diálogo. Secuelas de la estatización y la colectivización, secuelas de una política afectiva deshumanizante y, digámoslo, secuelas del totalitarismo en curso.
“El artista no es un título, no es una página web, no es un portafolio, no es un currículo, no es una tarjeta de negocio, no son redes sociales, pero nos hemos convertido en eso. Nos hemos adherido a las palabras, a los conceptos, y sobre todo a las tendencias; ese oleaje que viene y va, y te deja tirado en cualquier orilla”.