Luz Escobar es periodista y fotógrafa. Durante su trayectoria, ha recibido múltiples reconocimientos, incluido el Premio Libertad de Prensa del diario español ‘El Mundo’.

Luz Escobar es periodista y fotógrafa. Durante su trayectoria, ha recibido múltiples reconocimientos, incluido el Premio Libertad de Prensa del diario español ‘El Mundo’.
“Pensaba en lo avergonzada que se sentiría si tuviera que llegar a explicarle a algún colega que ella, doctora en Ciencias Bioquímicas, estaba considerando un remedio mágico para su hermana”.
“Es poesía. Nostalgia, su Orlandostalgia. La anunciación de un destino… cambiable, perfectible”.
“Nuestros hijos nos salvan; desde nuestros pedazos, nos rehacen”.
“La patria existe donde esté mi hijo, donde estén él y mi esposa, donde la angustia sea expulsada por el cariño y la paz”.
Nos enfrentamos a una paradoja inquietante: mientras que la ciencia nunca ha sido tan accesible, la desinformación y la incultura científica proliferan.
Viajar, también, es perder. Abandonar lo último que las manos de tu madre han tocado.
Los cubanos hemos experimentado una mutilación silenciosa y sostenida, que uno viene a descubrir totalmente cuando el estupor se ha disipado.
No hay puentes sanos. Se ha hecho inconcebible el diálogo entre Ana de Armas y los cubanos.
El fascismo entre los cubanos no es nada particularmente malo. Por el contrario, se nos da bastante bien y lo entendemos mucho mejor que a la democracia.
Para los extranjeros, Cuba aún sigue siendo la isla de Fidel Castro. La autora ha optado por no explicarles demasiado. Con tal de no matarles la ilusión.
Igual saqué mi bandera de ‘Patria y Vida’. Y encima grité hasta quedarme ronco, a ver si el 11 de Julio subía al menos 11 segundos a escena en aquel teatrico churroso, incomparable a tus concertazos en la islita donde fuimos jóvenes y nos enamoramos de ti, en una época en que la libertad era todavía tan innecesaria. Maldito sea tu nombre, democracia.
Las bases de espionaje y el intercambio de inteligencia refuerzan la defensa de Kiev en el conflicto actual.
Flaco era un águila-búho eurasiática. En definitiva, una de aquellas lechuzas de nuestra infancia televisada. Su signo era Piscis.
“Pájaros de las tardes del campo o la ciudad, / no importa, repetidos están en la memoria. / Alas ansiosas atraviesan mi pecho como navajas finas. / Desvanecido el día y sus deberes, yo comienzo”.
Rusia prohíbe la entrada a más funcionarios de la Unión Europea, ampliando su “lista de exclusión” a cerca de 200 nuevas entidades y personas.
La protesta de Aaron Bushnell pone de relieve la historia de la autoinmolación como forma de disidencia política.
El Vaticano bloquea las propuestas de los obispos alemanes sobre la aprobación de las relaciones homosexuales y la ordenación de mujeres sacerdotes, reafirmando las doctrinas tradicionales.
El alto el fuego entre Israel y Hamás gana terreno con la liberación de rehenes y prisioneros, ofreciendo una frágil pausa en el conflicto más mortífero de las últimas décadas.
Nadie escuchaba. Nadie escucha aún. Lamentablemente hoy, por lo teatral en el discurso, todos hablan, o publican, o cantan, o pronuncian.
Trump será olvidado con pudor, para no tener que recordar el lodazal en que convirtió a la nación americana. Su legado es la desunión, una nación ansiosa buscando un asidero. Su legado son gordos con AR15 y chalecos antibalas, a los que él llamó patriotas, ocupando sedes de gobierno y pavoneándose en calles, escalinatas, autopistas.
La anunciada reforma salarial podría diluirse en una espiral inflacionaria de precios que mantendría muy bajo el poder adquisitivo. Para eliminar la escasez de alimentos tampoco parece posible la importación, pues la pandemia ha disminuido de manera drástica el turismo, las remesas y la venta de servicios médicos al exterior.
Una conversación con Juan Abreu a propósito de la publicación del libro Emanaciones. 2008-2011 (Hypermedia, 2019).
Hay que agradecerle a Pablo Milanés que, a pesar de “los problemas ideológicos”, mis compañeros descubrieran un poco de luz al final del túnel del adoctrinamiento.
“Muchos cubanos de línea dura pueden pensar que Ignacio Berroa regresó a Cuba a tocarle a Castro. Pero para mí fue un regreso victorioso: poder regresar a mi país a tocar la música que siempre quise tocar, y darles la oportunidad de verme tocar a esos jóvenes que tanto me admiran, para que supieran que sí se puede”.
Siempre me han atraído esos coleccionistas relativamente jóvenes que atesoran obras que yo quisiera tener o que vi algún día en proceso. Ese tipo de colección me retrata. Así que esta entrevista François Vallée es un doble selfie. Los coleccionistas, con su olfato entre anárquico y romántico, casi siempre se adelantan a los críticos.