Bancarización o la Gran Hambruna a la cubana

La alimentación en la sociedad moderna

En las sociedades modernas, para poder comer, todos aquellos que no producimos alimentos de manera directa debemos pagarlos, por lo general, con dinero. No solo los productos en sí, sino también aquellos servicios y bienes para cocinarlos y/o conservarlos. Esto, sin dudas, es una verdad de Perogrullo. Perogrullada que, sin embargo, el gobierno cubano parece haber olvidado en los meses más recientes.

La historia de este olvido podría contarse de muchas maneras, desde múltiples ángulos, a partir de diferentes hechos en cada período particular. Conscientes de esto, decidimos enfocarla desde dos rutas que nos parecen importante: la bancarización de los servicios y el último corralito impuesto por el Gobierno, pues se entrelazan entre sí para agudizar el hambre oculta existente en la Isla.


La intervención del Gobierno en la producción agrícola

Lo primero que no debemos olvidar es cómo el Gobierno —así como el Estado, porque en Cuba no son entes fácilmente deslindables— fue disminuyendo la capacidad adquisitiva de su población al fiscalizar y reducir los ingresos monetarios de esta, empezando por los alimentos. Siguiendo la tradición de los antiguos países socialistas del Este, Fidel Castro comenzó a ejercer un férreo dominio sobre el pueblo a través de la comida.

Años antes, Stalin había decidido colectivizar estatalmente la agricultura y expropiar las tierras, las cosechas, el ganado y la maquinaria, dejando en manos de las autoridades el control de la producción agrícola; lo cual fue una de las principales causas que originó el Holodomor, considerado una hambruna artificial: había comida, pero no se podía acceder a ella. Fidel no le dio muchas más vueltas al asunto: era tan solo cuestión de importar el concepto al Caribe y adecuarlo un poco a sus propósitos en la Isla.


Los efectos en la población

Los métodos fueron cambiando a lo largo del tiempo y la hambruna, de artificial, pasó a ser real, aunque oculta a los ojos del mundo. Sin embargo, para la mayoría de los cubanos era evidente y las tiendas MLC se erigieron como uno de sus ejemplos más visibles y tangibles. Al punto de prohibir que los tenderos colocaran las confituras de manera que pudieran ser vistas desde la calle, ante las protestas de los padres que no podían satisfacer los pedidos de sus hijos.

Mucho se ha analizado sobre el impacto negativo en la crisis alimentaria que sufre la población cubana desde que el Gobierno decidiera trasladar la mayoría de los productos alimenticios a este tipo de establecimientos. Sin embargo, el 17 de julio de 2020, el presidente designado Miguel Díaz-Canel anunció en una Mesa Redonda la apertura de 47 tiendas en Moneda Libremente Convertible que comercializarían alimentos solo en esta especie de dólar bancario.


Dificultades económicas y acceso a alimentos

Pero esto apenas ha sido un paso más en nuestro Holodomor isleño. A las tiendas donde había comida, la mayoría de la gente no tenía acceso. Y no podía tener acceso porque, obligatoriamente, se necesitaba ingresar divisas en una cuenta bancaria; divisas que el mismo Estado había dejado de vender desde 2021. De modo que solo quedaban dos opciones: o se tenía un familiar o amigo en el extranjero que depositara el dinero, o se recurría a su compra en el mercado negro.

Pero, con la disminución del turismo debido a la pandemia de covid-19 y el cierre de Western Union, la demanda de divisas terminó siendo mucho mayor que la oferta, aumentando, por ende, su precio; que, en un período de dos años, fue de 50 CUP a 250 CUP por 1 USD. Lo cual, sin duda alguna, elevó el costo de adquisición de los alimentos no solo en MLC, sino también de aquellos en CUP, pues el precio del dólar en el mercado negro terminó por halar toda la economía paralela.


Bancarización y desafíos económicos

Lo cierto es que, a pesar de las declaraciones en aquella Mesa Redonda de Alejandro Gil, titular de Economía y Planificación, de que las tiendas MLC no sustituirían las ventas en CUC ni en CUP, en menos de un año la realidad había demostrado ser otra cosa, pues el CUC había sido eliminado de circulación con la supuesta reunificación de la economía y trasladada la venta de casi todos los productos que quedaban en CUP a MLC.

En medio de la galopante inflación y el desabastecimiento alimentario, el Gobierno estableció la apertura, finalmente, de las MiPYMES; en teoría abocadas a la exportación de productos de fabricación nacional y a una recuperación de la industria local. Sin embargo, la mayoría de estos negocios terminaron por importar alimentos para su comercialización mayorista y minorista directa a precios exorbitantes.


La problemática de la leche y los grupos vulnerables

Uno de los ejemplos más evidentes resulta el de la leche, eliminada incluso de las dietas médicas vendidas mediante la libreta de abastecimiento, pero que sí puede encontrarse en las MiPYMES. Mientras la mayoría de los países considera este alimento dentro de la canasta básica y, por tanto, regula su precio de venta o lo subvenciona en parte, en estos negocios un kilogramo de leche en polvo puede alcanzar los 1900 CUP; casi el salario mínimo (2100 CUP) y por encima de la jubilación más baja (1528 CUP) de un trabajador en Cuba.

En un país como Cuba, con un alto índice de familias monoparentales o de abuelos que crían a sus nietos, ¿qué sucede entonces con una madre con un hijo mayor de 7 años, pero aún en plena etapa de desarrollo de la dentición y formación ósea, que solo gana un salario mínimo? Teniendo en cuenta que un kilogramo de leche en polvo representa aproximadamente 8 litros y que cada litro son 4 vasos de 8 onzas, esto significa que ese niño no podrá tener acceso siquiera a un vaso de leche diario.

Similar pregunta resulta igual de válida dentro de la población envejecida de la Isla —la más envejecida de toda América Latina—: ¿qué sucede con una persona de la tercera edad cuyo único ingreso monetario es la jubilación más baja? Porque estos casos se cuentan por miles. En el primer trimestre de 2022, el número de jubilados en Cuba era de cerca de 1 600 000; de los cuales, más de la mitad cobraba el retiro mínimo —esto, sin contar a los pensionados por viudez (1070 CUP) ni a los asistidos sociales (1260 CUP).


La falta de acceso a la alimentación

O sea, al menos 800 000 adultos mayores sin poder comprar el kilogramo de leche en polvo que venden las MiPYMES. Esto, en el caso de la leche en polvo. Porque, si hablamos de los precios de la leche líquida, los números se elevan, pues el litro oscila sobre los 500 CUP, tal y como se encuentra, por ejemplo, en la tienda Pelegrin, gestionada por una mipyme y ubicada en uno de los locales del Miramar Trade Center, en La Habana.

En tal situación, para ingerir un vaso de leche líquida diario habría que pagar 3750 CUP; casi el valor de un salario medio en Cuba (unos 4000 CUP). No obstante, el Gobierno, no satisfecho con dolarizar la alimentación —sin haberlo declarado— y con delegar sus funciones de abastecimiento de comida al pueblo hacia estas empresas, decidió también bancarizar la economía y restringir, en un corralito bancario, la cantidad de efectivo que se puede sacar de las tarjetas.


Las dificultades de acceso al efectivo

Así, anunció con apenas tiempo de antelación que desde el 3 de agosto del presente año queda condicionada la extracción de dinero en los cajeros automáticos a tarjetas asociadas a pensiones, cuentas de ahorro, salarios y bonificaciones; y estableció un límite de seis meses dentro del cual todas las MiPYMES y otros comercios deberán comenzar a operar sus transacciones de manera electrónica, bajo pena de ser multados una vez concluido este plazo. Sin embargo, con anterioridad, ya estaban limitadas las extracciones a 80 000 CUP diarios, con un máximo de 120 000 CUP al mes.

Esta reciente medida responde a varios factores, entre los que se esconde la falta real de moneda impresa y el perenne afán del Gobierno-Estado cubano por monopolizar el control de la economía nacional. Hace unos días, Cuba se declaró insolvente para pagar sus deudas al Club de París. Imaginen un escenario en el que se declarara también insolvente de moneda nacional para pagar, cuando menos, los salarios, jubilaciones y pensiones. Necesitaba por ello un chivo expiatorio para culpar de la falta de efectivo en los bancos y cajeros; papel que terminó otorgándole a las MiPYMES.

Pero retrocedamos un poco en el tiempo. Luego de que a finales de mayo de 2021 el Estado declarara el cese de la venta de divisas a la población y a los viajeros internacionales por falta de moneda libremente convertible en los bancos de Cuba, el 10 de junio del mismo año anunció que no recibiría más depósitos bancarios de dólares en efectivo, pues los bancos tenían las bóvedas llenas de este dinero, que no podían colocar en el mercado internacional debido al bloqueo.


Cambios en la política económica

Cerca de un año después, el 23 de agosto de 2022, el Gobierno reinició la venta de divisas, si bien a un precio más elevado (123 CUP por 1 USD) y limitada a 100 USD diarios por persona, según la disponibilidad. Por último, el 10 de abril de 2023, el Banco Central de Cuba derogó la resolución de junio de 2021 que prohibía el depósito de dólares en efectivo.

Más allá de las contradicciones evidentes en el párrafo anterior, la realidad es que Cuba no ofrece a las MiPYMES un mercado donde adquirir las divisas que necesitan para la compra e importación de los productos que venden, por lo cual deben recurrir el mercado negro cambiario, que se mueve, por lo general, en efectivo.

La cuenta es simple: si las MiPYMES no pueden extraer dinero de sus cuentas bancarias, no podrán comprar los dólares para abastecerse y, por ende, disminuirá la oferta de productos y, de manera muy probable, se dará un aumento de precios ante la menor cantidad de estos.


Emergencia de una nueva moneda en efectivo

Uno de los mecanismos para burlar esta disposición bancaria ha sido el surgimiento en el mercado cambiario informal de una nueva moneda: el CUP en efectivo, que hoy tiene un precio de 1,09 CUP por transferencia por cada 1 CUP en físico.

Esto significa que, para aquellos que no tienen suficiente efectivo y se vean obligados a comprarlo, el costo de cada producto se incrementa en un 0,9 CUP su valor. De tal modo, aquellas MiPYMES que, por ejemplo, necesiten comprar 1000 USD que deban pagar con un efectivo que también deben comprar, les costará entonces —según la tasa registrada por El Toque al momento de redactar estas líneas— 109 000 CUP más.

Los ciudadanos comunes, que ya debían pagar más caro su efectivo y, por tanto, los productos, en el mercado negro, ahora deben desembolsar más dinero si quieren comprar dólares en efectivo para depositarlos en una cuenta bancaria y realizar transacciones electrónicas.


Impacto en la economía informal

Este encarecimiento del efectivo y de las divisas en general afecta también a la economía informal, que en Cuba tiene una fuerte presencia. Muchos particulares, al no poder extraer dinero de sus cuentas bancarias, deben recurrir al mercado negro para realizar sus compras y operaciones, lo cual les supone un gasto adicional que trasladan a los precios de sus productos y servicios.

En resumen, la situación económica y alimentaria en Cuba es cada vez más complicada debido a una serie de medidas gubernamentales, como la bancarización forzada, la eliminación del CUC, la apertura de las MiPYMES y las restricciones en los pagos electrónicos, que han contribuido a un aumento de los precios de los alimentos y a la dificultad de acceso a los mismos, especialmente para los grupos más vulnerables de la población. Esta crisis alimentaria plantea desafíos significativos para el Gobierno cubano y la sociedad en su conjunto, y requiere soluciones urgentes para garantizar la alimentación de la población y mejorar su calidad de vida.


* Artículo firmado por persona protegida y publicado en colaboración con el Food Monitor Program.




© Imagen de portada: Monumento a las víctimas del Holodomor, en Kiev, Ucrania.





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Ladislao Aguado

El mercenarismo moderno, con sus empresas militares privadas de alta tecnología, reconfigura los conflictos mundiales. Sin embargo, a medida que prosperan, surgen acuciantes cuestiones éticas que cuestionan la rendición de cuentas, la guerra con ánimo de lucro y la lealtad.