Cuba lucha contra los efectos inmediatos y devastadores del cambio climático en su economía. Dos de los principales pilares de la economía cubana, el tabaco y la producción de langosta, se enfrentan a graves problemas debido a la subida de la temperatura del mar y al aumento de los huracanes.
Tabacuba, una organización clave en el sector tabacalero cubano, emplea a más de 3500 trabajadores que ahora luchan contra las volátiles condiciones meteorológicas y su impacto en los sensibles invernaderos. El agrónomo Héctor Ortega señala la necesidad de desmontar los invernaderos cuando soplan fuertes vientos para evitar daños mayores. Esto provoca retrasos considerables y pérdidas de cosechas.
Al mismo tiempo, la pesca de langosta sufre las consecuencias del aumento de la temperatura del mar. Jordan Nogueira, subdirector de la empresa estatal de pesca de crustáceos La Coloma, explica que la población de langostas está migrando a aguas más profundas y frías. La empresa, que ya está luchando con recursos limitados y escasez de materiales para construir nuevas jaulas submarinas, se quedó muy por debajo de su objetivo de captura de 2000 toneladas de langosta y sólo pudo capturar 800 toneladas.
Por otra parte, el consultor medioambiental Orlando Ruiz Santos advierte de los efectos a largo plazo de la subida del nivel del mar en Cuba. Prevé una subida de 29 cm de aquí a 2050, lo que no sólo provocará la pérdida de tierras, sino que también pondrá en peligro el suministro de agua potable debido al aumento de la salinidad.
Esta evolución supone una grave amenaza para la economía cubana y los medios de subsistencia de la población. Con recursos limitados, el gobierno cubano atraviesa una de sus crisis económicas más graves, a las que se añade el alto volumen de emigración, una cantidad desproporcionada de presos políticos y población penitenciaria en general, y, ahora, el desafío climático.
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