El líder de Hezbolá amenaza a Israel

El reciente discurso del líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, proyecta una sombra amenazadora sobre la ya volátil situación entre Israel y Gaza. Nasralá, que preside el grupo militante Hezbolá, respaldado por Irán, ha salido de un periodo de silencio tras el ataque de Hamás a Israel del 7 de octubre para dar a conocer su postura.

Nacido en Beirut en 1960 y convertido más tarde en clérigo, los primeros años de Nasralá coincidieron con un Líbano convulso. La invasión israelí en 1982 fue un punto de inflexión que le atrajo a las filas de Hezbolá. Tras el asesinato de su predecesor por las fuerzas israelíes, Nasrallah ascendió a líder de Hezbolá en 1992. Bajo su liderazgo, Hezbolá luchó contra la ocupación israelí, que terminó formalmente a finales del siglo XX, tras 15 años.

Nasrallah, de 63 años, ejerce una gran influencia en la esfera política libanesa, a pesar de no ocupar ningún cargo público oficial. Hezbolá, bajo su mando, ha visto disminuir su mayoría parlamentaria en medio de crisis económicas y descontento público, pero sigue siendo una fuerza política dominante en Líbano.

Conocido por su peculiar estilo oratorio, con un pronunciado ceceo, Nasrallah es objeto de veneración entre sus seguidores, lo que le ha valido títulos como “El Sayyed” y “Abu Hadi”. Es famoso por su papel durante el conflicto de 2006 con Israel, en el que prometió —y provocó— una conmoción a Israel en forma de ataque a uno de sus buques de guerra, en directo a través del canal Al-Manar, de Hezbolá.

El comentarista político de origen libanés Walid Phares ha descrito a Nasralá como casi una “figura mesiánica”. Su influencia es palpable, y su imagen es omnipresente en Beirut, desde los protectores de pantalla de los ordenadores hasta los taxis, donde sus discursos suenan con música.

El fundamento ideológico de Hezbolá, con Nasralá a la cabeza, ha sido la aniquilación de Israel, una visión articulada en su manifiesto de 1985. El objetivo común de destruir Israel une a Hezbolá con Hamás, a pesar de la división entre suníes y chiíes y de otros conflictos regionales. Ambos grupos, clasificados como organizaciones terroristas por Estados Unidos, reciben apoyo de Irán, según expertos y funcionarios.

Los años de la ocupación israelí han influido profundamente en la perspectiva de Nasralá. Su determinación de que la lucha armada es la única resistencia eficaz contra la ocupación cristalizó al observar los conflictos regionales y la ineficacia percibida de la Liga Árabe y las Naciones Unidas.

Con el atentado del 7 de octubre de Hamás encendiendo la región, la implicación de Hezbolá ha aumentado las tensiones. Las recientes declaraciones de Nasralá revelan una postura cautelosa, señalando que, aunque Hezbolá no estaba al tanto de los planes de ataque de Hamás, siente empatía con el escenario “sin otra opción” planteado por Hamás. Destacó los ataques “diarios y selectivos” de Hezbolá contra Israel, considerándolos una distracción estratégica que ayuda a Hamás.

Su advertencia a Israel contra cualquier ataque preventivo contra Líbano fue tajante, calificando tal acción como uno de los errores más graves de Israel. La declaración de Nasralá de que “todas las opciones están sobre la mesa” significa que está dispuesto a intensificar su implicación, reflejando el incierto y cambiante escenario de guerra que representa el conflicto entre Israel y Gaza.









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