Clandestina mainstream

El pasado viernes 22 de noviembre, la marca cubana de ropa Clandestina, que se define como “Cuba’s first independendent sustainable fashion brand”, la primera firma de moda sustentable independiente de Cuba —no, como muchos medios de prensa repiten, la primera firma de moda independiente de Cuba—, lanzó en el complejo deportivo polivalente estatal Ramón Fonst, en La Habana, su colección 2020, la que llamó Glorias Deportivas. 

Desfilaron ese día, por la improvisada pasarela de la sala polivalente, 50 atuendos, combinados con zapatillas deportivas de la marca italiana Superga y de la estadounidense Querencia Estudio, todos modelados por antiguos campeones del deporte cubano, entre los que se encontraban los medallistas olímpicos Ana Fidelia Quirot, Regla Torres y Javier Sotomayor, algunos, como Quirot, directivos del Instituto Nacional del Deporte.


Clandestina

Tras el desfile, que todos los medios de prensa califican de exitoso, un “Party Olímpico” celebró la gloria de Clandestina. Este, sin embargo, fue criticado en las redes sociales debido a las restricciones impuestas a la entrada, que según los organizadores sería libre, y el maltrato recibido por quienes esperaban afuera del local.

Según la plataforma digital ADN Cuba, que cita a las diseñadoras de la marca, la nueva colección hace “alusión a una gloria que se tuvo en un momento y que por tantos problemas sobre todo económicos ha decaído considerablemente: ʻes una metáfora sobre la sociedad. Hoy cada persona tiene que ser prácticamente un campeón para salir adelante’”.



Y campeones han sido los de Clandestina, desde su fundación en el año 2015. Más en virtud de la iconoclasia y diseño gráfico de los mensajes reproducidos en pulóveres, trajes de bebé, pañuelos, bolsos, que de la propuesta de moda que ofrecían, basada en el reciclaje de ropa de segunda mano.

Para cuando Idania del Río y Leire Fernández fundaron Clandestina, los cubanos llevaban más de dos décadas vistiéndose con la ropa de segunda mano —comúnmente llamada “reciclada”— que el gobierno compraba en el extranjero y distribuía, entre otras, en las antiguas tiendas por departamento de la capital. Se entiende entonces que una propuesta comercial que proponía, para decirlo claro y simple, el mismo perro con diferente collar, no fuera precisamente lo que muchos nacionales añoraban. 

Sin embargo, aplacar la culpa de adquirir ropa de moda que pronto desecharemos, contaminando el planeta, es una preocupación fundamental para cada vez más europeos y estadounidenses —y para algunos cubanos que vivimos en esas geografías—, conscientes de que la industria textil produce el 10% de las emisiones de carbono y el 20% de las aguas residuales que contaminan la Tierra. Fueron precisamente ellos —y nosotros— quienes más celebramos la oferta de Clandestina.

Cuando visité Cuba en el verano de 2017, más de una vez detuve a transeúntes para pedirles la dirección de la tienda. Nadie sabía. Ni siquiera conocían la marca, aun cuando la tienda ofrece descuentos a los residentes en la Isla. Algunos, incluso, parecían sorprenderse ante la pregunta de una desconocida sobre una tienda clandestina. ¿A cuál de las tantas se estaría refiriendo?, habrían pensado.

Desde su fundación, esta empresa parecer haber apostado por el mercado extranjero. Uno de sus eslóganes iniciales proclamaba que se trataba de diseño hecho en Cuba y producido —impreso— en Estados Unidos. Clandestina ofrece, incluso, entrega gratis en ese país —para las facturas mayores de cien dólares— y envío a cualquier otro lugar del mundo desde las mismas entrañas del monstruo. 

En el transcurso del último año, la marca se ha internacionalizado aún más. En noviembre del año pasado presentó la colección País en Construcción, según Havana Live la “primera experiencia entre una marca cubana y una norteamericana en el lanzamiento de una línea de ropa”. 

Este año inauguró, además, ventas temporales (pop-up) en varias ciudades estadounidenses, entre ellas Nueva York, donde también abrió un puesto de venta permanente: The Canvas, en la avenida Bedford de Brooklyn. La bulla del éxito llegó a oídos del gigante español Zara, que le plagió algunos lemas, a lo que la firma cubana supo sacar provecho con una bien pensada campaña de relaciones públicas marcada por el lema “Sara, tienes que parar”, si bien los de Clandestina saben que de eso —la copia de estilos— vive el fast fashion.

La colección Glorias Deportivas es un nuevo escalón en la estrategia de internacionalización de la marca. Para empezar, tiene todos los ingredientes necesarios: nostalgia por el pasado, alusión a la excepcionalidad cubana y apropiación de los códigos estéticos de la moda internacional.

La estética de los años ochenta y noventa permea esta colección, que combina la nostalgia por códigos visuales y sartoriales del pasado —tonos de azul y rojo utilizados en los estampados, franjas verticales en los pantalones deportivos, estilo en general— con el homenaje a campeones del deporte cubano de esos años.

En Cuba, sin embargo, a diferencia del resto del continente, esa fue la época del osito Micha de las Olimpiadas Moscú 80 y del Tocopán de los Panamericanos Habana 91, de la marca Adidas de la delegación deportiva soviética, de los Lada que el gobierno socialista cubano otorgaba como premio a los dirigentes sindicales, militares y partidistas, del alfabeto cirílico que los maestros enseñaban en casi todas las escuelas. Todos estos referentes están presentes en la colección de Clandestina.

La colección Glorias Deportivas alude también a elementos presentes en colecciones recientes de la industria de la moda mundial: el estampado de almendrones que en el año 2016 Karl Lagerfeld diseñara para la casa Chanel e hiciera desfilar por el Paseo del Prado, custodiado por una fila de auténticos automóviles vintage; los textos en cirílico, el gorro ruso, la estética soviética y las referencias deportivas —incluido un estadio olímpico— del diseñador de origen soviético Gosha Rubchinskiy, así como Demna Gvasalia y otros protagonistas del boom de la moda postsoviética, retomados por cadenas como Urban Outfitters, y la icónica bolsa de compras de Ikea, copiada por Balenciaga para un segmento de alto poder adquisitivo.



Sin embargo, algunos cubanos en la Isla y en la diáspora no estuvieron contentos con el último desfile y así lo expresaron en las redes sociales. ¿En qué momento, se preguntan, una firma iconoclasta y popular se puso a coquetear con referentes de la moda global, comercial y mainstream?

“Muy bonita la pasarela, aunque muy dividida por clases, no esper[é] ver eso tan grotescamente representado en [C]landestina”, se quejó karlamercedes97 en Instagram. “Recibimos un concepto diferente del q est[á]bamos esperando”, refirió otro usuario. “[¡]Aplausos para la pasarela!!! [¡]El after toda una decepción!!! [¿]Donde está toda esa igualdad???”, “Clandestina[,] tienes que parar, clase de Pinga tu fiesta”, fueron otras de las quejas.

A todos, Clandestina les respondió con el mismo texto: 

“Lo sentimos mucho, hicimos todo lo posible para que entraran todos[,] y al final todos entraron a pesar de las dificultades. Son la mejor comunidad del mundo. [¡]Gracias siempre!”, lo que llevó a otro usuario de Instagram a quejarse: “¡¡¡UNA FALTA DE RESPETO!!! Los seguidores de la marca fuimos a la pasarela con la promesa de un afterparty y nos encontramos con que solo dieron esa promoción para llenar su evento de moda, al llegar al local de la fiesta nos encontramos con un maltrato de parte de la seguridad del evento y nos dimos cuenta que era una fiesta elitista, muy alejado del concepto que kieren [sic] proyectar y los POCOS q nos quedamos hasta al final sí nos dejaron entrar para di[s]frutar media hora de fiesta cuando no quedaba nada. Y les importa tan poco su comunidad que pegan una y otra vez la misma respuesta a este tipo de comentarios”.

El usuario de Facebook An Ti expresó

“Ahora resulta que los mayores seguidores de Clandestina son indisciplinados sociales, ¿no será acaso que la promesa de un espacio alternativo ‘clandestino’ se convirtió en una influencia de micropoder que a la larga no es más que otra máscara de la institución?… Queda claro que lo que decía ser un cambio y mejoría para el panorama artístico/social del país transfiguró rapidito en un aparato o(re)presivo de la normalidad, dicho en otras palabras: ellos ya están dónde tú no puedes llegar y ahora sufre lo que te toca como manada que eres, al menos esa era la proyección del staff de la ‘marca’ para con el personal, desde ‘comepingas’ hasta ‘ustedes son unos infelices’ y miles de comentarios ofensivos más. Pero ahora me pregunto cómo pudieron los coordinadores estresarse tanto con unas 500 personas si Clandestina había previsto una ostentosa megafiesta para al menos 3000 personas, una ilusión[,] claro, pero ¿qué hubiese pasado si en efecto hubiera asistido esa cantidad prevista? ¿tendrían que haber llamado a las [T]ropas [E]speciales para repartir tonfazos [sic] como siempre?…”.

“[R]ememorar los Juegos Panamericanos Habana91[,] precisamente ahora que acabamos de celebrar los 500 años de la Habana, fue lo más irónico de la noche”, continúa An Ti. “No sé si recuerdan que mientras se preparaban los juegos deportivos se desmoronaba el campo socialista. En plena crisis económica el gobierno se aventuró a la rimbombante inauguración y construcción de la Villa Panamericana y estadios aledaños. Con la misma grandilocuencia este 2019 en medio de la misma crisis resemantizada como ‘coyuntural’ restauramos [el] Capitolio —no para nosotros—, inauguramos un amplio complejo hotelero —no para nosotros— y se hizo una fiesta… que el pueblo jamás vio ni escuchó…, solo vimos las fuegos artificiales… Entonces no podemos ser ingenuos, no creamos que los hechos de Clandestina ayer son aislados, todo esto forma parte de una maquinaria de poder y corrupción. Los discursos de Clandestina son recibidos acríticamente por el gobierno porque trabajan con conceptos tradicionales, es decir, revolucionarios. Clandestina es la afirmación de la cultura revolucionaria en todos los sentidos…”.

Sería bueno que el diseñador Gabriel Lara aclarara a qué se refiere cuando dice que tanto el referido evento como la propia firma Clandestina “es un proceso que surge del emprendimiento en Cuba y hoy es muy favorable para nosotros y para nuestros clientes”. 

Es sabido que contra el sector empresarial privado atenta, en primer lugar, la burocracia estatal, responsable de una política impositiva asfixiante y de que no exista la posibilidad de obtener créditos financieros nacionales ni un marco legal que proteja a este sector y permita a las personas jurídicas privadas realizar exportaciones e importaciones directas y establecer convenios o empresas mixtas con la industria estatal, entre otras trabas.

Resulta confusa, asimismo, la declaración de la cofundadora de la marca, Leire Fernández, quien dijo al Periódico Cubano que, “como marca de moda de un país socialista[,] entendemos que la moda no es una necesidad, es una expresión”, no solo porque hoy en día —y desde hace muchos años— el socialismo cubano solo existe en la Constitución, sino también porque dicha declaración amplifica los discursos más radicales con relación a la moda del periodo posrevolucionario, en los que esta era considerada un lujo más que una necesidad. 

Por demás, pedirle de antemano al público asistente que alumbre la pasarela con sus teléfonos celulares, ya que “hay que ahorrar electricidad, pero como siempre vamos a leer esos aspectos desde nuestra visión y aportando sentido del humor”, como comentara a EFE Idania del Río, es desviar la responsabilidad de la actual crisis de su principal fuente, el Estado cubano, y solicitar una vez más, para solucionarla, tan solo la buena disposición de los cubanos. 

Si está bien exigirles a las organizaciones de la sociedad civil isleña unas finanzas libres de la injerencia de gobiernos extranjeros, debemos comenzar a pedirle al emergente sector empresarial cubano una posición clara con relación tanto al gobierno como al consumidor cubano.




El nuevo traje de Lis Cuesta Peraza

El nuevo traje de Lis Cuesta Peraza

María A. Cabrera Arús

El vestido que la primera dama exhibió en la recepción oficial ofrecida a los Reyes de España, no puede estar, como se ha dicho, inspirado en las líneas del vestido guayabera “clásico”, pues tal traje no existe. Con relación al ropero de Cuesta Peraza y su papel simbólico, a la estructura patriarcal cubana, al diseño nacional y a la historia de la moda en la Isla, hay bastante tela por donde cortar.


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