Llamarlo bloqueo es una manipulación

El embargo a Cuba es un fenómeno político y jurídico, que debe evaluarse en su historicidad. 

Fue desatendido por el Estado cubano mientras este tuvo, por tres décadas, el masivo subsidio soviético. Fue el fin de este soporte, la soledad geopolítica pos-1989 y el fracaso del modelo de economía estatal planificada lo que llevó la crítica al embargo a un sitio protagónico dentro de la propaganda y política exterior de la Habana. 

El embargo debe abordarse en su real magnitud. Desmenuzarlo en sus datos e impactos, con criterios e informaciones objetivas. Usar indiscriminadamente el concepto, llamándole bloqueo, es una manipulación. 

No hay un cierre de acceso físico a la Isla, análogo a bloqueos navales implementados con o sin apoyo de la ONU. Este embargo no es un todo homogéneo y estático: en las últimas dos décadas se ha ido flexibilizando en áreas clave como la venta de alimentos y medicinas, al tiempo que se mantienen trabas a transacciones financieras. 

Hoy buena parte de las proteínas y granos que consume la población cubana proviene de Estados Unidos. También vienen de allí mercancías que terminan en el turismo y el mercado en divisa; incluidas las empresas allí asentadas, que venden online a los consumidores en Cuba. 

Las sanciones no son, per se, moralmente injustificables. En el pasado numerosas naciones aplicaron un embargo a la Sudáfrica del apartheid. Recientemente, la Unión Europea ha aplicado y justificado sanciones a Bielorrusia, Irán o Nicaragua. Es la soledad de Estados Unidos, al insistir en sanciones, lo que amplifica la crítica al embargo en su forma actual. 

¿Por qué no ofrecen Europa o Latinoamérica alternativas que eliminen los aspectos más sensibles del embargo —que afectan a la población cubana— sin dejar de sancionar a los responsables de violaciones a los derechos humanos de esa misma población? 

¿La coyuntura del último bienio —con incremento de la represión y la pobreza, así como reducción de las reformas y el gasto social— no sugiere que es la élite política cubana la principal responsable de la vulnerabilidad de condiciones de vida de la población cubana?  

El embargo debe evaluarse —en su efectividad y legitimidad— atendiendo a precedentes y homólogos: embargos contra otros regímenes autocráticos en el último siglo. En general, estos embargos fueron impuestos a la élite gobernante de esas autocracias por daños infligidos a su propio pueblo y a países vecinos. 

Sería mejor una alternativa multilateral a las sanciones unilaterales que reduzca los daños poblacionales y se enfoque en la élite y agentes violadores de DD.HH. Pero quienes están llamados a acompañarla —Europa y Latinoamérica— se limitan a criticar a Washington mientras mantienen relaciones normales con La Habana. 

El lobby antiembargo reúne a empresarios interesados en obtener ganancias en ese mercado cautivo con los simpatizantes ideológicos del castrismo. Al privilegiar un elemento exógeno (el embargo) en lugar de otros endógenos (el modelo y régimen vigentes), moral y políticamente, los lobistas quitan el foco de donde debe estar: sobre los actores que tienen la responsabilidad y capacidad para, abandonando su proceder, mejorar la situación general del pueblo cubano. 

La Cuba castrista es un caso histórico a estudiar desde sus fracasos concretos; un modelo político que seduce e inspira a aspirantes a autócratas; un agente geopolítico que se alía con las peores causas (la invasión rusa a Ucrania) y erosiona las democracias vecinas de Latinoamérica. 

El embargo es, dentro de la ecuación de la crisis múltiple que sacude a la nación cubana, un factor añadido; la dictadura, un factor estructural. Desaparecer al primero, dejando sobrevivir a la segunda, solo mantendrá el statu quo actual. La pobreza, el despojo de derechos y las oleadas migratorias crecientes solo tienden a expandirse. Los promotores bienintencionados del “fin del bloqueo” deberían sincerar esa terrible realidad dentro de su agenda de lobby y propaganda.


Armando Chaguaceda, Colegio de Veracruz.




In English:


Calling it a blockade is a form of manipulation

Armando Chaguaceda

It is the fact that the U.S. stands alone in insisting on sanctions that amplifies the criticism of the embargo in its current form.






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