El esperado jaque mate económico a Rusia sigue en suspenso

Tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, un funcionario de la Casa Blanca se atrevió a afirmar que una serie de sanciones lideradas por Estados Unidos podrían reducir a la mitad la economía rusa. 

Sin embargo, datos recientes del Fondo Monetario Internacional ofrecen una perspectiva opuesta. Ahora predice un crecimiento del 1,5% en la economía rusa este año, apoyado por el aumento del gasto estatal, recuperándose de un descenso del 2,1% el año anterior, como revelan Alan Cullison y Georgi Kantchev en su investigación para ‘The Wall Street Journal’.

Esto plantea dudas sobre la eficacia de las sanciones como herramienta, dado que Rusia es actualmente la economía más sancionada del mundo.

Esta resistencia económica contrasta fuertemente con los objetivos iniciales de Occidente. Cuando la administración Biden puso en marcha estas sanciones, se anunciaron como las más impactantes de la historia, creando importantes perturbaciones en los mercados financieros de Moscú. A pesar de estos desafíos, la economía rusa parece haber capeado el temporal.


El impacto real del martillo económico

El fundamento mismo de las sanciones, como desvelaron Cullison y Kantchev, se basa en paralizar la economía del adversario. Mientras que las predicciones de la Casa Blanca eran poco menos que apocalípticas para Rusia, la evaluación del Fondo Monetario Internacional mostraba lo contrario.

Los efectos iniciales fueron innegables: los mercados financieros de Moscú se tambaleaban. Sin embargo, las estrategias de adaptación de Rusia, en particular su pivote económico hacia los aliados asiáticos, disminuyeron el efecto de las sanciones. Esta maniobra puso de manifiesto el dinamismo y la flexibilidad inherentes a las economías globalizadas y los retos que plantea la aplicación de estrategias económicas unilaterales.

Al principio, las sanciones obstaculizaron el acceso de Rusia a microchips y otros componentes de alta tecnología, lo que afectó a su capacidad para fabricar misiles guiados de precisión. Sin embargo, Moscú ha descubierto desde entonces soluciones a través de los países vecinos, continuando su campaña aérea sobre Ucrania con armamento de precisión.

Aunque las sanciones han afectado a la economía rusa —sobre todo al provocar un estancamiento tecnológico e impedir la modernización—, los analistas, entre ellos Sergei Guriev, profesor de Sciences Po y antiguo asesor del gobierno ruso, sostienen que no han incapacitado del todo a la economía rusa. Guriev comenta: “Las sanciones han empezado a limitar, pero no a detener, la capacidad de Putin para financiar esta guerra”.

“Rusia sigue vendiendo a países no miembros de la coalición sancionadora y, en ese sentido, el impacto de las sanciones petroleras, aunque sustancial, aún no es decisivo”, afirmó Guriev.

El análisis en profundidad de los datos realizado por ‘The Wall Street Journal’ también arroja luz sobre cómo el giro comercial de Rusia hacia los mercados asiáticos, principalmente con socios como China e India, ha apuntalado su economía. La demanda mundial de materias primas rusas ha reforzado aún más esta resistencia.

La prohibición impuesta por la UE a la mayoría de las importaciones de petróleo ruso ha afectado sin duda a su precio. Sin embargo, las soluciones innovadoras de Rusia, como el uso de una flota de petroleros fuera de las jurisdicciones occidentales, han ayudado a mantener su comercio de petróleo, aunque a precios reducidos.


Opiniones de expertos

El hecho de que Moscú pueda recurrir rápidamente a potencias como China e India en busca de sustento es un testimonio de la floreciente influencia económica de Asia. Como detallan Cullison y Kantchev, no se trata sólo de una maniobra táctica, sino de un reajuste estratégico a largo plazo.

Nicholas Mulder, profesor de historia de la Universidad de Cornell especializado en sanciones, sugiere que el intento de imponer sanciones a un país tan vasto como Rusia podría servir de advertencia para futuros intentos. La importante posición de Rusia en la economía mundial, proveedora de materias primas y suministros alimentarios esenciales, significa que no se la puede aislar fácilmente. Mulder subraya el pivote de Rusia hacia Asia, afirmando: “Rusia se ha enganchado de hecho a la región de más rápido crecimiento del mundo”.

Sin embargo, Mulder también señala la inminente crisis laboral de Rusia como un posible punto débil. El país está experimentando su peor déficit de mano de obra desde la década de 1990 debido a la emigración y la movilización en tiempos de guerra.

Esto se refleja en una declaración del banco central ruso, que recientemente subió los tipos de interés un 1% en respuesta a la inflación provocada por la escasez de mano de obra. Guriev señala que estos retos pueden obstaculizar el crecimiento, la innovación y la capacidad de Rusia para seguir el ritmo de los países desarrollados.

Alexandra Prokopenko, anteriormente en el banco central ruso y ahora afiliada al Carnegie Russia Eurasia Center, con sede en Berlín, presenta un argumento convincente. Aunque el gasto estatal en guerra podría estimular actualmente la economía, afirma: “La economía rusa no es sostenible a largo plazo. Todo recuerda a la época soviética y ya sabemos cómo fue la economía soviética”.


El camino por recorrer

A pesar de las cifras positivas de crecimiento, la administración Biden sostiene que la economía rusa está sometida a enormes tensiones. La investigación de Cullison y Kantchev revela que detrás de estas estadísticas se esconde una cruda realidad, marcada por la escasez de mano de obra, el aumento de la inflación y la excesiva dependencia de las arcas del Estado.

En su investigación para ‘The Wall Street Journal’, Cullison y Kantchev han descorrido las cortinas de un teatro económico geopolítico multidimensional. Aunque Rusia ha dado muestras de una resistencia y adaptabilidad sorprendentes, la sostenibilidad a largo plazo de su trayectoria económica sigue siendo un enigma. 





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Nieves Roger

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