Víctor Manuel Rocha, exembajador de Estados Unidos, confesó haber actuado como agente encubierto de los servicios de inteligencia de Cuba, reconociendo su papel en lo que el Departamento de Justicia ha calificado de violación significativa de la seguridad del gobierno de Estados Unidos. A los 73 años, Rocha reveló a un tribunal federal su intención de declararse culpable de conspirar para servir como agente de un gobierno extranjero, una revelación de la que informó Associated Press. Aunque los fiscales desestimaron otras 13 acusaciones, incluidos los cargos de fraude electrónico y declaración falsa, mencionaron una sentencia acordada, cuyos detalles no se revelaron en el tribunal. Está previsto que Rocha comparezca de nuevo ante el tribunal el 12 de abril.
Los cargos se derivan de acusaciones hechas en diciembre de que Rocha, durante su mandato en el Departamento de Estado, incluyendo funciones en el Consejo de Seguridad Nacional y como embajador de Estados Unidos en Bolivia, había estado espiando para Cuba durante más de cuatro décadas. Su detención se produjo tras una operación encubierta del FBI que duró un año, en la que Rocha confesó sus actividades de espionaje a largo plazo contra Estados Unidos, calificándolo de “enemigo”.
Nacido en Colombia y nacionalizado estadounidense desde 1978, Rocha comenzó al parecer su carrera de espionaje en 1981, con el objetivo de escalar posiciones en el Departamento de Estado para ayudar en las labores de inteligencia de Cuba. Sus cargos en el Departamento de Estado le permitieron acceder a información sensible, sirviendo en varias embajadas de Estados Unidos en América Latina y más tarde, de 2006 a 2012, como asesor del comandante del Mando Sur de Estados Unidos, función que incluía la supervisión de Cuba.
En la denuncia contra Rocha no se facilitan detalles sobre actividades específicas de espionaje. El FBI inició su investigación sobre Rocha en 2022 a raíz de un chivatazo, empleando a un agente encubierto que grabó conversaciones con él. Durante estas interacciones en 2022 y 2023, Rocha admitió trabajar para la inteligencia cubana, revelando directivas operativas de sus controladores y sus esfuerzos por disfrazar sus verdaderas lealtades tras una fachada política conservadora.
Los esfuerzos de infiltración de Rocha fueron descritos como una victoria significativa para la revolución cubana, un sentimiento que expresó durante sus reuniones con el agente encubierto. Su detención y los consiguientes cargos, que podrían acarrearle una condena de 10 años de prisión, supusieron una conmoción para muchos de sus antiguos colegas, que le recordaban como un carismático experto en América Latina. La detención de Rocha en Miami se comunicó a principios de diciembre.
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