Nadie gana, nadie pierde


Jorge de Armas en ‘Hypermedia Live’.


Porque el chantaje no es un deporte. 

Porque el destierro no es una medalla. 

Porque la libertad de Cuba no es una competencia.

Nadie gana, porque la Seguridad del Estado sigue siendo asesina y represora. Ya nadie duda de su maldad y todos saben que su único compromiso es con una dictadura que abandona a sus jóvenes, a unos en cárceles, a otros en barrios insalubres y a Hamlet Lavastida y Katherine Bisquet a la suerte y generosidad de otros países y otros gobiernos.

Nadie gana porque en Cuba se quedaron los apagones, las colas, el perrito con espaguetis, los hospitales sucios, los insatisfechos, los presos, las tiendas en MLC, la factura de la luz, la Mesa Redonda y Rubiera dando el parte meteorológico.

Nadie gana porque los representantes gubernamentales y la élite dictatorial continúa engordando y llenando sus venas de grasa sucia mientras el pueblo sufre de hambre y falta de libertad. 

Nadie gana porque a pesar de que la mayoría son devueltos a la Isla, a la Florida llegan balseros cubanos todas las semanas, huyendo de las tonfas y la hambruna, hartos de vivir en un calabozo sin oxígeno, ajenos a toda esperanza de cambio.

Nadie gana porque los cubanos siguen siendo víctimas de un sistema que lucha por su supervivencia, aún cuando se sabe acabado y agonizante. La dictadura, moribunda, en su pataleta no tendrá límites, y lo que peligra es la vida de quienes manifiestan inconformidad y disenso.

Nadie gana porque todo sigue igual, como la vida. Amanece y en La Habana un lunes es igual a un domingo, y lo mismo da la hora. Radio Reloj habla de las conquistas, el Granma de las victorias y la EGREM evita mencionar que Patria y Vida está nominada a mejor canción en los Grammys.

Nadie gana porque las cárceles siguen llenas de jóvenes insatisfechos cuyo único delito es soñar una Cuba mejor. En cada uno de ellos también está la República, la que no existe, la que nos robaron, la que después de 62 años parece olvidada.

Nadie gana porque ellos son los mismos, en todos los canales de televisión, las mismas caras, las mismas palabras, la misma distancia infinita entre los represores rojizos y rellenos y los reprimidos mulatos y delgados.

Nadie gana porque nada cambia. A unos no los dejan entrar, a otros los expulsan, y nada cambia.

Nadie pierde porque la idea de una Cuba libre y democrática no puede ser sepultada porque la Seguridad del Estado coaccione a dos jóvenes que se aman y los obliguen a salir de la Isla.

Nadie pierde porque los insatisfechos volverán a las calles, el 20 de noviembre o cuando menos el régimen lo espere. Que Hamlet esté en Polonia no acaba con el hambre y la falta de derechos fundamentales.

Nadie pierde porque la libertad de Katherine es la libertad que todos sueñan, y ese sueño no se fue con ella. Ser libre es nuestro ADN, no es un virus, es vocación.

Nadie pierde porque los que se fueron y los expulsados aún siguen pensando en Cuba, todos los días, y eso la dictadura no lo puede ni evitar ni contener.

Nadie pierde porque la distancia no es igual al silencio, y en la Isla hoy ya son más los que gritan que los que callan. 

Nadie pierde porque dividir ha sido la estrategia de la dictadura durante 62 años y no lo ha conseguido. Los cubanos siguen siendo Cuba donde estén y los compromisos no se extinguen ni diluyen en la distancia.

Nadie pierde porque la idea de nación está por encima de diplomas y trofeos. La única meta es la democracia, el único anhelo la libertad.

Nadie pierde porque San Isidro existe, porque el 27 de noviembre existe, porque el 11 de julio existe.

Nadie pierde porque la dictadura ha conseguido que Cuba no sea un espacio. El desterrado vive y vivirá en la Isla, lo mismo en Polonia que en Hialeah.

Katherine Bisquet y Hamlet Lavastida son cubanos libres, lo eran en la Isla-cárcel, lo son y serán donde estén. Con su libertad, Cuba también está más cerca de la suya.


© Imagen de portada: Liverpool Biennial.




edmundo-garcia

¿Dónde está Fidel?

Jorge de Armas

Edmundo García les habla a los viejos rebeldes moribundos, a los dinosaurios revolucionarios, y nadie responde, nadie le dice dónde está Fidel.





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