El rostro de los memes

“El espacio de la telenovela cubana está ganando adeptos entre los televidentes nacionales. Otra vez causa la necesaria polémica social, llamando la atención de padres, abuelos y amigos sobre asuntos peliagudos”. Así reza, con soberbia y énfasis en la población de género masculino, un textillo triunfalista sobre la telenovela cubana de turno: El rostro de los días.

Hay que ejercer un periodismo muy domesticado, casi que unplugged (desconectado de la gente), para ofrecer una valoración tan reducida sobre el hecho, ensalzar de labor ecuménica al Instituto Cubano de Radio y Televisión y desechar, entonces, la relevancia que tienen otras cuestiones.

¡Qué poco rigor existe todavía en Cuba al emitir un juicio de valor, en lo concerniente al acecho de ciertos fenómenos populares en pleno auge de la digitalización!

Justipreciemos adecuadamente: lo único que hay que destacar como punto favorable sobre El rostro de los días es que, a raíz del mal manejo de la dramaturgia y las controversias ocasionadas en torno a la maternidad y el abuso sexual en Cuba (cosa que no es nada novedosa), logró interpelar a la comunidad joven, desinteresada desde hace mucho tiempo de las propuestas televisivas de la parrilla nacional.

La polémica se sitúa en el debate de las redes sociales, en el afloramiento democrático de mecanismos de comunicación (de crítica) digitales, desestimados anteriormente por una sociedad antaño desconectada. Reconozcamos las cosas por lo que son, de una vez y por todas, por favor…

A partir de ahora se espera que las telenovelas cubanas, y el contenido audiovisual televisivo en general, se conviertan en memes, en objetivos del choteo. Simplemente porque siempre lo han sido, debido a su naturaleza trash, kitsch y ultracutre. Ello solo está siendo favorecido por el evidente resorte que es Internet, un recurso democratizador y estimado por todos para valorar de la forma que sea, negativa o positiva (con textos, memes, stickers, gifs, imágenes y videos), determinados acontecimientos sociales.

Los órganos de difusión oficial hasta ahora rebaten la importancia del hecho: insisten en la decadencia y la violencia del contenido que se ha generado en redes, en cómo agravan el sentido de la telenovela y menoscaban el esfuerzo de sus realizadores. No han valorado cuán provechosas resultan esas reacciones para medir las deficiencias de sus propuestas y los males que acosan a la comunidad nacional.

En otras regiones, las agencias de comunicación y publicidad se dedican a producir contenido, masificarlo y provocar una respuesta en las personas a través de campañas digitales. Lo cual no solamente pone a prueba un estímulo-respuesta, sino que arroja información valiosa que las empresas captan para tener más herramientas de marketing que posicionen su producto.


El rostro de los memes - Lesstúpida Cubana & Paolo De Aguacate

Me gustaría pensar que el ICRT ha pujado con una campaña en las redes sociales, teniendo en cuenta la ineficiencia de sus estrategias televisivas, para suscitar en la teleaudiencia el interés por la telenovela y estar, al mismo tiempo, a tono con la movida digital. Me pregunto, incluso, si este revuelo será otra maniobra de persuasión, inherente al género de las telenovelas, para disuadir a la sociedad cubana de otros asuntos y centrarse en un target millenial, utilizando el lenguaje tecnológico para potenciar un engagement.

He llegado hasta cuestionarme si tendrá algo que ver el ICRT con la nociva calidad estética y conceptual de algunos de los memes (y sus derivados) que pululan en Facebook y WhatsApp, una vez concluye cada capítulo. Aun cuando los memes ridiculicen la trama y personajes que el ICRT nos depara, cabe destacar que el objetivo principal de una campaña meme-based es crear una experiencia que despierte diversión en el usuario: este valorará mejor la marca, la recordará y la posicionará favorablemente en su mente.

Claro que, en mi mente, el ICRT debiera ser un órgano gubernamental presidido por una suerte de Mark Zuckerberg caribeño, graduado en Ciencias de la Información, entendido en algoritmos y lenguajes de Internet para mover masas.

Pero la cuestión no me acaba de cerrar: ¿por qué el ICRT tomaría tanta conciencia sobre estos asuntos cuando, todavía en Cuba, casi ningún sector (institucional o alternativo) explota apropiadamente otros formatos, estilos y modos que conecten con la coolture (Los bárbaros, Alessandro Baricco, 2008) que habitamos?

Muy pocos modos nacionales narran y conectan verdaderamente con el público, incluso cuando está comprobada la eficiencia de nuevos rituales, goces y tonos marcados por las redes sociales y la extimidad. A estas alturas del campeonato, es obligatorio que reconozcamos la valía de contar en transmedia, migrar de las historias a los datos, a las relaciones, a la visualización de la información. No es lamentable: es una realidad, señores.

Si ya sabemos que, internacionalmente, las fuentes del poder hacen uso de la posverdad, porque se acercan a las creencias y prejuicios de las masas, generan likes y son trending topic, tal vez es el momento de asumir la divulgación y el análisis de la información como lo que son: relatos de farándula, críticas de estilo, análisis de banalidades, especulación… Y ya que vamos: no sé por qué todavía hay quien se indigna con el absurdo, y hay quien se le retuerce el estómago al punto de clasificar algunas estrategias narrativas como “chicharrón de viento” o “chicharrón sin carne”.

¡Qué atraso! Qué manera de defender un pensamiento comunicacional estático; qué manera de ser clasista, provinciano y hasta castrista…

¿Por qué? ¿Por qué les duele en el ego? ¿En el balance de su esnobcracia?


El rostro de los memes - Lesstúpida Cubana & Paolo De Aguacate

“El mundo ha devenido una feria de las apariencias, un carnaval de espectáculos, una fiesta de excesos y perreo que sigue el evangelio pop & cool y tiene como iglesia a las redes digitales, las aplicaciones y el celular” (Cultura mainstream, Frédéric Martel, 2011).

Por eso existe Megatiburón vs. Pulpo Gigante, vaya. Por eso Hypermedia Magazine nos confía un espacio: porque entiende cuán importante es poner en común los saberes (el pop, el ilustrado, el ancestral, el popular). Pasamos de la sociedad de las audiencias a la sociedad expresiva de masas: todos devenimos autores y activistas de la comunicación. Viene siendo hora de que lo asumamos, sin tanto celo o tracatanería oficialista. 

Volviendo al tema de la telenovela: es alucinante cómo la médula del revuelo social que han causado “Machi” (el personaje antagónico del macho opresor) y Lía (la menor, víctima del abuso) puede ser evaluada en redes a nivel de memes. Esa entidad comunicativa tasa la brújula noticiosa y las preocupaciones sociales con ironía, porque la idea de hacer reír a otro depende de criterios afines, de agrupar o segregar, según percepciones y prejuicios.

Pero entonces resulta que, aunque el cubano destaque por ser un jodedor en potencia, los memes emanados del producto televisivo son, cuando más, de mal gusto, y, cuando menos, inteligentes. En su mayoría, agravan eso que llamamos pujo: perpetúan conductas sexistas, estereotipos de violencia y revictimización. Son un resumen visual de la conducta del cubano, cargado de dominación patriarcal, relaciones de poder inequitativas y a favor del vilipendiado machismo. Los memes los padecen porque la televisión los padece, porque el Estado y nuestra sociedad los padece.

Estamos en un proceso retardado de absorción de fenómenos en redes, y estos no dejan de estar contaminados: ya sea por cuestiones de infraestructura (poco acceso y conciencia sobre Internet) o por cuestiones político-sociales. Se trata de fenómenos populares, de baja cultura. Aunque los memes, por solo citar el asunto en cuestión, estén en un nivel todavía muy primigenio, registrémoslo como lo que son: un producto 100 % made in Cuba, con todas sus carencias. Descubrámoslos como consecuencia de un consumo local, ya no solo por su autoría sino porque asumen maneras cubanas contemporáneas: la sátira, el parloteo masivo, la crítica burda, los estigmas y estereotipos sociales…

A diferencia de temas de índole político, donde por lo general (en redes sociales) se acusa a una crítica desde el exterior, aquí estamos en presencia de una detracción desde dentro y para dentro, entendida/entretenida para/por cualquier cubano.

Que así sea.

Que así evolucione.




Diario de un sugar baby cubano - Lesstúpida Cubana & Paolo De Aguacate

Diario de un sugar baby cubano

Lesstúpida Cubana & Paolo De Aguacate

Quién te lo iba decir: un bailarín cubano amateur que desde su islita comunista posee perfiles valiosísimos en Instagram y YouTube, desde donde arrastra a su séquito de fans hacia su cuenta de contenido erótico: @sugarprietacubana, con la cual factura. Sin grillete. Sin comisión y sin multas. Sin persecución.


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1 Comentario
  1. Muy interesante, pero esta telenovela no puede ser subestimada como producto en su totalidad. Un gran sector de su recepcion no cuenta con internet y mucho menos con redes sociales. Y estamos en presencia de un trancazo.

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