El acoso transnacional de China a los disidentes

Contexto y revelaciones iniciales

La organización de derechos humanos Safeguard Defenders presentó en septiembre de 2022 un informe que sacó a la luz la existencia de “comisarías de ultramar” chinas. Según este informe, citado en un extenso reportaje por la revista rusa ‘The Insider’, China había establecido estas comisarías en varios países con el propósito de espiar a sus ciudadanos, amenazar a los disidentes y forzar su retorno a China. Las víctimas del acoso incluyen a ciudadanos chinos que viven en Europa y los Estados Unidos, entre otros lugares. Esta revelación llevó a la apertura de investigaciones oficiales en 14 países, incluyendo Europa, Estados Unidos, Canadá, Chile y Nigeria.


El caso de Wang Jinyu

Uno de los disidentes más destacados es Wang Jinyu, un joven activista de la oposición, a quien tuvo acceso el periodista Andrey Smolyakov, autor de la pieza “‘Llamó al timbre de mi puerta y empezó a amenazarme de muerte en chino’. Cómo persiguen las autoridades chinas a los disidentes en todo el mundo”. Nacido en una familia políticamente activa y crítica con el gobierno chino, Wang tuvo sus primeros problemas con la ley durante su etapa escolar, cuando fue llamado a la comisaría por sus comentarios anti-gubernamentales en Weibo, una importante red social china. La atención hacia él se intensificó cuando publicó una crítica a la guerra entre China e India y a la desinformación del gobierno chino. Esto provocó la ira del gobierno, que intensificó sus amenazas contra Wang y su familia.


Los periplos internacionales de Wang

En un intento por huir de la persecución, Wang se trasladó a Estambul en 2019. Sin embargo, las amenazas persistieron. Fue detenido en el aeropuerto de Dubai durante una escala en un viaje a Nueva York, lo que resultó en un período de detención de dos meses. Se cree que los funcionarios de Dubai actuaron bajo la presión del gobierno chino. Posteriormente, Wang logró obtener la liberación gracias a la intervención del Departamento de Estado de Estados Unidos, pero fue deportado de vuelta a Estambul.


Intimidación y amenazas continuadas

La saga de Wang no terminó allí. A su regreso a Turquía, su pasaporte desapareció misteriosamente, lo que él atribuye a la interferencia china. Tras recuperar su pasaporte, Wang huyó a Ucrania, solo para recibir una carta de la policía china advirtiendo del inicio de un proceso de extradición. Esto llevó a Wang a buscar y finalmente obtener asilo en los Países Bajos.

Sin embargo, la policía china siguió acosando a Wang, incluso en Holanda. Continuaron llamándole repetidamente, amenazándole e incluso amenazando con matarle. Wang fue puesto bajo protección policial tras recibir amenazas de muerte de un individuo que se creía estaba operando bajo las órdenes de China en Alemania.


Comisarías de ultramar: Un aparato de persecución global

El caso de Wang proporciona una perspectiva sobre cómo las “comisarías de ultramar” chinas parecen funcionar. Aunque Wang nunca mencionó explícitamente estas comisarías, la constante presión y amenazas que experimentó, junto con la evidente capacidad de China para influir en los acontecimientos en países extranjeros, sugiere su participación. Además, la frecuente referencia al número 110, asociado con estas comisarías de ultramar, refuerza esta teoría.


Antecedentes y contexto

Las “Comisarías de Ultramar” chinas, aunque parecen ser un fenómeno singular y destacado, no dejan de ser parte de una tradición más extensa y antigua de la política exterior china: el desarrollo y la expansión de la extraterritorialidad. Es evidente que la construcción de un marco legal para los poderes extraterritoriales ha sido un proceso en desarrollo en China desde principios del 2000. 

Este proceso ha tenido un doble propósito: en primer lugar, funcionar como una contramedida contra conceptos similares en los países occidentales, principalmente Estados Unidos; y en segundo lugar, servir como una herramienta para reforzar o justificar el estatus de China como potencia global.


El nacimiento de las comisarías de ultramar

Las acciones efectivas hacia este enfoque empezaron en 2021 con la implementación del paquete de leyes antisanciones. Fuentes chinas alineadas con el gobierno presentaron este movimiento como un proyecto de “salvaguardia” destinado a proteger los “derechos y la dignidad” de China. 

Estas comisarías parecen haber surgido o al menos empezado a prepararse para su apertura algún tiempo antes de la implementación de la Ley contra el Fraude Telemático y Online (ATOFL) en septiembre de 2022. Antes de su entrada en vigor en diciembre de 2022, ya existía un sistema adecuado, en forma de “estaciones de servicio en el extranjero”. 


Estrategias de implementación y visibilidad 

Las autoridades chinas utilizaron los medios de comunicación para fomentar el uso del número “110”, el código telefónico para contactar con la policía en China, entre sus ciudadanos en el extranjero. Los medios chinos han publicado numerosos artículos promoviendo el uso de este número para obtener ayuda y protección. Los servicios prestados por estas estaciones fueron ampliamente publicitados, y los ciudadanos chinos en el extranjero se les aconsejó ponerse en contacto con la policía china. 

El hecho de que las noticias e informaciones sobre estas comisarías sólo se publicaran en chino ayudó a mantener a estas “comisarías” en cierta medida invisibles para las autoridades locales durante bastante tiempo. 


Funciones y operaciones de las comisarías de ultramar 

En un principio, las funciones de las “comisarías de ultramar” parecían ser bastante inofensivas: ayudar con documentos, resolver problemas con bancos y renovar licencias de conducir. Sin embargo, las funciones de estas “comisarías” no se limitan a actividades de apoyo social, sino que también desempeñan funciones policiales tradicionales como buscar y detener a ciudadanos, hacer cumplir las leyes nacionales y, en ocasiones, investigar delitos menores. 


El fenómeno de la “Inducción al retorno”

A pesar de la expansión de los poderes ejecutivos de China en el extranjero, se han dado casos, aunque infrecuentes, de “inducción al retorno”. Estos casos consisten en la persuasión de ciudadanos chinos en el extranjero para que regresen a China y se enfrenten a las consecuencias de las acciones delictivas que se les atribuyen.


El ‘modus operandi’ de las comisarías de ultramar

Para comprender mejor cómo funcionan estas comisarías, recurrimos a la investigación realizada por Simona Fantova, una checa experta en chino, intérprete judicial para los chinos de Praga y autora de Sinopsis, una publicación de divulgación científica sobre China. 

Según Simona, estas “comisarías” parecen estar conectadas con distintas oficinas en China, dependiendo del origen de la diáspora. Además, contaban con el apoyo de “voluntarios”, personas conocidas en la comunidad inmigrante. En Praga, por ejemplo, la señora Chen Jinmei, una activista de Qingtian vinculada al Frente Unido, desempeñó un papel importante en la dirección de la “comisaría”. 

Las comisarías parecen operar de manera semi-oculta, utilizando como base de operaciones lugares públicos como restaurantes, que funcionan también como centros comunitarios para los expatriados chinos. Sin embargo, es difícil seguir sus actividades y, más importante aún, identificar a sus posibles víctimas. 


Implicaciones y repercusiones

El surgimiento de las “comisarías de ultramar” chinas representa un caso más de la creciente extraterritorialidad de China. Aunque estas entidades reflejan la voluntad de China de proteger sus intereses nacionales y sus ciudadanos en el extranjero, plantean importantes cuestiones sobre la soberanía de otros países, la privacidad y los derechos de los ciudadanos chinos en el extranjero y la capacidad de China para hacer cumplir sus leyes más allá de sus fronteras. 

Es crucial que los gobiernos y las instituciones internacionales comprendan y aborden las complejidades de estas actividades para garantizar que no se violen los derechos humanos ni se socaven las soberanías nacionales.


Reflexiones finales

El acoso a Wang Jinyu es un indicio de las tácticas extremas que China parece dispuesta a emplear para silenciar a sus disidentes, incluso más allá de sus fronteras. La existencia de “comisarías de ultramar” plantea serias preocupaciones sobre la soberanía y los derechos humanos. Además, este caso arroja luz sobre los desafíos que enfrentan los disidentes chinos y la necesidad de un mayor apoyo internacional para proteger sus derechos y libertades.





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