Mónica Baró Sánchez vista por Evelyn Sosa

La fotógrafa Evelyn Sosa retrata a la periodista Mónica Baró, como parte de la entrevista “Mi verdadera libertad proviene de crear”, realizada por Jorge Enrique Lage y Gilberto Padilla.


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Entrevista


Mónica Baró: “Mi verdadera libertad proviene de crear”

Muchos son los retos que tiene por delante el periodismo independiente cubano, que es el único periodismo posible, el único permitido por la inteligencia a día de hoy. Hacer frente a la otra “inteligencia”, la que tira de algoritmos, la mononeurona represiva, no es el mayor de esos retos. Aunque a veces parezca que sí.

El reto mayor es crear comunidad. Hacer que el perfil más personal, el más íntimo incluso, de algún modo se vuelva perfil colectivo. Lo demás se va haciendo solo.

Nuestra entrevistada, Mónica Baró (La Habana, 1988), más que una escritora es una comunidad de lectores.

Hace poco, a Mónica la llamaron “la nueva Yoani Sánchez”. Fue en uno de esos muros de Facebook que operan bajo los comandos del acto de repudio mientras ignoran la lógica elemental: si hubo una nueva Yoani habrá luego una nueva Mónica, y luego una nueva nueva Mónica, y luego una nueva nueva nueva… y así.

De nada vale atomizar con expedientes o con rostros un continuo que fluye en las propias venas del sistema. “Somos continuidad”, dicen, y tienen razón. Continuidad es la palabra. Las voces que los atormentan no están en las webs de los medios alternativos. Están ahora mismo en revistas como Bohemia, en la redacción de Juventud Rebelde, en las aulas oscuras de un Técnico Medio…

Son voces que todavía están calladas, escuchando, leyendo:

Mónica, háblanos un poco sobre tu formación. ¿Estudiaste periodismo?

Sí, estudié Periodismo en la Universidad de La Habana. Empecé en 2007 y me gradué en 2012. Nunca había considerado ser periodista, me enteré de los exámenes de aptitud dos meses antes de que se realizaran, pero yo quería estudiar en la Universidad de La Habana y Periodismo parecía una de las vías más factibles para lograrlo.

Mis opciones en ese momento eran muy limitadas. Había estudiado un Técnico Medio en Contabilidad, porque no quise becarme en ningún preuniversitario en el campo, y eso significaba que para acceder a la educación superior debías hacerlo por la modalidad de concurso, para la cual el número de plazas suele ser muy reducido y tus notas previas no sirven de nada.

Periodismo era una carrera que solo requería vencer tres pruebas de aptitud y obtener un mínimo de 30 puntos en la prueba general de Historia de Cuba, así que al principio fue una elección marcada por la necesidad y no necesariamente por la vocación. Lo único que yo tenía claro era que amaba escribir, porque desde niña jugaba con la escritura, y creía que eso podría ayudarme.  

Sin embargo, los cinco años de la carrera arruinaron mi relación con la escritura. Me gradué en 2012 pensando en dedicarme a la realización de documentales. El sistema de enseñanza del periodismo había destruido la confianza mínima que una necesita para emprender un acto creativo. Pero como necesitaba ganarme la vida, empecé a trabajar, a escribir por oficio más que por pasión, y poco a poco superé las inseguridades

¿Qué recuerdos tienes de tu experiencia en la revista Bohemia?

Conservo recuerdos felices del jefe de la Redacción Internacional en la que trabajaba. Era un gran lector, leía hasta dos y tres libros a la semana, y aunque yo no soy una gran lectora (me leo unos tres libros al mes), sí me siento siempre muy a salvo con las personas que leen. Aprendí mucho en mis conversaciones con él; eran conversaciones en las que mirábamos a Cuba en el relato de la historia universal, y pensábamos nuestros conflictos personales en relación con el sistema social. Su capacidad para comprender mi humanidad era impresionante, al igual que su compasión, y sentirme comprendida hacía mucho más fácil comprenderle a él y a su generación.

Por supuesto, del año y medio que trabajé en Bohemia también recuerdo la censura, las orientaciones del Partido que se colgaban en las distintas redacciones, las reiterativas discusiones de los periodistas sobre los problemas de la prensa cubana, la falta de pasión por buscar y contar historias controversiales, y todas las razones que me llevaron a irme de la revista (hacia el Instituto de Filosofía, todo lo lejos del periodismo que podía) y que me convencieron de que el periodismo es incompatible con el sistema de prensa estatal partidista que predomina en Cuba.

¿Qué significó para ti Periodismo de Barrio?

Periodismo de Barrio fue una segunda universidad. Es una revista que yo vi salir de la nada, y eso fue intimidante en un sentido, porque es muy difícil empezar a levantar la credibilidad y el prestigio de un medio; pero en otro sentido fue un reto muy estimulante.

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Mónica Baró Sánchez

Mónica Baró Sánchez

Mónica Baró Sánchez

Todavía no he conocido a un hombre que se resista a un dedo bien metido en el momento exacto. Porque esa es la clave: detectar el cuándo. Y, por supuesto, haberse cortado a rente la uña del dedo que se pretenda emplear, y la del dedo de al lado, por si acaso.


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