A propósito de la tercera exposición de Kcho en el Vaticano (Nota de prensa No 67)

En 2014, el artista oficialista cubano Alexis Leyva Machado expuso por primera vez su obra en el Vaticano con una muestra llamada “Vía Crucis”. 

En 2018, repetiría con otra titulada “Resurrección”. Y en la noche del pasado sábado, 11 de noviembre, fue inaugurada en el Palazzo de la Cancellería su tercera exposición en la Santa Sede, que lleva por título “Un nuevo mundo”. La misma, según el artista, responde a un llamado de “poner el arte al servicio de la humanidad”, realizado por el Papa Francisco XXIII durante un encuentro con artistas de varios países en el que Kcho estuvo presente. La muestra ha sido auspiciada por la Embajada de Cuba en la Santa Sede y el Dicasterio de Cultura y Educación del Vaticano. 

Participó en el evento el embajador cubano René Mujica, quién afirmó que esta exposición de Kcho es “expresión de la sintonía de los cubanos con las ideas del papa Francisco, su preocupación por la solución de los desafíos que enfrentamos todos los países, todas las culturas, todas las religiones, todos los seres humanos, en estos tiempos de la historia”[1].

Por su parte, el curador de la muestra Eriberto Bettini puntualizó que se trata de la tercera exposición de Kcho en la Santa Sede, casi 10 años después de la primera, “cuando comenzamos a promover el arte cubano en Italia y en este espacio del Vaticano, algo muy importante y positivo”.[2]

También estuvieron presentes en la inauguración la embajadora de Cuba en Italia, miembros del cuerpo diplomático acreditado en Roma y el Vaticano, funcionarios de la Santa Sede, el curador y el crítico Luciano Caprile, entre otros representantes culturales.

En cuanto al artista, manifestó que “hace 30 años era muy feliz cuando hacía una pintura, pero con el paso del tiempo, ahora lo soy aún más construyendo una escuela, poniéndole el techo a una casa”, y se colocó a manera de símbolo un casco amarillo de constructor que el artista afirma haber usado a lo largo de 18 años en su labor de reparar edificaciones junto al pueblo.[3]

Recordemos que, en febrero de 2020, el artista Luis Manuel Otero Alcántara incorporó un casco de este tipo a su indumentaria y a su rutina como objeto de uso cotidiano y necesario en las calles de su barrio en La Habana. Esta acción, que se extendió por nueve días, surgió a raíz de la trágica muerte de tres adolescentes, víctimas del derrumbe de un balcón en La Habana Vieja, como denuncia de la responsabilidad del Estado por el desamparo y la vulnerabilidad de las personas frente al deterioro generalizado de esta y otras zonas de la ciudad.

Tras decenas de detenciones arbitrarias sufridas por Luis Manuel entre 2019 y 2021 debidas al carácter altamente comprometido y contestatario de su obra, muy vinculada además con el espacio público y la proyección vital del propio artista, y a su alto poder de convocatoria, la policía política aprovechó la circunstancia generada por las protestas masivas del 11 de julio de 2021, por las cuales aún permanecen en presidio político cientos de cubanos, para encarcelarlo definitivamente. Para ello le fabricaron una causa y un juicio relacionados justamente con uno de sus performances artísticos.[4]

Por su parte, Kcho fue diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular en la VII Legislatura. Es uno de los artistas favoritos del régimen, y abanderado de su propaganda. 

Despuntó en el panorama artístico de Cuba a principios de los años noventa con una obra considerada profética en tanto que prefiguró el éxodo marítimo de cubanos que estalló masivamente en 1994, año en el que la misma (una instalación llamada Regata que cubría una extensa superficie con modelos de botes de disímiles tamaños y materiales precarios) volvió a exhibirse, esta vez como parte de la Biennal de La Habana. 

Sirva el ejemplo de cómo la institución artística en Cuba absorbe y capitaliza la naturaleza potencialmente conflictiva del arte, neutralizándolo en un discurso inocuo y rentable de apertura o crítica aparentes, o despojándolo de ella definitivamente. 

El propio Kcho prefiere explicar el leit motiv de las embarcaciones y la pobreza de los materiales que a menudo han caracterizado su lenguaje estético, mediante alusiones a esa insularidad y caribeñidad que los críticos culturales han caracterizado mediante la idea del mar y la experiencia del viaje, quién sabe si por romanticismo o por conveniencia, convirtiendo la precariedad y el tema migratorio que aquejan a los cubanos, en una determinación cultural, cuasi antropológica, que minimiza el conflicto político y la tragedia humana que significan para Cuba.[5]

Kcho se incorpora orgánicamente a la maquinaria publicitaria del estamento político, de la cual se beneficia, porque encarna el constructo ideológico-propagandístico del régimen: negro, de procedencia humilde, convertido en artista gracias al sistema nacional de enseñanza artística ideado por Fidel Castro, conjugando el éxito artístico con la labor comunitaria… Mientras, Luis Manuel, igualmente negro y humilde, pero autodidacta, independiente y frontal en la denuncia, carente de los privilegios de la “clase revolucionaria”, que comparte con su homólogo la pobreza de los materiales, pero no el barnizado conceptual de sus obras, literalmente vive y padece su arte hasta el punto de estar enfrentando prisión.

Mientras Kcho se codea con la curia pontificia, en supuesta representación del pueblo cubano, como afirma el embajador Mujica, en Cuba hay artistas presos por intentar ejercer su creatividad y sus derechos. Por ello, desde este Observatorio de Derechos Culturales cuestionamos su legitimidad también para representar el arte cubano, y nos oponemos a la instrumentalización del arte por la propaganda y la diplomacia del Gobierno cubano para consolidarse de cara a la comunidad internacional.




Notas:
[1] https://www.cubanoticias360.com/kcho-inaugura-su-tercera-exposicion-en-el-vaticano/
[2] https://www.prensa-latina.cu/2023/11/12/muestra-pintor-cubano-kcho-en-vaticano-sus-suenos-de-un-nuevo-mundo
[3] Ídem.
[4] Se trata de “Drapeau o La bandera como segunda piel”, que consistió en acompañarse de este símbolo patrio en todas y cada unas de sus acciones cotidianas.
[5] https://www.tendenciasdelarte.com/kcho-pido-perdon-ni-permiso/


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